ANTONIO RUBIO



La Rosa: Espacio LGBTTTI
Adrian Sommeling


La noche del centenario

I. Yo nací un día que Dios
estuvo borracho

recorrí entonces las vías del tren
vértebras de la ciudad entregada a mis pasos

era la noche del centenario
quien abría su boca al vértigo
orbe de una danza iluminada

tan intensamente sentí la melancolía
de los que beben con ojos cerrados
los que aquí nunca se miran el rostro

mi sombra sostiene las hormigas de mi mano
sé que ya la he perdido y en la otra aprieto
con deseo la espalda de ese hombre
y otras manos repletas de hormigas como fuego

entretuve el hastío enumerando
lugares que no existen más
cicatrices de abandonada medianoche

allí el callejón sucre allá el virginia’s
sobre todos los techos el incendio que consume a la brisa
donde hundieron mi cabeza en una bendición
durante mis primeros años

yo nacía en cada sorbo

era una noche que nunca terminaba su promesa

II. No será la calle que conozco sino una repetición
como lo es todo lugar que por desconocido
recuerda la familiaridad del primer vecindario

una sala con radio encendida
esta casa que no alcanzo a ver
sino por medio del sueño

en el suelo oigo palpitar de pasos
risas de la madrugada
una invitación a orinar en la banqueta

las horas que se antojan fuera de las horas
las horas estáticas y eléctricas

igual a un fantasma que sostiene las huellas
de los que han sorteado trampas en este sitio
escucho los gemidos de una mujer y pienso
que es complejo imaginar a los amigos en el sexo

pero en la esquina dos hombres luchan con navajas
todo está tan en silencio que la muerte ha perdido su dominio
y de las heridas no brota la sangre sino aullidos

III. Ya camino bajo las olas verdes del parque amaneciendo

abrir la puerta del hogar con una angustia
por arropar al sol luego de dormir en la calle

entre oscuridad reconozco el poema nunca escrito

mi baño reposa solemnemente y la habitación
tiene las luces encendidas como si guardara un homicidio

mis piernas albergan al parásito de la tierra que goza de mí
como no lo hiciera el hombre de la noche del centenario

e imagino el calor de esa espalda que seduje con mis dedos
el consuelo de una boca repleta de hormigas como fuego

después el desmembramiento carnal y despiadado y tierno
y las luces encendidas y el homicidio y el punto final después del verso

pero en el amor me iré quedando solo
hasta que la soledad ceda su lugar a otra forma más intensa

y naceré en la brisa
un día que Dios
esté borracho
y grave




Antonio Rubio Reyes (1994). Nació en Ciudad Juárez. Licenciado en Literatura Hispanomexicana por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Actualmente estudia la Maestría en Estudios Literarios en la UACJ. Forma parte del proyecto Cartografía literaria de Ciudad Juárez (Juaritos Literario). Publica con relativa frecuencia en revistas literarias y académicas como Paso del Río Grande del Norte, Juárez dialoga, Nocturnario, Claroscuro, Al límite, Heraldos negros y Marabunta. Mención honorífica en el primer premio de poesía Rogelio Treviño (2017) por el poemario Blu.


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