ERNESTO ESPARZA

AUTORRETRATO

En las simas de  las bolsas   debajo  de mis ojos
guardo
la borroneada hoja de mi ingreso al parvulario
la sonrisa de mi padre
una tarde con mi madre
algunos   abrazos fraternos
un poema de amor y juventud, que se suicidó apenas lo escribí
los ojos claros de una mujer que nunca fue para mí
la preferencia por la manzana newtoniana en detrimento de la paradisíaca
la embestida sobre  unas nalgas morenas
la desolación de una ausencia
la ebriedad de una catedral de góticos delirios
un dolor inescrutable, de tan violento
la  necesidad  de contar el mismo cuento
de formas diversas
un vómito suculento que, en horas bajas, me alimenta
una metáfora en ascuas
tres deseos en rehabilitación sicomotriz
y un jueves  de marzo

COSAS  QUE YO   IGNORABA

Nuestras arterias son como  calles porque están  llenas  de sangre
repite, como  un salmo, la  columna de gente que avanza
hay hombres con gritos desdentados y sombreros furiosos
mujeres que traen el fogón en el  alma
las faldas amplias  donde 12  hijos revolotearon
mientras buscan al primogénito
y niños que ya saben que esto no es un paseo
que   los domingos se destinan al paseo
aunque muchos padres ya no los pasean por temor
porque el culpable de que la gente no salga es el   miedo
afirma   una periodista televisiva con un  énfasis que me deja helado
porque eso yo lo no sabía
no es culpable  el Presidente que  solapa la  impunidad y  se vuelve criminal
no el magistrado que recibió 400  mil pesos
y desechó las pruebas de  homicidio doloso y delincuencia organizada
no el policía que dice ya no, mejor me voy a dedicar a  secuestrar
bueno, y yo que creía que estos que mencioné y algunos otros
eran los culpables 
menos mal que esa mujer tan bonita  me lo aclaró
para no incurrir en difamación
pinche miedo que le quitaste los paseos a los niños
esa muchedumbre que marcha, marcha contra ti
con plegarias que  alumbran las velas de la procesión
como si fuera Día de los Muertos
aunque es un impávido día de febrero
o tal vez en  mi país es día de los muertos todos los días
y eso  yo tampoco lo sabía
como tampoco sabía que Janet, 22 años, por vez primera
en los 2 años de concubinato  dijo oye Gordo estoy muy cansada
sírvete  tú de cenar y el Gordo dijo con acciones
mis manos, pendeja,  no son pa calentar tortillas sino pa echar putazos
y la mató a golpes hace 2 años
y hace un mes que salió de la cárcel
Qué cosas tan cabronas pasan en mi país
en un país donde el miedo le quitó el  paseo a los niños

POBLADO SIN GATOS

Lo que él  en aquel tiempo sabía de la muerte
a  su corta edad
era el auto que atropelló a su  gato atigrado
y el pesado sueño de su  abuelo en su caja de madera
pero el gato al día siguiente estaba echado en su rincón
los gatos tienen nueve vidas, le  aclaró una tía
tu abuelo trabajó toda su vida y debía descansar
le  dijo su  madre, y llovía café de sus ojos marrones
Al parecer, la inmortalidad era posible
se podía hacer con la muerte un pacto, como su  gato
o vivir en  un sueño, como su  abuelo
Hasta que ellos vinieron
nían con policías y venían de las tierras  a apropiarse
porque los grandes no consintieron que de ellas dispusieran
para sus fechorías
El pecho abierto en flor de su  padre
le  enseñó en realidad lo que era la muerte
Dicen algunas gentes, por lo bajito, que los policías
quemaron  vivos a los campesinos más bravos
y esparcieron sus cenizas en el monte
para que nadie supiera qué les había pasado
Con todo y su puñado de vidas,  qué miedo habrán tenido los gatos
de esos hombres
que todos se fueron del pueblo…

MUJER CON COMETAS

Mujer de rodillas inconsútiles, pies que Jesucristo pelearía por lavar
muslos largos y luminosos, como días de mi infancia
gravedad atemperada, irresistible geometría
y pensamientos cochambrosos
iría por ti a la península del exilio
y de regreso me traería una tajada de sol
para siempre verte bien
de manera que todos tus pliegues muestren su milimétrica sinuosidad
A la noche la está atravesando un cometa de alcohol
y  las estrellas, ebrias, se desparraman…
sí, como uno de esos que exterminó a los dinosaurios, pero sin pisto
y me imagino a dos de esas homéricas bestias
en telúrica cópula cuando el pinche cometa…
hablando de tiempos pasados me acuerdo de una mujer
que se creía muy lista y hablaba de un infarto del mioceno
y del surimi que azotó Indonesia, y yo me oriné dos veces de la risa
hasta que pensé ah, cabrón, ¿y si esas fueran metáforas profundísimas?
¿y si  se me escapó el contexto?,  ¿y  si el pendejo fuera yo?
ah, cuento todo tal cual, por si las dudas…
Y estábamos en lo de la noche y el cometa de alcohol
y  sus estrellas diseminadas, como esperma de un dios
que ninguna religión ha podido circuncidar
esta noche veremos si tu lengua afilada para despuntar ideas
posee también  la lucidez  como para  contar todos los besos que le daré
cincelaré los blasones de tus pezones
certificaré su vigencia de cerezo y su antigüedad de pirámide
mojaré, sin temor,  mi lengua con artritis en la vaguada de tu vientre
seré un obediente caníbal, los filos de un ay y un susurro
esta será una noche ilimitada
no me quejaré si me haces lo que la Schneider a Brando
no importa que me esmaltes el culo
ulularé en  francés oui  très  bien
¿traes   el cortaúñas?, me gusta el rojo profundo
cutícula   desdentada, topo que acaricia  las raíces del heliotropo
dame tu saliva ortopédica, tu organigrama de curso de verano
el pentagrama de tus cejas, el ritornelo de tu risa
el alarido que has guardado en tus intestinos
la composición química de tu aliento
puedes hacer lo que quieras de mí
cortarme en tres o en cuatro o en ocho partes
y armarme como mecano
o rebanarme como corte americano
por  cierto, oiga,  ¿si le dije que el rib eye lo quiero término rojo?
ah,  bien,  y tráigame otro Macallan
poner  el trasero  esmaltado donde estaba la cabeza
no  importa que en vez de eructos aviente pedos
que  mis oídos olfateen y mi nariz oiga
insertar los codos donde estaban las rodillas
lo que quiero es que conmigo te quedes porque te quiero
te ofrezco mi pequeño planeta sepia a cuotas
donde sólo cabemos nuestros sueños, tú  y yo
y a fin de hacerte más accesible el viaje
ven, súbete a la cola del cometa que pasa por este poema…

