AUTORRETRATO
En las simas de las bolsas
debajo de mis ojos
guardo
la borroneada hoja de mi
ingreso al parvulario
la sonrisa de mi padre
una tarde con mi madre
algunos abrazos fraternos
un poema de amor y juventud,
que se suicidó apenas lo escribí
los ojos claros de una mujer
que nunca fue para mí
la preferencia por la
manzana newtoniana en detrimento de la paradisíaca
la embestida sobre unas nalgas morenas
la desolación de una
ausencia
la ebriedad de una catedral
de góticos delirios
un dolor inescrutable, de
tan violento
la necesidad
de contar el mismo cuento
de formas diversas
un vómito suculento que, en
horas bajas, me alimenta
una metáfora en ascuas
tres deseos en
rehabilitación sicomotriz
y un jueves de marzo
COSAS QUE YO
IGNORABA
Nuestras arterias son
como calles porque están llenas
de sangre
repite, como un salmo, la
columna de gente que avanza
hay hombres con gritos
desdentados y sombreros furiosos
mujeres que traen el fogón
en el alma
las faldas amplias donde 12
hijos revolotearon
mientras buscan al
primogénito
y niños que ya saben que
esto no es un paseo
que los domingos se destinan al paseo
aunque muchos padres ya no
los pasean por temor
porque el culpable de que la
gente no salga es el miedo
afirma una periodista televisiva con un énfasis que me deja helado
porque eso yo lo no sabía
no es culpable el Presidente que solapa la
impunidad y se vuelve criminal
no el magistrado que recibió
400 mil pesos
y desechó las pruebas
de homicidio doloso y delincuencia
organizada
no el policía que dice ya
no, mejor me voy a dedicar a secuestrar
bueno, y yo que creía que
estos que mencioné y algunos otros
eran los culpables
menos mal que esa mujer tan
bonita me lo aclaró
para no incurrir en difamación
pinche miedo que le quitaste
los paseos a los niños
esa muchedumbre que marcha,
marcha contra ti
con plegarias que alumbran las velas de la procesión
como si fuera Día de los
Muertos
aunque es un impávido día de
febrero
o tal vez en mi país es día de los muertos todos los días
y eso yo tampoco lo sabía
como tampoco sabía que
Janet, 22 años, por vez primera
en los 2 años de
concubinato dijo oye Gordo estoy muy
cansada
sírvete tú de cenar y el Gordo dijo con acciones
mis manos, pendeja, no son pa calentar tortillas sino pa echar
putazos
y la mató a golpes hace 2
años
y hace un mes que salió de
la cárcel
Qué cosas tan cabronas pasan
en mi país
en un país donde el miedo le
quitó el paseo a los niños
POBLADO SIN GATOS
Lo que él en aquel tiempo sabía de la muerte
a su corta edad
era el auto que atropelló a
su gato atigrado
y el pesado sueño de su abuelo en su caja de madera
pero el gato al día
siguiente estaba echado en su rincón
los gatos tienen nueve
vidas, le aclaró una tía
tu abuelo trabajó toda su
vida y debía descansar
le dijo su
madre, y llovía café de sus ojos marrones
Al parecer, la inmortalidad
era posible
se podía hacer con la muerte
un pacto, como su gato
o vivir en un sueño, como su abuelo
Hasta que ellos vinieron
nían con policías y venían
de las tierras a apropiarse
porque los grandes no
consintieron que de ellas dispusieran
para sus fechorías
El pecho abierto en flor de
su padre
le enseñó en realidad lo que era la muerte
Dicen algunas gentes, por lo
bajito, que los policías
quemaron vivos a los campesinos más bravos
y esparcieron sus cenizas en
el monte
para que nadie supiera qué
les había pasado
Con todo y su puñado de
vidas, qué miedo habrán tenido los gatos
de esos hombres
que todos se fueron del pueblo…
MUJER CON COMETAS
Mujer de rodillas
inconsútiles, pies que Jesucristo pelearía por lavar
muslos largos y luminosos,
como días de mi infancia
gravedad atemperada,
irresistible geometría
y pensamientos cochambrosos
iría por ti a la península
del exilio
y de regreso me traería una
tajada de sol
para siempre verte bien
de manera que todos tus
pliegues muestren su milimétrica sinuosidad
A la noche la está
atravesando un cometa de alcohol
y las estrellas, ebrias, se desparraman…
sí, como uno de esos que
exterminó a los dinosaurios, pero sin pisto
y me imagino a dos de esas
homéricas bestias
en telúrica cópula cuando el
pinche cometa…
hablando de tiempos pasados
me acuerdo de una mujer
que se creía muy lista y
hablaba de un infarto del mioceno
y del surimi que azotó
Indonesia, y yo me oriné dos veces de la risa
hasta que pensé ah, cabrón,
¿y si esas fueran metáforas profundísimas?
