Oh, dichoso, Facebook
Oh dichoso Facebook,
bendito
seas por haberme aplaudido;
antes
de descubrir los ‘me gusta’,
no
sabía de mi existencia.
La
vaina
perversa la mano que te toca
la boca
perversa la mano que te
empuja al féretro de la muerte
perversa la mano que lee el
destino de tu herida
Miroslava
Rosales
La
calle oscura apenas transitada,
los
autos por la avenida descomponen el frío.
Mar
viscoso fue mi sexo
apenas
perceptible bajo la vergüenza.
Hace
sólo seis meses que me expongo al vicio:
una
blusa transparente bajo la chaqueta
la
diminuta falda apenas cubre mi letargo
el
farol rasga mis tacones
que
apenas confrontan mi deturpación.
Mar
viscoso fue mi sexo:
sin
signo de agudeza mi obelisco
a macho fui vendida
a lo macho emputecida
a
hembra transformada
al
MTF me lanzaron un viernes con un sábado.
La
cirugía nomás con diecisiete
me
implantó redondas islas
risos
en las sienes
urgencias
en el vientre cínicos mareos.
Me
arrojaron al deseo perverso:
a la
cópula ociosa de las magdalenas
para
sobrevivir a mi inutilidad.
Recuerdo
bien las poluciones y los juegos
antes
de ser tratada…
(Lo
hacían por mí todos los clientes
antes
de conseguir la vaina).
Ahora
la vaina estrena nuevos flujos
cohonestando
la perversa urgencia
cubierta
por la tela.
Ahora
sé que el capital es la órbita
bajo
la cual se esconde el patriarcado.
Las
manos acarician un espejo emputecido:
(viva
imagen de los gallinazos)
urgen
bajo la falda
arañan
el vientre
escupen
en los labios al mojarme
atrapan
un seno…
Perversa
la mano que lee el destino de la falda
perversa
la herida que encubrió un feto que no debió salir
perversa
la estrella sobre la vía corta
perversa
la nueva hija de la avenida
Insurgentes.
Marilyn
I
tu
cuerpo
a
pesar de la muerte
hace
ver el crimen de seguirte amando.
la
muerte lozana y maquillada
le
dejó en el rostro
la
cicatriz longeva del espanto.
nunca
más volveré a leer los barbitúricos.
III
postrada
en la camilla la sacaron:
nunca
más mi cama fue la misma antecedente de la morgue.
IV
ni
la cicatriz ni lo horrendo del cadáver
hicieron
espectáculo
como
el viento por su falda en el paseo.
Baño
me
la cogí en el baño:
ella
decía que la vida le cagaba.
Buscarás
una mujer para olvidarme
Buscarás
una mujer para olvidarme
después
de ocultarme tu verdadero gusto,
y
sabré que entre tus múltiples corpiños
hay
uno que se ajusta a uno u otro cuerpo.
Hallarás
una mujer para olvidarme
pero
yo hallaré más de mil mujeres
a
quienes quitaré calzones y corpiños;
al
fin y al cabo soy hombre y lo merezco.
Basilisco
Te
cogí de la mano
y
supliqué como ave magra
que
nos matara el basilisco
en
sudores y flujos.
Poros
eclipsados
en
sábana de arena
fuimos
en el hotel.
El
basilisco nos vio
y en
la loca carrera
no
pudo asesinarnos;
pero
corrí con suerte:
te
cogí
de
la mano.
Herida
A
Héctor Carreto
Metí
los dedos bajo su falda blanca,
y
removí la delicada tela
esperando
acariciar la culpa.
Metí
los dedos en la herida
debajo
del levísimo algodón de azúcar.
Ella
anhelaba ser herida
y yo
necesitaba escribirle poemas:
por
eso levanté los cielos de esa tela
y
desde ahí las metáforas fueron precisas,
coloqué
el puñal por las caderas,
la
pluma en la cintura y la columna,
la sinestesia
entre el vientre y el sostén caído,
mojé
con ritmo los labios y los ojos;
más
abajo, palpé con metonimia los muslos,
las
piernas
y
los pies.
Calmé
la sed de la piel y del hurto.
Herí
al poema y lo salpiqué de culpas.
Cumplimos
los objetivos de esa noche:
matamos
dos pájaros de un tiro.
Tocan
dianas
¡Mierda!,
me he quedado solo.
Ella
no está, o no la hallo.
Tocan
dianas…
Probablemente
me
están creyendo muerto.
La
araña
Llega un momento en que ni
siquiera la podredumbre avanza.
PHILIP
K. DICK
Avanza
la araña
cautelosa
camina
por
los equidistantes húmeros de suelo.
Salió
de su escondite
nadie
cerca.
Los
últimos hombres consumidos por el polvo.
La
descubre uno de ellos
la
oculta entre sus manos
con
curioso ahínco le examina
cada
pata mutilándola de cuatro.
Se
sostiene la araña
inmóvil
se consume
da
un paso otro el otro
al
contacto de un encendedor.
No
puede más
el
movimiento expira.
Al
fin el hombre la engulle regurgitando miseria:
el
polvo consume al hombre
quedan
las patas envenenando al mundo
quedan
los restos de la araña ocupando el espacio
por
los equidistantes húmeros del suelo.
Imágenes: Any Warhol
Javier Bautista Muñoz (Tlaxcala, 1991).
Estudiante de Lingüística y Literatura Hispánica por la BUAP. Ha colaborado en
la primera y única edición de la revista ‘Puntos suspensivos’ (2010), y en la
edición digital de la 'Revista Cuatro Patios' (2014), ambas del Colegio de
Lingüística y Literatura Hispánica de la BUAP. Es miembro activo del Taller de poesía impartido
por Álvaro Solís, Alí Calderón y Gustavo Osorio de Ita en el mencionado
colegio. Actualmente desarrolla proyectos de difusión lingüística y literaria.