HUÉSPED
DE LA NOCHE
Regresa cada tanto para dejar su
sombra.
La pone allí, febril y enorme.
Y ella, huérfana de cuerpo,
ejerce su poder.
Se transforma,
Se cuelga en la pared
la mirada fija y
cruel,
como un retrato.
Nadie delante, tampoco detrás.
Liviano el peso
oculto el aire
escondidos las palabras y los gestos.
A
contraluz
con la vida de perfil
y
cada vez más cerca de su casa.
LA
DUERMEVELA
Del bosque, las repetidas hojas,
el amarillo que cruje bajo los pies
descalzos.
De su lecho, una gota del pálido
reflejo,
la
sombra de un animal salvaje
y
su silencio.
Ante ti
y
dentro de ti,
soy un rostro sin nombre.
NUBE DE
SEPTIEMBRE
“Tu
me quisiste cuando niño y eso quiere decir para siempre”.
(Raúl Gómez Jattin)
Mi fuerte e inamovible dama blanca,
¿Cómo puede tu cuerpo soportar
el
peso de tu carga?
Imposible evitar la expansión de la
rabia.
Ese líquido viscoso que llueve el
espacio
entre uno y
otro hueso.
Mi grande y alta dama blanca,
¿Cómo puede tu espíritu
encontrar
el alma de una noche clara?
Imposible tender una limpia sábana
sobre
la cama y su fantasma.
Mi hermosa y distante dama blanca,
¿Cómo sacar de tus entrañas la
memoria?
Mi dulce y triste dama blanca,
he rehusado pertenecer a la
fría luz de una mañana sacrificada.
¿Cómo puedes pedirme que agote en un día
la miel con la que siempre
pinto mis labios?
RUMOR DE CIEGOS
Luego del lamento,
luego de la estrechez en muchos cuartos.
Aun después del ahogo en una cama,
aun después de los silencios.
Más allá de la agonía y las deudas del amor,
más allá de la frontera entre los labios.
Tarde y noche.
El feliz jinete se despide.
Ahora, en el futuro,
desprendido de la tierra,
retoma la inocencia.
Ese niño recorre los parques,
en busca del trébol de cuatro hojas.
SAN SILVESTRE
A Clara Inés
Güiza
Intento vestir tu delgada figura
para caminar las
hirvientes calles,
que tatuaron el mapa de tus pies.
Y alcanza la vista para divisar el río,
las pequeñas casas de esta orilla
y el vaho de la muerte en los espejos.
Ya no es,
de este lado,
como lo conociste.
Miles de lenguas
se han lamido el puerto.
De las alianzas entre hombre y madera,
sólo
quedan crucifijos en el pecho.
Mañana visitaré la ciénaga.
Puede ser que allí te encuentre,
sembrando tu humedad,
en tierra color
bermejo.
Con los mismos ojos tristes de la niña
que dejó puesta su
mesa
para escaparse con el tiempo.
UN PARQUE NATURAL
En ese extraño lugar
cada día tiene una única palabra,
cada sombra busca su destino
cada boca pronuncia una oración
cada animal entierra bajo la luna su propia piel
cada hombre prolonga la mano a su manera
y dibuja líneas
blancas en la selva.
En ese maravilloso lugar
cada flor es primavera
cada sonido es un pájaro
y los pequeños aprendices
dan vuelta a la memoria
raspan olvidos,
anudan el hilo
y cortan el tiempo
con sus dientes.
MEMORIA DE APRENDIZ
No basta con acariciar palabras
lo definitivo es
dibujar la noche
seguir la línea de su curva,
hacia el eco común
o la profunda luz
Tomar la imagen de su pulso
medir la turbulencia
oír su tono
el latido de su adentro.
Habitar las estrellas que la viven
desnudar falsos colores
y mostrar el
plateado vuelo
de pájaros fantasmas
No basta con acariciar palabras
lo definitivo es
asistir a los cortejos
con toda irreverencia
grabar los rostros
vestir sus cuerpos.
Memoria de aprendiz,
la inteligencia es un juego de distancia
un dolor agudo
una sutil virtud.

Colaboración: Luisa Isabel Villa Meriño