ALEJANDRO A. BENÍTEZ

EL OTRO
A Rafael

9:09
Siempre te vas
a las nueve con diez
y a las nueve con once
dejo de existir.

Tu aroma 
todavía me envuelve,
y el calor de tu cuerpo
comienza a abandonarme.

El charco en mis ojos
inunda las pupilas
del color de tu piel
enredado en mis pestañas.

Mis labios solos 
                se raspan
besando la almohada
y el lado tibio de la cama.
9:21
Las paredes apenas callan
los ecos de esta casa vacía
envolviendo mis manos
con la sombra de tus piernas.

La cama está sin tender
y la sábana revolcada 
con partes de mi alma en ella
por culpa de las ocho y veintidós,

(8:22
Quiéreme con cada diente
con «apúrate, ya van a ser las nueve»
con «no te vayas y duerme acá,
siempre es la misma contigo»).


ALACENA

En la alacena de mi cuerpo
siempre      habrá algo para ti;

para esos días cansados
cuando no quieres cocinar,

por si un día vienes a cenar
                 o si te quedas a dormir.


DESCOMPONIENDO A CHAPARRO

La ciudad está muerta,
las luces son pequeños ojos rotos que nos vigilan.

El ruido del agua inunda el bar,
 la calle refleja el resplandor apagado del día.

El humo azul de su cigarrillo me envuelve 
y me tira la ceniza en el pelo.

Se toma un vaso de brandy
y me da un beso en los labios.

La lluvia
                 el brandy.

Me marea y me abro paso por su garganta,
tocando con la lengua sus amígdalas,

su aliento me recuerda a las mañanas de sol.

Me inyecta sus babas en el cuello
y todos sus sueños vueltos mierda.

Sus palabras se meten por toda mi sangre.

Mis manos huelen a sus nalgas,
a sus labios de humo azul.

La noche se nos cae a pedazos

y nos perdemos bajo la luz
bajo la lluvia.


AUSENCIA

Debo dejar de desayunar tabaco
de besar el filtro como a tus párpados
de volver los días humo
                (y contar que hace dos cajetillas no te veo)
de aventar ceniza al alma
y abandonarla por partes                  con cada colilla
.

 LENGUAJE DE SEÑAS

Cuando el lenguaje te abandona
oraciones se forman en el espacio entre tus dedos

puedo saborear el atardecer en tus lunares,
la piel entre las uñas,
el aliento a palabras podridas.

Cuando el lenguaje me abandona
puedo leer los capítulos de tu cuerpo;

vuelvo tu piel legible,
mis manos averiguan dónde has estado
buscando a centímetros 
las letras que expliquen el silencio.

Cuando el lenguaje nos abandona
armamos conversaciones con el pulso

reconocemos lo que callamos
y para no descarnarnos la boca hablando,

nos miramos

y con los ojos secos,
decimos adiós sin articular.

  
AZUL

Lame tu lengua
y compara el sabor de cuando me besas.

Que tus quijadas se cansen de masticarse entre sí.

Baila para mí 
                en vertical 
                       a ciegas.

Que gritos de auxilio sean lo que te oriente.

Dibújame sonrisas con la sal de tu frente
y deja a tu saliva que se llene de gozo 
            por convertir la noche en día,
la sangre de tus labios al partirse.

Aprende a proveer tu piel
en lluvia de manos;
deja que te aten
como cuerdas a troncos.

Tu pulso    corre dentro de mi puño. 
Libérate siendo mi preso,
enciende un cigarrillo
y trata de alcanzar el humo.

Siente al viento alabar el dolor en tus muslos.

Corre 
          en silencio.

Duerme en mi respiración
(con mi imagen en tus párpados).

Mientras sueño
nota mi ausencia,
y finge no haberlo disfrutado.


Alejandro A. Benítez (Mazatlán, Sinaloa, 1993). Poeta y fotógrafo; tomó clases de dramaturgia en la ciudad de Guadalajara (Jalisco). Ha asistido a talleres impartidos por Hernán Bravo Varela, Christian Peña y Fernando Alarriba en Mazatlán y Josué Ramírez en Morelia (Michoacán). 
Forma parte de la antología poética Lumbre (Palabras del Humaya, 2015) como muestra de trabajos creativos del taller "La Frontera Indómita

Colaboración: Jesús García Mora


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