LOS OFICIOS DE MI MADRE

La Vía Láctea te daba la leche para el desayuno
Centéotl ponía en tus manos un poco de maíz
y  alguna moneda habría en un cajón para lo demás
Apagabas las estrellas,  que te habían servido
para ver si tus hijos dormían  bien
al pantalón naranja del orto le zurcías una bastilla
peinabas los bucles de nube del día
planchabas la camisa zarca del cielo
y le confeccionabas unos huaraches
para que se le orearan los pies ligeros
como si fuera otro de tus hijos
ah, y también lo regañabas si le daba por ponerse travieso
si, por ejemplo, venteaba o se nublaba de repente
Los rincones, poco a poco,  se iban despabilando
el  café estaba listo sobre el mantel azul y blanco
y el pretil de la cocina era un río  de olores
mientras partículas de polvo navegaban por el aire
como vilanos por campos floridos
Saludabas a tus plantas y flores
y  podía darse el caso de que tu rosal se quejara contigo
de la impertinencia nocherniega del romero
El sol se presentaba por completo y quería  guisar los frijoles
y tú le decías que mejor posara sus manos de niño
en la frente agnóstica de tu primogénito
porque ya era hora de levantarse
Sus pláticas solían girar acerca de temas simples
como el raro pegamento que unía a  la familia
o la vida,  en términos  generales,   esa cosa peligrosa que le pasa a uno
y luego,  él vería el reloj y calculaba que estaba en retraso
y te decía, bueno, ya tengo que irme, y tú, hijo, que te vaya bien
que Dios te acompañe, y él, si quieres que me acompañe
dale para el pasaje del camión porque yo no se lo voy a pagar
exorbitante prerrogativa que le permitías
tú, católica,  que sabías que el amor a un hijo
está encima del que pueda tenérsele a cualquier  dios
para luego mirarlo con resignado e inevitable amor
Un día la lluvia te reverenció yéndose  a mojar las pláticas
de las comadres en  la parte poniente de la cuadra
dejando   seca la oriente conversación que sostenías
con tu comadre afuera de la casa
Jamás dejaste tus cigarros sin filtro
que te provocaban ataques de tos
los cuales se yuxtaponían con los de risa
y era memorable la sonrisa en tus ojos cuando eso sucedía
Cómo hiciste, madre,   para sobrevivir a todo
a  la enfermedad de mi padre, al asesinato de Juan
a tener tantos hijos, a los  conflictos día a día
que, sumados, son como un maldito tsunami emocional
Te daba un poco de vergüenza no haber estudiado
pero lo que nos enseñaste en ninguna escuela lo enseñan
no sabías  decir con corrección  “seguramente”
pero, madre, sí sabías lo que significan   dignidad y orgullo 
qué podían decirte los sabuesos que vigilaban la casa en sus autos
cuando los confrontabas por pretender  quitarte a Manuel
mantuviste la calma cuando estuvo desaparecido
y luego  les hiciste saber que lo querías de regreso
Ojalá fuera posible que me contaras cosas ignoradas por mí
y eso no tiene nada que ver con ningún fenómeno religioso
ojalá cuando me toque bajar la cordillera de la vida
te encuentre detrás de una mesa con un  mantel a cuadros
y  un par de tazas de café
y puedas responder mi peregrina curiosidad
eso sí, muy temprano
antes de que ordenes y prepares el día
como cada día



Ernesto Esparza ( Tlaquepaque,  Jalisco,  1972), con la inocencia del niño que  afirma que   Santa Claus sí existe  y  la ingenuidad del ciudadano que  todavía cree en  las promesas  de los políticos,   ha  participado en diversos concursos literarios  de novela  y cuento  donde, por supuesto, no ha ganado nada. Tiene alrededor de 15 cuentos en busca de editor.  Ha  publicado en la revista digital El Grito Literario unos cuantos poemas. En noviembre del 2015 el sello editorial Rayuela le editó su primera novela  llamada   Hasta morir.




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