IDA VITALE




SALMO
Alaba lo que no conoces
por tu esperanza
y aun por tu mirada de hoy,
                                   creyente
de la hermosura que muchos desdeñan;
alábalo por inconcebible,
por la constancia de sus absurdas disposiciones.
El itinerario de tu viaje
                                   brevemente infinito
traza un dibujo que sólo tú no entiendes,
pero no te amotines.
En el ruidoso vacío de su centro
caerás,
            trasmutable semilla,
cuando la hermosura y la esperanza
ensimismadas
            finen.
(De Jardín de sílice, 1980)

BOTÁNICA
Aquí no hay ruda, nada de maticas.
Si acaso ciclamores empinados al rosa,
raptados por el sol en las aceras solas,
y encinas:
                        situación de silencio vegetal
porque nada me dicen o,
en su lengua muerta para mí,
estos ariscos rangos
no sé qué de nosocomio afirman,
reiterados y prúsicos.
Pero ni una ramita de ruda, repito.
Tampoco aromos.
                                   Acaso a duras penas
el romero, paramento fragante,
resiste en los jardines,
me asiste con su olor
a pan de Venecia, a tren rápido
pero rueda detenida
en la memoria para siempre,
como dicha que no es filosa arista.

Pero ni una matica de ruda.

(De Procura de lo imposible, 1998)

APENAS CONCIERTO

Tantas argucias del oboe,
tantos giros en espiral hacia la cúpula
de un cielo que nadie le discute
—ostentaciones de hiedra
al último sol de la tarde—
y caídas hacia la arena dócil del violoncelo,
no obstruyen la inatacable realidad:
el bajo continuo persevera.

Aquí un concierto
                        y nada más.

(De Procura de lo imposible, 1998)

ABUELA

En una luz verdosa, entre olores verdosos,
en un vestido negro como papel quemado,
la abuela se refleja desde la mecedora,
al fondo del espejo.
Allí sentada no se hamaca. Cruje.
Se le evaporan casamiento y casas,
ocasiones de cuita, los narrados,
secos jirones que de a poco dieron
gusto a sangre en la boca a la familia:
las guerras y los muertos pequeñitos,
y los que luego luto le vistieron.
Y también el amor del que no hablaba,
la aridez de los años, la gota de molicie
que murió inútil en su piel reseca.
Todo tal la merienda sorbida tarde a tarde,
de inmediato olvidada.
Fue inmune a la viruela.
Ignoró la codicia.
No vio la conyugal Sicilia
ni muchas calles de Montevideo.
Durante décadas le bastó una amiga
y los recuerdos de su pueblo mínimo.
Sólo insistía en recordar el nombre
en italiano del durazno.
Como el sabor, se le olvidaba.
Sé que sobre sus faldas tibias,
tibia dormía otra Verdad secreta
que acunó su quietud.
La luz bajo cortinas de filé melancólico,
por años la enfrenté desde otra mecedora,
sin lograr alcanzarla.

(De Procura de lo imposible, 1998)
NIEVE

Mínimos puntos - aguanieve,
cristales - blancos bajan.
Este harapiento mundo
pone por un momento
suave decoro de algodones
en su fábula fea.

Deslumbra una escama de liquen
verdegris en lo blanco.
Deslumbra una rama sin hojas,
una hoja sin rama.
Hacer bello lo otro
es gloria de la nieve.

La alegría del perro sabe
juegos que el hombre olvida
y natural usa la fiesta
nueva que se le da.
Callan altos los pájaros
como el hombre suspensos.
(De Procura de lo imposible, 1998)

COLIBRÍ
La resolana que vibra,
un breve sol en el seto,
un ts ts que al aire libra
su peligro secreto

y ya la flor disminuye
ante el prodigio de pluma
que surge y deslumbra y huye
y sólo alcanzo por suma

terca de años, en que presa
del hechizo, sigo en vano
la milagrosa destreza
que lo suspenda en mi mano

y entonces por un segundo
sentir cómo late el mundo.
(De Reducción del infinito, 2002)

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