DEFENSA DEL ÁRBOL
Por
qué te entregas a esa piedra
Niño
de ojos almendrados
Con
el impuro pensamiento.
De
derramarla contra el árbol.
Quien
no hace nunca daño a nadie
No
se merece tan mal trato.
Ya
sea sauce pensativo
Ya
melancólico naranjo
Debe
ser siempre por el hombre
Bien
distinguido y respetado:
Niño
perverso que lo hiera
Hiere
a su padre y a su hermano.
Yo
no comprendo, francamente,
Cómo
es posible que un muchacho,
Tenga
este gesto tan indigno
Siendo
tan rubio y delicado.
Seguramente
que tu madre
No
sabe el cuervo que ha criado,
Te
cree un hombre verdadero,
Yo
pienso todo lo contrario:
Creo
que no hay en todo Chile
Niño
tan malintencionado.
¡Por
qué te entregas a esa piedra
Como
a un puñal envenenado,
Tú
que comprendes claramente
La
gran persona que es el árbol!
El
da la fruta deleitosa
Más
que la leche, más que el nardo;
Leña
de oro en el invierno,
Sombra
de plata en el verano
Y,
lo que es más que todo junto,
Crea
los vientos y los pájaros.
Piénsalo
bien y reconoce
Que
no hay amigo como el árbol,
Adonde
quiera que te-vuelvas
Siempre
lo encuentras a tu lado,
Vayas
pisando tierra firme
.O
móvil mar alborotado,
Estés
meciéndote en la cuna
0
bien un día agonizando,
Más
fiel que el vidrio del espejo
Y
más sumiso que un esclavo.
Medita
un poco lo que haces
Mira
que Dios te está mirando,
Ruega
al Señor que te perdone
De
tan gravísimo pecado
Y
nunca más la piedra ingrata
Salga
silbando de tu mano.
PREGUNTAS A LA HORA DEL TE
Este
señor desvaído parece
Una
figura de un museo de cera;
Mira
a través de los visillos rotos:
Qué
vale más, ¿el oro o la belleza?,
¿Vale
más el arroyo que se mueve
O
la chépica fija a la ribera?
A
lo lejos se oye una campana
Que
abre una herida más, o que la cierra:
¿
Es más real el agua de la fuente
O
la muchacha que se mira en ella?
No
se sabe, la gente se lo pasa -
Construyendo
castillos en la arena.
¿Es
superior el vaso transparente
A
la mano del hombre que lo crea?
Se
respira una atmósfera cansada
De
ceniza, de humo, de tristeza:
Lo
que se vio una vez ya no se vuelve
A
ver igual, dicen las hojas secas.
Hora
del té, tostadas, margarina,
Todo
envuelto en una especie de niebla.
DESORDEN EN EL CIELO
Un
cura sin saber cómo
Llegó
a las puertas del cielo,
Tocó
la aldaba de bronce,
A
abrirle vino San Pedro:
"Si
no me dejas entrar
Te
corto los crisantemos".
Con
voz respondióle el santo
Que
se parecía al trueno:
"Retírate
de mi vista
Caballo
de mal agüero,
Cristo
Jesús no se compra
Con mandas
ni con dinero
Y
no se llega a sus pies
Con
dichos de marinero.
Aquí
no se necesita
Del
brillo de tu esqueleto
Para
amenizar el baile
De
Dios y de sus adeptos.
Viviste
entre los humanos
Del
miedo de los enfermos
Vendiendo
medallas falsas