ENTREVISTA A ELSA CROSS

ELSA CROSS: POETA DE EXPERIENCIAS ESPIRITUALES, ENTRE LA INDIA Y GRECIA

José Ríos Cortés

La poeta Elsa Cross, estuvo en Grecia -durante seis meses- realizando trabajos académicos. Hace algunos años nos concedió una entrevista de una parte de su obra y las reflexiones que le han dejado más de una veintena de libros, algunos de ellos premiados nacional e internacionalmente.


JRC- ¿Dice usted que es en el Oriente donde hubo de modo único, la posibilidad de conjuntar la mística y el erotismo sin conflictos ni rupturas?

EC- Ese comentario surgió teniendo en mente algunas de las corrientes tántricas  que existen en tradiciones hindúes y budistas

JRC- Usted hace alusión a la cita del Hevajra Tantra que Octavio Paz utilizó como epígrafe de su libro Blanco. “Por la pasión, el mundo queda atado. Por la pasión, también se libera”. ¿Qué nos puede decir?

EC- Puede relacionarse mucho con la cercanía que he tenido con el pensamiento hindú que tiende a borrar conflictos, para ver en el universo el fruto de un principio único. Esta visión es la que permite dejar a un lado dualidades maniqueas con las que a veces se vive y complican tanto la existencia, la apreciación del mundo y la relación con los demás. La cuestión es estar alineados con la visión interior que es de unidad, aun dentro de la diversidad tangible que existe en la realidad. Es como el hacerse conscientes de que el principio subyacente del todo es el mismo.

JCR- ¿Le vino a usted de adentro su interés por la espiritualidad de Oriente?

EC-Totalmente. No surgió como resultado de lecturas, sino de experiencias de meditación, que lo que me hizo ir a la India a conocer y lo que me llevó después a algunas corrientes de la filosofía hindú. Fue de adentro hacia fuera. Es un interés permanente. Para mi es un estímulo constante y aunque no sea ya tema de mis poemas está ahí como una fuerza actuante.

JCR- En el poemario Canto Malabar se dice al final del texto: “Mi ser se pierde en ti/ y en la raíz de tu nombre se libera”. ¿La mujer salva a  su amado de la muerte en ese sueño que significa una odisea?

EC- Este libro lo escribí hace muchos años, precisamente un dos de octubre, en la India, a partir de la muerte de mi maestro de meditación. Es una fecha conmemorativa para mí. Yo estaba en la India cuando ocurrió el deceso. Fue una experiencia muy poderosa como creo que lo fue para todas las personas que estábamos ahí en ese momento, porque se trataba de un ser iluminado, con un gran poder espiritual.

JCR-Ocurrió en una época en la que pasé dos años en la India y desde que llegué, cinco meses antes de su muerte, todo lo que escribía tenía que ver curiosamente con la muerte y no sabía porqué. Había escrito unos versos que quedaron finalmente en otro poema que decía “aquí vine a morir entre estos lotos”. Y lo vine a entender cuando en su funeral las personas llevaron a su sepulcro una gran cantidad de guirnaldas de lotos en flor.

EC- Realmente el tema del libro, aun con las imágenes amorosas que es una transposición, porque el fondo y el tema es la relación que hubo entre maestro y discípulo. La última vez que miré al maestro en vida, estaba sentada frente a un grupo escultórico que representaba a Savitri  y al señor de la muerte que lo representan siempre montado en un búfalo negro. Estaba ahí junto a un baniano. Entonces, la escritura del poema es la experiencia de esa muerte, que puede considerarse la fusión con el todo.

JCR- Escribe usted que una parte de la obra poética y en algunos ensayos de Octavio Paz, hay referencias directas e indirectas al tantra hindú y budista, y también al taoísmo y al zen. Menciona usted que el tantra es un  modo de ver el mundo y de vivirlo.

EC- Una vez le pregunté a Octavio Paz que en el momento que había estado en la India había hecho contacto con alguna escuela de meditación o disciplina y él me contestó: “mi única disciplina es la poesía”.

JCR- En su libro El vino de las cosas. Ditirambos persiste un paisaje interno más que externo, como una metáfora del reino imaginario en el que moran los arquetipos en forma de dioses. A Baco no lo vemos, pero lo sentimos. En ese sentido, Grecia nos brinda la oportunidad de corregir nuestras almas por medio de lugares y personas más que por el tiempo.

EC- El libro tiene un epígrafe de Tales de Mileto que dice: “Todo está lleno de dioses” y es un poco lo que el libro trata de rescatar. Esa posibilidad de ver los divino en las cosas o de las cosas como divinas, sagradas. Cambia mucho esa perspectiva y es la que tenían las sociedades primitivas, de ver la naturaleza, sobre todo como algo sagrado y de pedir permiso y perdón a un árbol o a una flor antes de cortarlos. Es decir, que había una conciencia ecológica que derivaba de esa visión de la naturaleza como algo sagrado, porque no se puede profanar. Es sentirse integrado al mundo natural, ser parte de él, tomar lo que necesito, no explotarlo ni destruirlo.

JCR- Me parece que en su libro El vino de las cosas. Ditirambos usted encontró una buena razón para que Baco fuese el guía de su escritura de retorno a la imaginación de Grecia, James Hillman en un libro dedicado al dios Pan,  califica a Baco como desafortunado en amores.

EC- La idea junguiana de los arquetipos es muy pertinente. Si existían los dioses por fuera, quién sabe, pero responden a energías internas, a sensibilidades, a modos de percepción, de relacionarlos y querer las cosas.

JCR- Existe un pasaje en uno de los diálogos más bellos de Platón que es el Fedro que habla que las almas de los hombres: antes de nacer iban cada una en el cortejo  de un dios al cual pertenecían. Entonces al nacer aquí en la tierra, esa alma tenía la intención o el deseo inconsciente de acercar su vida a los atributos de aquel dios al cual seguía.

EC- Es una idea interesante, porque es una caracterología de estos arquetipos junguianos ya desde entonces. Estos dioses son formas de nuestras propias potencialidades internas, pero teniéndolos fuera es más fácil  relacionarse con eso  que está dentro, cuando lo ve uno materializado en una figura con determinados atributos.






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