KAREN ITZEL GABRIEL FROYLÁN



EL DELIRIO DEL FETO

(El delirio del feto comienza cuando el líquido amniótico de la fuente empapa al sol y nace un arcoíris, cuando un tizón encendido acaricia la curva de la madre tierra, cuando la mano de un Dios destroza el cordón umbilical y lo empuja a vivir fuera de Obsidiana, sin timón. El vientre se torna en una jaula surrealista de espejos. A punto de ser liberada, resbala, se eleva, gira, delira, despega, mirror-travel).


JAULA DE ESPEJOS
El pez nada en la esfera,
¿llegará el día en que quiera salir de ahí?
SUMERGIDA en amniótico, activo las preguntas y atrapo las respuestas de cristal, de cristal imantado a las burbujas, a mis muñecas, a mi nariz.
Navegué por semanas y meses hasta llegar a la novena puerta, mi vida camina con dolor sobre los años, hoy he comenzado a tejer mi ecléctica existencia con palabras y metáforas.
Macerada bebo botellas de amniótico, y masco flores de loto  para olvidar mi nombre y escribir un poemario.
Soy la mujer prisionera en una jaula de espejos.
Jaula de vellos azules,
Jaula de plumas que asfixian,
que purpurean los pulmones,
Jaula de viajes,
de placentas,
de barrotes umbilicales.
Me afirmo, me empaño y me rompo, una y otra vez. 

Hoy, soy como una hoja de papel
escrita con jugo de limón, 
desnuda, expuesta a la flama de una vela.



ESPEJO DE OBSIDIANA

MADRE, me rompo
después de dibujar tu rostro tantas veces, abro los ojos, y veo relámpagos tornasol que danzan en paredes blancas. Te veo.
Fui una bestia destinada a succionar tus montañas, cascadas blancas, caricias líquidas, embriagante vicio, tempestad  prematura para mi boca.
Soy el espejo de Obsidiana hecho a tu semejanza, espejo de cristal suave, oscuro, tornasol, distorsionado, castigo inaceptable para ti.
Boca, lengua, fuego, lava, soy.
Por invadir tu jaula tantos meses, por levantar la voz en la azotea, y romper la cadena con la que nací, nunca perdón. 
Nacer, volar, odiar.  ¿Sigue molestándote el espejo a contraluz con el sol? Sólo quería que conocieras al monstruo que floreció entre tus piernas.


ROTA

Nací en el siglo de las luces
rodeada de luciérnagas apagadas por el soplo de un molino renacentista, nací en una época que no es mía. 
Nací rota  y por eso buscaré amor en todos los espacios y los tiempos, hasta que muera otra vez.  Amor en las noches solitarias, amor en hoteles baratos, en editoriales fantasma, amor en rostros cubiertos por máscaras que se desgastan con los años, amor en las manos inquietas y deformes de los hombres.
Amor en la nieve que es tocada por el sol,  en lo efímero, en lo abstracto.
Amor conjugado en tiempo pasado, futuro e imposible.
Tú que te has olvidado del amniótico, que  saliste de la burbuja,  que has dejado de ser dos para ser uno y hoy, fragmentado, buscas ansioso tu complemento  sin saber a dónde te diriges,  dime ¿qué es el nacimiento sino una especie de muerte?


Conjugaré el verbo amar en pretérito pluscuamperfecto, te inventaré venado, mutaré en cierva y te seguiré aún después de la ceguera.


RAMAS

Te persigo intentando esquivar las flechas que danzan en la oscuridad de tus bosques.  Te persigo sorda porque mis oídos se atrofiaron desde tu llegada, te persigo ciega porque con mis manos vuelvo a unir la venda rosa con la que tapaste mis ojos aquel día de marzo.
 Te persigo corriendo a cuatro patas, tropezando como un venado herido,  buscando tu fuego,  y te quedas estático, pero no te alcanzo. Corro, y busco en tu casa adoptiva de hace años, donde siempre te encuentro.
Te abrazo, me ves hacia
Abajo

                                                    y me dices sonriendo
que eres un ente complejo, pero te persigo.
Y he de seguirte, porque soy sólo una sierva con la columna vertebral fracturada,  porque estoy hecha de cristal, y aún no sé de qué estás hecho tú.  Porque otra vez estoy en tus bosques viendo el arco en tus manos  y tu sonrisa lejana cuando das en el blanco.
Y es que soy sólo una cierva que ha adoptado tus ramas para sentirse tuya.   Soy sólo una cierva que cuando siente  tus flechas taladrando su cuerpo, destila agua, junta con fuerza los labios y se queda muda.



EPIFANÍA


Bicefalos,
sí, bicéfalos, repletos de estrellas en el cuerpo
siluetas delgadas que apenas pueden sostenerse
de tanto que se aman.

¿Abrazo?  Falso recuerdo de este mayo,
soplo, coagulo en calles de Morelia,
agujero negro en los ojos,
alucinación de nariz roja en medio del desierto.

Amor es utopía,
el arte no es Azul,
ni mayo es rosa,
las máscaras son transparentes ante mis ojos.

Masco los pixeles de tus fotos         con ruido
escupo los poemas que escribiste en el patio.
Disparo tu muerte,
te amputo los labios,
te suelto a la lluvia,
el paraguas que necesitas yace en tu cama.



NAUFRAGIO

El viento me golpea,
sin luna                     no puedo pensar claramente.
Necesito té e invertir palabras,
por eso estoy aquí.

Eres polvo blanco que decora mis paredes,
inhala, inhalar
hasta que el carmesí llegue a los labios.

Gravedad de voz octava en el jardín,
gravedad de voz octava plagada de mi nombre.
El agua pide al fuego que no se apague.

Desenfocada y en silencio retorno al naufragio


OCASO

Soy la mujer ocaso
(Naranja perverso para los que temen a la noche),
la mujer cierva, la de las ramas en la cabeza.
Soy la mujer roja que dominará
al eclipse.


VIVAS

El cabello recogido nunca me agradó,
los años de arroz y sal me aterran,
no todas debemos seguir el mismo camino.
Ahora que grito, abro los ojos 
y me encuentro en el sótano de las que soñaron,
¿Seré yo ese cuerpo mutilado?
¿Seré yo la cubierta de tierra?
¿Seré yo la que no tiene alma?
 ¿La que quemaron hace años?
                        Es preciso derribar y construir,
es preciso vivir y ser mujer sin que te duela.



Karen Itzel Gabriel Froylán (Capacho, Mich., 1993). Estudió Letras en la UMSNH. Obtuvo el Premio Ópera prima poesía de los premios Michoacán de literatura 2016 con su poemario Jaula de espejos.
El nacimiento, la imposibilidad del amor  y la muerte son los principales tópicos en su escritura.


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