NO
ESTÁ/NO SOY
Hace
tiempo que presentía
Este día
luminoso y la casa vacía.
A. AJMÁTOVA
Desde
esta cama fría —poco
acostumbrada
a mis huesos— se escuchan heridos
los perros
abandonados con sus aullidos
metálicos.
La lluvia es fina, pero siento
cómo explota
contra las aceras. Quiere nevar. Y
no se atreve.
Le debo a mi insomnio no
diagnosticado
poder contar las campanadas, y
percibir el sonido
de los coches chapoteando y las
risas de su interior.
Tres meses sin venir aquí se me
antojan eternos,
nadie me reconoce; todos se han
olvidado de mí:
¡soy un auténtico espectro que
puede mover objetos!
Mi madre no está.
Vacía la casa hueca de ecos que
persisten
los rincones huelen a madera
ardiendo:
es una sobredosis amarga de Pasado
(droga letal que deprime el
sistema nervioso
—y los médicos mienten culpando al
alcohol—).
No está.
Abandono el libro para contemplar
cómo se hinchan
los troncos: mañana serán
insignificante ceniza blanca
ceniza blanca ceniza blanca ceniza
blanca.
En el sótano a las patatas
abandonadas le han crecido
brotes rosas, de aspecto
repugnante y demoníaco.
No está, mi madre; ni yo casi
estoy,
y trato de dormir imaginando que
el aullido del viento
es una susurrante voz familiar que
ha venido del Pasado.
NÁUFRAGOS
y llega cada ola a
acariciar
esta
costa, tan vieja, de poetas
que la han cantado
triste antes que yo.
J. MARGARIT
Aquí
estuvo Javier Egea antes que yo,
bajo
los mismos techos de humedad salina
y
envuelto en el delicado
rumor
de este antiguo oleaje.
Esas
pueden ser las mismas jarcias
y
los hierros oxidados; las redes rotas
de
los pescadores que respiraban todavía.
(El
movimiento del dedo índice...
parece
sencillo, acabar la vida así.)
En
la fonda resuenan ecos
y voces moribundas
de nautas
y poetas sin alma;
es
como un cementerio en donde
esperan
recuperarla, o al menos robar alguna.
(La
dulcificante sonrisa de Noa
difumina
los negros nubarrones
que
se pierden tras las rocas de volcanes.)
Me
pregunto a dónde han ido
a
parar las cenizas de los muertos
que
aquí han esparcido tan delicadamente:
en
donde piso
se
encuentra el preciso lugar de los naufragios.
La Isleta
del Moro, 2016
BOLSITA TRANSPARENTE AZUL
His Master's
Voice
G
& T
Hoy dice el calendario que cumplo años: la
edad
en la que Slauerhoff murió de tuberculosis, la edad
en la que ya no puedo presentarme
a certámenes de poesía joven,
aunque cuando me lo permitían tampoco lo hacía.
A todos nos sucede al menos una vez en la vida
—incluso sin ser poetas—:
que los amigos se alejan tanto como tú de ellos,
sin saber por qué; el amor irrompible de antaño
se retuerce como un corazón infartado,
y las enfermedades de los padres se cobran sus
cuentas,
mientras arrecia el miedo a que mi hija deje de
quererme.
En la mano pende una delicada bolsita
transparente
llena de excrementos, de ese hombre con el que me
cruzo
en cada esquina, con su perro feo,
tanto como el dueño al que arrastra de la
cadena.
Hoy cumplo años, y veo el reflejo de la vida
en la bolsita azul, trasparente, tan diáfana como
un mar.
Antonio Cruz Romero (María, Almería, España). Escritor independiente,
narrador y traductor casual, aunque esencialmente poeta.
Ha
escrito el libro de relatos Cuentos macabros ilustrados, así como los
poemarios Poemas apócrifos. Los hijos malditos de Job, la inclasificable
(Breve) Antología del Epitafio Maldito y Hay una luz remota,
plaquette cuyas composiciones giran en torno a la figura y poesía del poeta
José Ángel Valente. Es traductor y ha
colaborado en varios medios virtuales e impresos.