MAX ROJAS

ELEGÍA COMO GRITO PARA UNA TARDE DE DICIEMBRE

                                                                                                     A María Elena

Desbaratado el grito, el silencio que cruje en la escalera, 
el sonido que llega de repente para decir no hay nadie, 
nadie grita tu nombre, nadie te espera, nadie camina
por la calle recogiendo tu sombra partida en pedacitos,
tu esqueleto partido en pedacitos, nadie te extraña,
puedes echarte a caminar mascando tu tristeza,
puedes perderte para siempre en tu tristeza,
nadie grita tu nombre, nadie te espera,
sólo el silencio que baja y te destroza,
sólo el silencio que baja y te aniquila,
el sonido que llega de repente para decir no hay nadie,
nadie camina desde la oscura zona del derrumbe,
nadie te espera, di buenas noches, estoy triste, busco a Elena,
la he buscado en todas las grietas de la tarde, no la encuentro,
estoy palpándome ceniza y no la encuentro,
busco a Elena, no vendrá nunca, dile que venga, no vendrá nunca,
llámala hasta que el musgo te nazca en la garganta,
llámala hasta que tu garganta sea de musgo, no vendrá nunca,
di su nombre, repítelo hasta que la lengua se te caiga,
repítelo hasta que los dientes se te caigan, no vendrá nunca,
sólo el silencio que cruje en la escalera te acompaña,
el sonido que llega de repente para decir no hay nadie,
nadie te espera, di buenas noches, tengo miedo, busco a Elena,
puedes echarte a caminar buscando tu tristeza,
puedes perderte para siempre en tu tristeza, no vendrá Elena nunca,
di su nombre, graba en la noche su perfil de sombra,
su rostro de neblina, su cuerpo sepultado en caracoles,
di su nombre, repítelo hasta que los dientes se te crujan,
clávalo en tu memoria como una enredadera de moluscos,
di su nombre, guarda lo casi nada que te queda, el último sollozo,
el recuerdo como una abandonada calavera, el llanto en pedacitos,
pregunta por Elena, desbaratado el grito,
desbaratados tú y tu sombra que se hunden bajo el grito
                                                                             /crujiendo en la escalera,
el sonido que llega de repente para decir no hay nadie,
sólo tu soledad que llega crujiendo en la escalera,
no está Elena, besa la oscura zona de sus labios,
no está Elena, muerde su sombra fría, no vendrá nunca Elena,
seguirás esperando, seguirás caminando su oquedad con los dedos,
seguirás consumiéndote en tu furia, no vendrá Elena nunca,
recoge su tristeza, envuélvela en su grito,
dile que busque a Elena por las calles,
dile que llame a Elena en las esquinas,
no vendrá nunca, seguirás esperando,
seguirás caminando los muros de la noche,
seguirás destrozando las paredes del sueño,
di su nombre, repítelo hasta que el miedo te derrumbe,
no hay remedio, bajarás con tu sombra al fondo de la tarde,
beberás en la tarde del grito que te ahoga, desbaratado el grito,
el sonido que llega de repente para decir no hay nadie,
no vendrá nunca Elena, desbaratado tú y tu cuerpo, no vendrá
                                                                                      /Elena nunca,
sal a la calle y grita, búscala en donde sea,
rompe las puertas, destroza las ventanas, derriba las paredes,
no ha venido, pregunta a los que pasan, no ha venido,
asómate al espejo, Elena, ven, gritando al borde del espejo,
no ha venido, seméjate a su sombra, parécete a su ausencia,
no vendrá nunca, todo duele, nada importa,
desbaratado el grito, el sonido que llega de repente para decir
                                                                                    /no hay nadie
nadie camina subiendo la escalera, no vendrá nadie, 
sólo tu soledad que sube crujiendo a tu esqueleto, 
sólo tu soledad crujiendo en tu esqueleto, desbaratado el grito,
desbaratados tú y tu cuerpo, y el grito con que gritan,
mira tu cuerpo que se hunde en el espejo,
mira tu cuerpo que se hunde tras tu grito en el espejo,
entrarás al espejo, seguirás a tu cuerpo que se hunde
                                                                  /tras su grito en el espejo,
te hundirás tras tu cuerpo y tras tu grito en el cuerpo de Elena,
                                                                             /oculto en el espejo,
volverás del espejo con el cuerpo de Elena metido entre tu cuerpo,
ámala y sálvate, ámala y quiebra tu alarido, no vendrá Elena nunca,
seguirás esperando, seguirás escarbando entre la noche 
                                                                                  /en busca de su cuerpo,
no vendrá Elena nunca, quedarás para siempre roída la conciencia,
amargo el llanto, fúnebre el recuerdo, no vendrá Elena nunca,
sólo la sombra de su sombra habita en el espejo,
sólo la sombra de tu sombra baja crujiendo la escalera,
el sonido que llega de repente para decir no hay nadie,
no vendrá nadie nunca,
puedes echarte a caminar mascando tu tristeza,
puedes perderte para siempre en tu tristeza,
nadie jamás te llamará en la noche,
nadie jamás recogerá tu cuerpo partido en pedacitos,
tu esqueleto partido en pedacitos,
desbaratados tú y tu calavera abandonada,
un sonido de luna se derrumba, un sonido de espanto se desploma,
vete por el espejo, Elena, ven, gritando en el espejo,
ámala y sálvate, ámala y quiebra tu alarido, no vendrá nunca,
ámala y húndete en la furia, no vendrá nunca,
desbaratados para siempre tú y tu cuerpo,
desbaratado el grito, el silencio que cruje en la escalera,
el sonido que llega de repente para decir no hay nadie,
no vendrá nunca nadie,
y cerrar esta puerta.

