Las
últimas semanas varias temáticas cimbraron la agenda de la macrocomunidad de
escritores que habita en el reino online; una red de autores que están
conectados en las más populares redes sociales del orbe formó parte directa o
indirecta en diversas polémicas, las más suculentas fueron dos: la discusión
Yépez-Domínguez Michael y la polémica de la antología México 20. De la primera
debo decir que es un hito histórico en el Siglo XXI el hecho de que la
discusión haya usado como medio las plataformas digitales, electrónicas y
blogueriles, garantizando su viralidad en redes sociales y, destaco también que
en esta ocasión contendieran con un festín retórico asemejado a un duelo
western de argumentos, dos críticos contrastantes y extremos desde cualquier
ámbito en que se les mire. Desde luego el formato no es nuevo, pero me gustó la
trascendencia de la polémica entre todos los círculos de escritores.
Fuera
del recurso ad hominem, y algunos argumentos que parecieran más de tensión
amorosa, en un pausado ejercicio de reflexión, ambos pugilistas de la palabra
dejaron sobre la cibermesa muchas temáticas que sería sano recuperar, las más
sonadas; la crítica, los mecanismos de poder, las izquierdas y derechas
(distinción cada vez más caduca), el quehacer del intelectual y, sobretodo,
asperezas de batallas pasadas que diera la impresión, anuncian un dialéctico
desenlace... todos lo esperamos ¿qué sigue? hagámosles un pay-per-view ¿no es
romántico que uno utilice un blog y el otro un portal web? ¿no es sublime el
choque de estas fuerzas y que después de un rato, el debate se haya propagado
hasta otros círculos subordinados? Aquí hay un cisma interesante no en las
obras, sino en las relaciones culturales interpoetas. Eeeen fin.
La
otra polémica, quizás de mayor magnitud en la comunidad de escritores, ha
venido desde medios hegemónicos y es imposible, por más argumento que se le
aplique, desligarla del catastrófico mandato de EPN, ya saben, por aquello de
los intelectuales ancilares; es lo mismo que sucede con el tema de las becas. Creo
que en este dossier ahumado, artesanos de la palabra ya han resumido y
reflexionado con destreza sobre los menesteres de ambas polémicas, han
mencionado quizás el cada vez más interesante recurso de los post en Facebook y
los memes como arma de doble filo, y habrán hablado de la posición o no
posición de autores antologados, no antologados, becarios, pupilos de
eminencias, apadrinazgos, tuits, memes, poetas contraculturales, los círculos,
la prensa que sólo reseña por encimita, la prensa que sobrerreseña, los
pantallazos que hacen reminiscencia a Anonymous, el papel de los jóvenes, el
papel de los viejos, la “rezistencia con z” o la “resistencia con s”, los
castores astrales, María Rivera, Francisco Hinojosa, Alemania perdiendo contra
Francia en la Euro, Guiñac en la banca, Luis XVI siendo decapitado, etc.
El
nexo, Yépez, caricaturizado o no, memetizado o no, ha sabido rascar en sitios
claves de la literatura y las industrias culturales… persona non grata por dos
literaturas, quién sabe, ridiculizado por muchos otros, sí. Creo que es clave
del problema hasta qué punto nos callamos para no molestar a nuestros amigos, o
los amigos de los amigos, o los poetas amigos de los amigos que a su vez
-pensamos- no nos convienen como enemigos… sobre ahí se debe trabajar.
Lo
que me resta decir, entonces, o lo que me resta aplaudir es la ejecución en las
redes sociales; la velocidad con que se comenta, opina, unfriendea, bloquea
(¿mencioné que la palabra bloquear viene del francés “bloquer”?), inquiere,
investiga, se postea en blogs o columnas, desenmascara, evidencia y critica. Ya
lo había aplaudido HY hace rato, y ya le había jalado las orejas Geney al
enunciar que éste se ponía fuera de sí cuando lo medían con su misma vara. Como
quiera, hermoso, hermosísimo que esta polémica salga a flote casi de manera
simultánea a la publicación del material, eso habla del no adormecimiento de la
gran masa creadora, eso habla de que, aunque podrá estar fragmentada y ser
antagónica en sus aristas, toda la comunidad de poetas está al tanto de las
preinstrucciones y los contextos de tan polémica antología; el “Me gusta” se ha
convertido en un artificio o bien político o bien antipolítico, y tanto peca el
que pone el hashtag como el que lo comparte; hay muchos temas importantes sacados
a colación que esto ya trascendió del chismorrete redsocialero. La rigurosidad
que se critica de México 20 aplicaría para cualquier otro autor antologado,
¿por qué? porque no se reduce únicamente a “éste me cae mal”, “éste sí trae”,
“ésta me miró feo en un encuentro”, hay muchos detalles, bastantes de éstos
señalados por expertos en antologías, que relucen… pero nadie dice nada.
Corazones
por doquier, pulgar arriba, tumbleweeds rodando, se escuchan murmullos de los
superhéroes y súpervillanos del MCU (Mexican Cultural Universe) preguntando ¿y
tú de qué lado estás?... vaya, vaya, ahora sólo nos queda aprender francés
fluido, mandar a importar unos cuantos ejemplares (al fin y al cabo vino de
nuestros impuestos, para los que pagamos impuestos, ya saben, la joda de emitir
facturas y declarar), o bien, pedirles amablemente a antologados con quienes
tengamos confianza, que nos pasen los originales en español y luego nos podamos
dar una idea. No dudo que prontísimo algún enfant terrible en Francia escaneé
el libro o nos role le pe-de-eff.
Ahí,
en ese instante, ahora sí, ¡por fin! podremos emitir una buenísima crítica de
un libro que ahorita-ahorita, se está medio cayendo, pero al final de cuentas,
hay que criticar el trabajo, ¿no? hay que esperarnos, ¿no? Aunque no parezca,
la vida es un chascarrillo… y por mientras, ¡glup! démosles el beneficio de la
doute. Hay dos o tres autores que relucen y otros que no cabrían… eso es muy de
antologías, ¿no? ¿sí? ¿no? ¿o ahí depende de cada quién y a cuál santo se
encomiendan? ¿qué dirían?
Como
quiera yo rompo mi violín, y me callo. . . Telón.