ADRIAN ASTORGANO

Mitosis


Sin matriz
recupero
la forma exacta
de todos los órganos
que me vieron crecer
tras la chaqueta
los turistas esconden
pérfidos regalos
de forma metálica
se dividen así
más que saciados de entrantes
tan sólo gestos
despues de eso
menú sin primavera
en bucle, micropartículas de polímeros
              y uranio empobrecido
manchar la porcelana
              el factor mutante
al refugio -de repente- de repuesto
en cada ventana iluminada
escuchar al hermano mayor
              radiante
educación para la ciudadanía
por cada ventana sin luz
un hambre atroz que liba
apenas sin saliva, los restos
que las farolas van dejando atrás
escudos humanos de incógnito
en la cola del súper
barajar víctimas, bajas, confesiones exprés
rapto de nutrientes liposolubles
            y tejidos adiposos
            tras la facción rebelde
sin causa
            la gota que cae de la barbilla
y se suma a la escarcha,
            ya no es, ni será mas
partre del cuerpo
            nunca más la corona
tan solo fotosíntesis
de asfalto y noche púrpura estrellada
de vapores, su consumo preferente
            la bienvenida.


Introducción al desenlace

mamá siempre sueña con pesadillas
recuerdas que siempre ha sido así
dentro de la lavadora
agentes de narcóticos
sin esfuerzo de incógnito, fariseos
comida para llevar,
una especie de herencia, neuróticos
como muertos de hambre
dentro del horno
un carné de conducir caducado
semen reseco y restos de vómito
apagas la alarma e intentas dormir
ocultarte de restos de kryptonita
la cama que te parió
y aquel ruido blanco
del electrodoméstico abandonado
 dos años atrás
en el parking del Ikea, un lunes,
la despedida 



Nana y herencia

siete años                                 despues de la farsa
surgieron unas protuberancias en el expediente
según le mostró el boxeador al conductor del taxi
dentro de su maletín;
según salía por la puerta todo parecía correcto
y según salía, el taxista cayó en la cuenta
en boxeador había perdido un par de monedas
                                      en el ajado asiento trasero
de algún bar, entre gritos
                                 ahora en la habitación quieta
sin saber que decir, sin poder articular la mandíbula
plantado, bajo la cúpula central
no consigo responder, ni el más mínimo ruido
ahí, con cagalera                   en mitad de la partida
ahí donde todos se plantan
pero tu juegas, perdiendo
restos de gasolina           con el cambio de uniforme
        tuviste el secreto
y pensar que no me importa...
        tuviste el secreto, un otoño a cincuenta grados
de los dos jefes que tuviste, dos que te dijeron
te dijeron repetidas veces
                                     no atiendas
a más de una cosa
por momento                         y manténla en secreto.



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