Poesía homínida
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por
momentos
dudo
verdaderamente
que
tanta ira
habite
el
simiente esternón
sin al
menos
minúsculas
intenciones
de
trepar un poco al norte
del
pecho
y
terminar ahorcándome
haciéndome
el favor
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envidio
a los saurios
que
cuando
la carne clama
cambian
de piel
las
ansias
7
en
pleno día
soy yo
el que
asusta
a los
monstruos
9
la
palabra se empeña
en ser
cuchillo
y uno
la empuña
sin
asco
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parece
una obviedad
pero
para
volar
no es
necesario
tener
alas
yo ahora
tejo
un largo
poema
para
abrigarme
en este
invierno cruel
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ojalá esta
sea
la más
absoluta
oscura
y
eterna
de
todas las noches
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como
una sabueso hambriento
merodeo
tu noche
olisqueando
aquel
sueño
en el
que
por fin
volamos
juntos
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el inconveniente de las burbujas
es que no tienen bordes visibles
entonces los cobardes
husmean reticentes
con la punta de su alfiler
apoyándolo suavemente
con la esperanza de que sea
en realidad
un rayo ensordecedor
caído del cielo
el que los libere de su opresión
y así
poder ahorrarse la fatiga
de ser por un momento
valientes
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soy
miope
y
camino por la cuerda floja
a
veces
el
valor se confunde con el aturdimiento
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la
poesía se rebela
siempre
ante
la desnudez
impúdica
de
la prosa
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sorteo desafiante
el velo que separa
la tristeza
del borde de la copa de vino
y la ciño
a mi furia
por mantenerme
una noche más
a salvo
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no sé
si soy yo
el que
está aquí
a
merced
de
estos huesos
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ladrillo
sobre
ladrillo
la
poesía es una casa justa
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los perros
con rabia
aúllan
espuman mil
pasiones
que la luna repleta