WE ARE THE WORLD
Pienso
en el mundo.
Pienso
en el planeta.
Pienso
en esa imagen de la Nasa
donde
la tierra es azul y redondita.
Un
lugar perfecto
que
gira sobre su propio eje alrededor del Sol
y
es algo achatado por los polos.
En realidad no sé cómo es el mundo.
Si
debiera ceñirme a lo que he visto,
diría
que el mundo es pequeño
y
a veces llueve y huele a barro
y
diría que hay ríos y aviones
y
ciudades donde viven personas que hablan idiomas
y
hay hospitales y carreteras y taxis
y
tiendas donde venden queso.
Diría
que mi cielo favorito tiene nubes grises
y
que hay gente que duerme en los cajeros automáticos
y
bebe vino en tetrabrick y tienen negra la planta de los
pies.
En
mi mundo no hay guerras.
En
mi mundo la enfermedad incurable afecta siempre a
los
demás.
A
la hermana de mi padre,
al
padre de mi madre,
al
amigo del amigo de un amigo.
Vivo
en un lugar feliz.
Tengo
trabajo y zapatillas cómodas.
La
gente hace películas para que yo las vea,
la gente escribe
libros, pinta cuadros, estudia medicina, construye casas con vistas al mar para
mayor gloria de mí
mismo.
Si
yo estuviera solo en este mundo
me
moriría de pena o de un simple sarpullido.
POÉTICA 2
Las
conversaciones domésticas son una parte esencial,
coger
una sartén, una cuchara,
rascarnos,
mirarnos un lunar, tirarnos pedos,
escuchar
un pitido siempre que apretamos un botón.
Todo
eso que ocupa el 90% de tu vida
y
que sin embargo,
inexplicablemente,
no
aparece en los manuales de escritura,
ni
en los poemas.
LAST BREAKFAST
Busco
la decadencia de la carne,
el
exceso de grasa, el alimento
profundo
y mineral de las señoras
casadas
y con hijos. No me importa
la
lenta destrucción, el deterioro
constante
de sus órganos internos.
Sólo
busco un lugar donde agarrarme
al
borde de la cama, una mujer madura
hecha
de carne tierna y suculenta
con
todos los nutrientes necesarios
para
llegar a fin de mes sin pasar hambre.
La
vida, para mí, consiste en eso.
No
hay nada más allá del desayuno.
MBA
La
vida sin dejar de señalar,
la
vida sin memoria,
y
ya desde niño te quitan el asombro,
mamá
mira,
niño
no señales,
te
cortan el asombro,
la
bicicleta roja,
el
dedo tieso,
mamá
mira,
niño
no señales,
los
ojos como platos,
la
boca abierta,
te
paras de repente en medio de la vida
y
te disculpas,
pides
perdón,
perdón
por el dedo y el brazo y los ojos como platos,
perdón
por el color azul,
no
volverá a ocurrir mamá,
no
volverá a ocurrir,
voy
a portarme bien,
voy
a ser bueno,
voy
a estudiar un Master en Administración de Empresas.
SALA DE ESPERA
Vivir,
morir, alimentarte,
ir
al médico y que te recete Motilium, Omeprazol,
Emovate
crema para la balanitis,
Pulmicort,
Paroxetina.
Las
salas de espera de los hospitales huelen a cosas de hospital,
yodo,
agua oxigenada, Benzetacil,
huelen
a bacterias y enfermedades infecciosas,
catarros,
guantes de goma.
Tenías
cita a las 10 y son las 11.
Las
salas de espera de los hospitales están llenas de gente
que
tose
y
de niñas con muletas, de señoras en chándal
y
de hombres con problemas de próstata
que
te preguntan que a qué hora tienes cita
y
con qué médico.
Necesitas
medicinas, análisis de sangre,
necesitas
decir dónde te duele y desde cuándo,
que
no puedes dormir, que tienes miedo.
El
culo gordo y enfermo de una señora de mediana edad
te
roza cuando se sienta en la silla de al lado.
Tú
te apartas, te encoges, te haces pequeño
como
un virus,
intentas
desaparecer,
que
no te toquen, que no te hablen,
que
te dejen tranquilo con tus bultos y tus cosas.
No
bebes alcohol, no fumas, haces deporte,
comes
pescado, frutas y verduras,
bebes
dos litros de agua mineral todos los días,
zumo
de naranja, café con sacarina.
Cuando
sale la enfermera por fin dice tu nombre,
dice
fulano de tal o dice José Pérez o Alberto García
y
eso eres tú,
un
nombre, un apellido,
un
puñado de síntomas,
un
catarro mal curado,
otro
tumor que hay que extirpar.
Y Ave María Purísima.
Danilo
T. Brown (Manuel del Barrio Donaire para sus padres). Nació en Úbeda en 1977.
Ha vivido en Madrid, Alicante, Málaga, Barcelona y Madrid otra vez, donde
reside actualmente. Estudió en la universidad, trabajó de camarero,
teleoperador, profesor, periodista, librero, coach. Se sacó un máster y algunas
carreras. Es autor de los poemarios “Confesiones de un soltero autopoético”
(Point de Lunettes, 2009, Premio Nacional Princesa de Éboli, reeditado y
ampliado en 2015 como “Autopoético”), “Alguien que sea yo” (Huacanamo, 2011),
“Un ojo izquierdo llamado Danilo T. Brown” (Lupercalia, 2012), “Cirugía para
quiste del epidídimo” (Baile del Sol 2013) y "¿Por qué hay un plato que
gira dentro del microondas?" (Ediciones Liliputienses 2014). Por ahora sigue
trabajando y sigue estudiando, lee libros de autoayuda y va al psicólogo y al
psiquiatra, aunque no descarta dejarlo todo para irse a morir a Alaska. Sus
poemas también han aparecido en diversas antologías y revistas. Ahora ha
terminado de escribir "No soy el primero ni el último que salta desde un
séptimo piso" (aún sin editor) que es una cosa autobiográfica por la que
le desheredarán sus padres y sus amigos dejarán de hablarle.
danilotbrown@gmail.com
weblog danilotbrown.tumblr.com
Colaboración: Jesús García Mora