LAURA CARRILLO








Gabriel Pacheco



DESDE MADRID

Bebíamos cerveza como
si el mañana no fuera
un adiós sin despedida.

Como si fuera a haber más tragos
de miradas
más chistes lanzados al
aire de noviembre,
más conciertos errantes
en el metro
pasadas las dos menos veinte.

Lavapiés nos bailaba ese jueves eterno
como si fuéramos
 algo más que unos extraños,
algo más que un rozar de bocas
que antes de tocarse ya se alejan,
algo más que el recuerdo cambiante
de unos viajeros
que en vez de viajar,
huyen.

Te espero en ese nunca
que nos une,
en la Argentina de mis sueños
ya borrados;
Te espero en la historia no escrita
donde los finales no son
los esperados.


AHORA

Ahora que tengo alas,
pero estas son de trapo
y se mueven y conmueven con el viento de la primavera,
frágiles y macilentas tras la nieve de mi vientre.

Ahora que me tienes pequeña y cobarde,
acurrucada en el hueco de tus manos de roble,
me paseo por la astilla de tus ojos,
soberbia y contestona.

Ahora que muerdo la dicha
y promulgo la muerte como solución primera
al calvario de saberme en la otra orilla,
al acecho de renacer como por primera vez me viste,
pintada y repintada de sonrisas genuinas.

Ahora tú te quedas.

Permaneces mudo, pero erguido,
nostálgico de un todo que prometía
y se ha quedado flaco, casi inerte.

Permaneces estoico ante la desgracia,
leal y aventurado.
Enamorado de la tristeza, quizás,
o a pesar de ella.

Hermoso y taciturno,
investido de una dulzura
que unas poquitas veces me atraviesa y me duele,
tan superior a cualquiera de mis miradas de acero.

Ahora me eliges una y otra vez,
me perdonas y moldeas
con cada caída de tus pestañas de tierra y sal.

Ahora te amo y me espero,
a resurgir de las cenizas
y a hacer de mi pecho tu casa,
de mi alma tu abrevadero,
de mi sexo tu templo.

Ahora decido y decides,
crecer y partir,
vivir y morir lejos de nosotros mismos,
cerca de donde empiezan los sueños.



CUENTAN

Cuentan que las ovejas no cuentan
Antes de dormirse.
Que no tienen insomnio sino los que sufren,
Que hay angustias que solo se curan con canciones
Y noches para las que no existe un mañana.

Cuentan que el dolor no es más útil que el placer,
ni peor que el desconcierto
de saberse vivo y no vivir.

Que los que detienen sus pasos,
obligados por su sino,
mueren aun con latidos.

Que, si te enjaula, el (des)amor,
La enfermedad o tus miedos,
estás perdido.

Hasta que te encuentren.
No los otros.
Sino las células de tu cuerpo
Que aún promulguen la vida.




Laura Carrillo (Burgos, España, 1993). Psicóloga especializada en migraciones, viajera incansable y amante de la escritura desde que descubrió que las palabras sirven para derribar fronteras y construir mundos donde los dolores del alma convergen, fluyen y sanan.

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