Tu hija eligió confiar en mí
cuando le di la mano
para bajar del auto.
Hicimos dos, tres pasos
y la vi volar hasta tus hombros.
Mientras todos corrían
por la casa gigante,
yo encontré pequeñas cosas:
la tetera estilo inglés,
el fuelle del armonio hindú,
tu paciencia para fumar conmigo
un cigarrillo bajo la lluvia.
Jade actuaba
la película de mi infancia:
jugaba sola
con sus ojos miniatura,
en medio de un círculo
de munditos de plástico.
Allá, su territorio:
el descanso de la escalera.
Jade habla en voz baja.
Yo estoy de este otro lado
y reino silenciosamente
entre los demás adultos.
Puedo saber lo que siente:
nadie corriendo por la casa
ni cebando mates en la cocina,
ningún cigarrillo, ninguna charla
sobre instrumentos traídos de la India;
la puerta del baño
no se abre ni se cierra
frenéticamente.
El gato invade el círculo
y aporta existencia al sueño en la escalera.
También yo, cuando me acerco,
toco el borde
de su vida en trance.
Jade alza los ojos.
Me da la mano para que no me caiga
de cabeza en el pasado.
Ahora mis dedos tienen zapatos
y caminan de puntillas
por este espacio,
entonces ella descubre
el reverso de la trama:
sabe lo que yo sé.
Un día vas a tener treinta años
y te vas a encontrar sentada en el piso
mirando de cerca
tu propio universo.
Metáfora del café
Ingerir
el líquido caliente
para que la boca lo quiera
en taza con manija
así la mano no se quema
con una cucharada de miel
para que ingrese la fructosa
que se convertirá en glucosa
de donde saldrá el oxígeno
que viajará por la sangre
si uno se olvida
de respirar.
Cambios
Mi color de pelo
que sobre el negro parece rubio
y sobre el miedo parece fuerte.
Me olvido de cómo es en otoño:
lacio, suave, pelo de muñeca de antes.
En cambio en verano estalla
se vuelve rojo y enrulado.
A mí no me cuesta adaptarme.
Me cuesta permanecer.
Gravedad
Pareciera que respondemos
a los vicios de la naturaleza.
Algo se cae y alguien lo levanta:
es un instante.
De lo contrario, la gravedad se ensaña
con el vaso de vidrio,
aunque después se arrepiente
y nos deja pegar los zapatos al piso
también la escoba
y todos los vidriecitos quietos
a la espera de las leyes de movimiento.
Sobre la autora:
Paula Giglio (Argentina, 1988) es Lic. en Filosofía por la
Universidad Nacional de Córdoba. Publicó los libros de poesía Ella,
naturaleza (Ed. Babel, 2012), En el cuerpo (Ed. del
Dock, 2016), Un lugar para mis piernas largas (Ed. Caleta
Olivia, 2018), La risa loca de los ángeles (Ed. Liliputienses,
2018) y Hoy llueve en el mundo (Ed. Caleta Olivia, 2019). En
2017 participó del FIP: XII Festival Internacional de Poesía de Buenos
Aires y participó de la 33e edición del Festival International de la
Poésie de Trois-Rivières, Canadá. En 2018 obtuvo el I Premio Centrifugados de
Poesía Joven de España con el libro La risa loca de los ángeles.