¿y si se me escapó el contexto?, ¿y si
el pendejo fuera yo?
ah, cuento todo tal cual,
por si las dudas…
Y estábamos en lo de la
noche y el cometa de alcohol
y sus estrellas diseminadas, como esperma de un
dios
que ninguna religión ha
podido circuncidar
esta noche veremos si tu
lengua afilada para despuntar ideas
posee también la lucidez
como para contar todos los besos
que le daré
cincelaré los blasones de
tus pezones
certificaré su vigencia de
cerezo y su antigüedad de pirámide
mojaré, sin temor, mi lengua con artritis en la vaguada de tu
vientre
seré un obediente caníbal,
los filos de un ay y un susurro
esta será una noche
ilimitada
no me quejaré si me haces lo
que la Schneider a Brando
no importa que me esmaltes
el culo
ulularé en francés oui
très bien
¿traes el cortaúñas?, me gusta el rojo profundo
cutícula desdentada, topo que acaricia las raíces del heliotropo
dame tu saliva ortopédica,
tu organigrama de curso de verano
el pentagrama de tus cejas,
el ritornelo de tu risa
el alarido que has guardado
en tus intestinos
la composición química de tu
aliento
puedes hacer lo que quieras
de mí
cortarme en tres o en cuatro
o en ocho partes
y armarme como mecano
o rebanarme como corte
americano
por cierto, oiga,
¿si le dije que el rib eye lo quiero término rojo?
ah, bien,
y tráigame otro Macallan
poner el trasero
esmaltado donde estaba la cabeza
no importa que en vez de eructos aviente pedos
que mis oídos olfateen y mi nariz oiga
insertar los codos donde
estaban las rodillas
lo que quiero es que conmigo
te quedes porque te quiero
te ofrezco mi pequeño
planeta sepia a cuotas
donde sólo cabemos nuestros
sueños, tú y yo
y a fin de hacerte más
accesible el viaje
ven, súbete a la cola del
cometa que pasa por este poema…
LOS OFICIOS DE MI MADRE
La Vía Láctea te daba la
leche para el desayuno
Centéotl ponía en tus manos
un poco de maíz
y alguna moneda habría en un cajón para lo
demás
Apagabas las estrellas, que te habían servido
para ver si tus hijos
dormían bien
al pantalón naranja del orto
le zurcías una bastilla
peinabas los bucles de nube
del día
planchabas la camisa zarca
del cielo
y le confeccionabas unos
huaraches
para que se le orearan los
pies ligeros
como si fuera otro de tus
hijos
ah, y también lo regañabas
si le daba por ponerse travieso
si, por ejemplo, venteaba o
se nublaba de repente
Los rincones, poco a
poco, se iban despabilando
el café estaba listo sobre el mantel azul y
blanco
y el pretil de la cocina era
un río de olores
mientras partículas de polvo
navegaban por el aire
como vilanos por campos
floridos
Saludabas a tus plantas y flores
y podía darse el caso de que tu rosal se
quejara contigo
de la impertinencia
nocherniega del romero
El sol se presentaba por
completo y quería guisar los frijoles
y tú le decías que mejor
posara sus manos de niño
en la frente agnóstica de tu
primogénito
porque ya era hora de
levantarse
Sus pláticas solían girar
acerca de temas simples
como el raro pegamento que
unía a la familia
o la vida, en términos
generales, esa cosa peligrosa
que le pasa a uno
y luego, él vería el reloj y calculaba que estaba en
retraso
y te decía, bueno, ya tengo
que irme, y tú, hijo, que te vaya bien
que Dios te acompañe, y él,
si quieres que me acompañe
dale para el pasaje del
camión porque yo no se lo voy a pagar
exorbitante prerrogativa que
le permitías
tú, católica, que sabías que el amor a un hijo
está encima del que pueda
tenérsele a cualquier dios
para luego mirarlo con
resignado e inevitable amor
Un día la lluvia te
reverenció yéndose a mojar las pláticas
de las comadres en la parte poniente de la cuadra
dejando seca la oriente conversación que sostenías
con tu comadre afuera de la
casa
Jamás dejaste tus cigarros
sin filtro
que te provocaban ataques de
tos
los cuales se yuxtaponían
con los de risa
y era memorable la sonrisa
en tus ojos cuando eso sucedía
Cómo hiciste, madre, para sobrevivir a todo
a la enfermedad de mi padre, al asesinato de
Juan
a tener tantos hijos, a
los conflictos día a día
que, sumados, son como un
maldito tsunami emocional
Te daba un poco de vergüenza
no haber estudiado
pero lo que nos enseñaste en
ninguna escuela lo enseñan
no sabías decir con corrección “seguramente”
pero, madre, sí sabías lo
que significan dignidad y orgullo
qué podían decirte los
sabuesos que vigilaban la casa en sus autos
cuando los confrontabas por
pretender quitarte a Manuel
mantuviste la calma cuando
estuvo desaparecido
y luego les hiciste saber que lo querías de regreso
Ojalá fuera posible que me
contaras cosas ignoradas por mí
y eso no tiene nada que ver
con ningún fenómeno religioso
ojalá cuando me toque bajar
la cordillera de la vida
te encuentre detrás de una
mesa con un mantel a cuadros
y un par de tazas de café
y puedas responder mi
peregrina curiosidad
eso sí, muy temprano
antes de que ordenes y
prepares el día
como cada día
Ernesto Esparza (
Tlaquepaque, Jalisco, 1972), con la inocencia del niño que afirma que
Santa Claus sí existe y la ingenuidad del ciudadano que todavía cree en las promesas
de los políticos, ha participado en diversos concursos
literarios de novela y cuento
donde, por supuesto, no ha ganado nada. Tiene alrededor de 15 cuentos en
busca de editor. Ha publicado en la revista digital El Grito
Literario unos cuantos poemas. En noviembre del 2015 el sello editorial Rayuela
le editó su primera novela llamada Hasta morir.