GABRIELA AVENDAÑO SILVA





LODO


Atascada la tierra en la garganta
resbalando por mi esófago, o
saliendo por mi boca, según sea el caso.

Lodo al hablar, vómito de fango.
Sólo lodo, sólo lodo hay en mí.
Tierra húmeda, infértil.
No hay esperanzas de verdor
No-hay-más-esperanzas.



NO SOY


Yo estoy en cementerios
donde mis palabras yacen muertas
y mi mirada fija
y mi conciencia ausente
me resumen la vida en un vaivén de ilusiones.

Yo camino en la tierra erosionada
que las lágrimas no riegan
erosión que no deja rastros,
y donde la vida pasa desapercibida.

Llego a donde mi memoria
llena de huecos faltos de realidades
atormentan mi ser en un puñado de gritarse hacia el reflejo,
buscando mi ser desaparecido, porque, esa que está ahí no soy yo.

Es un arrancarse los cabellos,
romperse en pedazos
es un cuestionarse contante, para saber si soy yo o es otra con mi cuerpo la que está aquí.

El día, siendo noche, se aprovecha de mí
me abusa con ansiedades que penetran mi ser
mi ser que se harta de tal desesperación
que grita del abuso que éste me provoca;

Y cuando se va, el tormento es tal, que yo no sé si algún día fui, que no soy y que ya no puedo ser.


SILENCIO


Dada mi imposibilidad por comprender la sinfonía del mundo, ya que no me acoplo a su compás, prefiero ser una mujer (¿mujer?) sorda.

Fuera del alcance de las ondas sonoras que quiebran mis ventanas, que se cristalizan hasta convertirse en mar.


EN TRISTES SOLITARIOS

Triste el que observa con impía y soberbia.
Desgraciado el que sueña y no duerme
y no descansa ni espera.
Solitario y vagabundo,
ahogado por sus propias lagunas mentales;
desplazado como aquel que no habla
ni mira por miedo.

Y el frío le quema, el viento le habla.
Imposible de descifrar como la sombra de la angustia
creciente a las espaldas del culpable.

Dios lo ha abandonado a su suerte cual Caín
en los ásperos caminos asediados por los arrepentimientos
en el camino vertiginoso que espía y juzga…
la carne de marmol le traiciona, insípida y fría
como aquel que yace en el sueño eterno




Gabriela Avendaño Silva, nació en la Ciudad de México en el año 1997.
Su vida transcurrió en hospitales por diversos problemas en la columna, diagnosticados a los 11 años, epilepsia y trastornos de ansiedad, diagnosticados a los 16.

Inspirada en la Divina Comedia y Alejandra Pizarnik, comenzó a  escribir.

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