BÚSQUEDA DE UN CUERPO                 

Esta búsqueda atroz, que ya termine;
este mordisco, no, que me desgarra.
Ven. Mi sombra no te hará nunca más daño.
Se ha ido ya, sobre cristales rotos;
se ha ido ya, pero ha dejado las guitarras.
Vuelve. Es un clamor. Regresa.
Un huraño sonido nos espera,
un territorio de aves o de espinas nos acoge.
Es un clamor: regresa.
Idos, mis cirios, campanas tañen tenuemente
su clamido: vuelve.
Ya. Esta búsqueda atroz, que ya termine,
que ya cese este constante deshacerse.
Estoy al borde. Vuelve.
Pájaros: decídmele que vuelva,
que ahora mis manos son helecho
y no, nunca jamás le harán más daño.
Campanas: tenues tañed clamando su regreso.
Pero ya: que esto termine;
este irse apenumbrando entre el olvido,
este yacer entre herrumbrados fierros,
esta batalla atroz por hallarme en tu cuerpo,
que terminen.
—¡Adiós!

EPITAFIO DEL PERRO

Fue de sombra.
Aquí no está sino la sombra
de la sombra de un hueco que una vez
cavó buscando el alba.
(Jardín pleno de luz le fue vedado.)
Se devolvió a la sombra.
En soledad su sombra y su ladrido
siempre estarán huyendo entre la sombra.
Nunca jamás habrá perdón para él y su alarido.
Nunca hallará la paz su imagen de suicida.


TRENOS

V

Vinieron por el hueco
vinieron luego por la pared y los clavos
se llevaron ladrillo tras ladrillo
se llevaron los goznes
desmantelaron todo:
a pisotadas demolieron la escalera,
a puñetazos acabaron con los vidrios,
arrasaron con todo,
chamuscaron el pasto, pisotearon
tristísimos huesitos de paloma;
se llevaron el frío, se llevaron las últimas botellas,
se llevaron incluso la pared de enfrente,
se llevaron la cama y el montón de yerbas,
se llevaron la mesa y su montón de escombros,
se llevaron incluso los escombros,
arrasaron;
arremetieron después contra el silencio,
un gritadal dejaron en vez de aquel silencio,
deshilacharon más después mis alambradas,
sépase a mis puitas qué le hicieron,
pateáronme después mi fiel madero, mi astilla de querencias,
la dolorida armazón de donde cuelgan mis colgajos,
heláronme la voz heláronme la brasa,
se llevaron en fin, finada, a mi hosca huesa,
me llevaron a mí, me quedé solo,
di un traspiés, caí, caí hasta el fondo,
allí me derrumbé, me hice de herrumbre,
me puse a masticar mi triste hilacha,
pensé en llevar a hojalatear mis cuarteaduras
mejor me desistí, me eché un requiéscat,
un trago de mezcal,
cavé mi hueco
crepité
-concluye todo.

Max Rojas
Poeta, ensayista, crítico literario y gestor cultural mexicano (1940 -2015)


Colaboración: José Antonio Íñiguez

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