PABLO ECHEVERRÍA

KIDMOGRAPH





Creo en dios 
Creo en dios 
en la palabra de dios
que habita en mi boca.

He escuchado a dios hablando miles de idiomas 
y en ninguno ha dicho mi nombre.

Creo en dios 
en las posibles humanidades de dios 
porque el error es humano 
y él está hecho a nuestra imagen y semejanza

Creo en dios 
en las plegarias 
que rezan su nombre 

He memorizado todos los cantos
y solo puedo decir que su nombre es silencio 

Creo en dios 
en la imagen de dios 
que no está en la Iglesia
He visto qué hay detrás de la máscara 
He abierto los ojos al sueño 
y me ha cegado la luz 
y he recordado que la luz que solo amplifica hiere
y la luz que no esconde es mentira

Creo en dios 
en la ira de dios 
que cae del cielo 
He roto mi voto de silencio para saber cómo se escucha la divinidad 
y he terminado arrastrándome en el suelo
llorando
con una voz animal en el pecho

Creo en dios 
en la pasión con la que entregó a su hijo 
He acercado mi cuerpo al templo 
con mis brazos abiertos en cruz
esperando también ser devorado

Creo en dios 
en el cuerpo y la sangre de su hijo
que están en mis manos
cuando en mis sueños soy lanza y atravieso su costado

Creo en dios y en los ídolos 
en todos los 
que vagaron por el desierto 
o en una ciudad que se parece al desierto 
buscando al final un abismo

Creo que si dios estuviera a mi lado 
se asemejaría mucho a un poema 
que nadie escucha 
que nadie lee
pero que todos creen llevar muy dentro 


Cuerpo y ceniza
Quemar el aire hasta la ceniza 
y con ella construir una casa que pueda habitar para siempre 
sin temor de que una ventisca la desaparezca 
Quemar mi boca hasta que no exista lenguaje alguno que me defina 
Y de esa ceniza construir una máscara de donde cuelgue mi nombre en una oración infinita 
Quemar la voz. 
Quemar la vida. 
Porque en el cielo ya no hay espacio para mi nombre 
Quemar el cielo en el que dios habita. 
Y de ese cielo, de esa ceniza, crear un hombre que sea mil hombres, una legión eterna pero vencida, 
una legión de poesía




La noche más larga.
No somos la noche más larga. 
No somos, ni fuimos la vida corta que esperábamos. 
No somos, ni estamos en donde deberíamos.
No bebimos en las alcantarillas.
No ligamos a las mujeres más guapas. 
No concretamos el suicidio en masa.
No tenemos el cuerpo de un hombre (escondido en la cajuela). 
No perdimos a Pedro en la secundaria (sin contar que ahora se llama Elena). No creeremos en Dios (hasta que Elena se embarace).
Somos solo un desierto de ideas y un trío de payasos malhumorados. 
Somos otro peldaño en el porcentaje de desempleados en la madre patria.
Somos los espectros de una generación espontánea que solo escuchó a JJ en el iPod de un amigo.
Somos la fuerza bruta encarnada en cuerpos pálidos e hilarantes. 
Somos el pánico de la noche, el analgésico de la abuela y los dedos de quinceañera descubriendo su cuerpo. Somos el arma en la sien del suicida; somos la bala y somos el hombre que aprieta el gatillo mirando en el espejo su cuerpo desnudo (lleno de lágrimas). 
Somos la parodia de la muerte en la portada del Extra. Nos venimos sobre el “Lunes sexy” y al terminar, caemos en cuenta que las vaginoplastias y las cirugías reoperatorias tienen mejores resultados cada día. 
Somos. No somos. Fuimos. Estuvimos. Lloramos y crecimos. No somos la noche eterna. Fuimos la muerte desnuda frente a la orilla del mar. Somos Paco, Elena, Pedro, Mario, Santiago y el desaparecido Miguel. Somos la noche más larga y en las mañanas, solo somos la sórdida caricia de un engaño.

I.
Solo un campo de batalla y una noción de guerra. Un campo que es nuestro cuerpo en todas las posiciones del beso, llevando como estandarte la desnudez, las madrugadas y el sexo. Solo una guerra que ganará la poesía: la de nacer una y otra vez en tu cuerpo. 



Pablo Echeverría (Quito-Ecuador, 1995). Estudiante Comunicación Social. Ha sido rechazado en los más dignos oficios del ámbito cultural como limpiador de baños a medio tiempo y librero de centro comercial. Ha colaborado en revistas digitales de narrativa y poesía como DigoPalabra (Venezuela) y Seshat Ediciones (Colombia). Consta en Despertar de la Hydra (antología del nuevo cuento ecuatoriano).


Colaboración: Sara Montaño Escobar 







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