LODO
Atascada
la tierra en la garganta
resbalando
por mi esófago, o
saliendo
por mi boca, según sea el caso.
Lodo
al hablar, vómito de fango.
Sólo
lodo, sólo lodo hay en mí.
Tierra
húmeda, infértil.
No
hay esperanzas de verdor
No-hay-más-esperanzas.
NO SOY
Yo
estoy en cementerios
donde
mis palabras yacen muertas
y mi
mirada fija
y mi
conciencia ausente
me
resumen la vida en un vaivén de ilusiones.
Yo
camino en la tierra erosionada
que
las lágrimas no riegan
erosión
que no deja rastros,
y
donde la vida pasa desapercibida.
Llego
a donde mi memoria
llena
de huecos faltos de realidades
atormentan
mi ser en un puñado de gritarse hacia el reflejo,
buscando
mi ser desaparecido, porque, esa que está ahí no soy yo.
Es
un arrancarse los cabellos,
romperse
en pedazos
es
un cuestionarse contante, para saber si soy yo o es otra con mi cuerpo la que
está aquí.
El
día, siendo noche, se aprovecha de mí
me
abusa con ansiedades que penetran mi ser
mi
ser que se harta de tal desesperación
que
grita del abuso que éste me provoca;
Y
cuando se va, el tormento es tal, que yo no sé si algún día fui, que no soy y
que ya no puedo ser.
SILENCIO
Dada
mi imposibilidad por comprender la sinfonía del mundo, ya que no me acoplo a su
compás, prefiero ser una mujer (¿mujer?) sorda.
Fuera
del alcance de las ondas sonoras que quiebran mis ventanas, que se cristalizan
hasta convertirse en mar.
EN TRISTES SOLITARIOS
Triste
el que observa con impía y soberbia.
Desgraciado
el que sueña y no duerme
y no
descansa ni espera.
Solitario
y vagabundo,
ahogado
por sus propias lagunas mentales;
desplazado
como aquel que no habla
ni
mira por miedo.
Y el
frío le quema, el viento le habla.
Imposible
de descifrar como la sombra de la angustia
creciente
a las espaldas del culpable.
Dios
lo ha abandonado a su suerte cual Caín
en
los ásperos caminos asediados por los arrepentimientos
en
el camino vertiginoso que espía y juzga…
la
carne de marmol le traiciona, insípida y fría
como
aquel que yace en el sueño eterno
Gabriela Avendaño
Silva, nació en la Ciudad de México en el año 1997.
Su vida transcurrió
en hospitales por diversos problemas en la columna, diagnosticados a los 11
años, epilepsia y trastornos de ansiedad, diagnosticados a los 16.
Inspirada en la
Divina Comedia y Alejandra Pizarnik, comenzó a escribir.