RITOMAR GUILLÉN


BIBLIOTECA
                        A Yuri y Kenneth

El sol
retira sus pasos del horizonte
el llano en llamas
                                   expira
como la visita diurna de los chacales
                                                           huyen las horas del reloj
los libros ya no extienden sus alas
ni amortiguan la imaginación del alquimista
enllavan sus códigos en lenguas muertas
la biblioteca se desatesta
de los charlatanes
va solitaria a mi fortuna
                                               quedando
afuera ciudades se edifican sobre el desierto
                        enjambres de autos aturden las autopistas
las bocinas vociferan la furia de los conductores
                                               bajo los soles postizos
engullen las hormigas
los centro comerciales
los antros donde se oferta un depurado menú del sexo
                                                                       abren sus piernas
más descaradas que las páginas pornográficas
                        las ratas salen de las cañerías
los zombis del inframundo hacen tour por los bares y karaokes
                                               más combustibles que los casinos
las ruletas no eluden la anomalía de los anfitriones
                                               y establecen el duelo
bajo el auspicio del azar
                        la mafia no duda de su didáctica del garrote
esquivando los escándalos supera al camaleón
obvian la hora de la siesta
                        los gatos convierten las azoteas en moteles
arpillados en los restaurantes
                        los platos seducen el apetito de las cucarachas
las audiencias nocturnas exigen el confort del kamasutra en la TV
                        mientras los indigentes activan su cuaderno de bitácora
para ilustrar la pobreza en los suburbios
                                               el huérfano conoce Las Vegas
                       
en el campo el mundo ronca
con las notas de los grillos
                                               las luciérnagas
trazan mapas celestes
                        y arman constelaciones
mi mente atrapa una idea
                                   marchan mosaicos de imágenes rotas
ojos congelados en el ayer
                                               ya no advierten el día proyectado.

Si lo pienso:
hay pulmones que no devoran el aire
y caminas cuando tus párpados han cerrado
el cuarto que ocuparon
un gesto inusual desdibuja el barro de tu cara
a merced de la voluntad de otra mano
el lomo de los libros descansa
                                               en el paredón de los apócrifos
se jubila en la mañana la luna
                        pero las yemas del sol ya no despiertan
a quien escucha concierto de otra parte.


LOS GRANDIOSOS ESPEJISMOS EN LOS DESIERTOS DE ÁFRICA 
 [Kalahari]

—¡Avancemos! ¡Avancemos! Exiliémonos
de estas aldeas primitivas,
porque acabamos en su mira,
porque acabamos víctimas de la ira.
Terror líquido de desintegrarse en la piedra
revive obras y espejismos,
archipiélagos pétreos y calizos,
civilizaciones y legendarios pueblos bajo un baño solar.
Piedras y asfalto, calcinados
se hunden, ladrillos sobre piedra,
como hoz:
Montículos que declinan por artefactos nocivos.
—¿Cuánta debacle colecta álbumes 
y nos lo revela adentro?
Imágenes en blanco y negro, y nada de cromático forraje:
originales.
Nos rehabilitan retrospecciones y viajes internos
por esos círculos que la memoria recela
—sus giros. Negativo: blanco y negro.
Rollo en devanar, imaginario colectivo,
negativo. Pesimismo. Vuelta al Génesis.
Porque tu filme, Penélope, niega de su vergel
ajuar para la piedra. ¿Sueño, película o realidad?

—Aquí no el bálsamo sino la venda.

—Por qué  no rota la rueda.
—Cómo se atoró el rayo en el eje.
—Que compraras un modelo te dije
de la Fórmula 1. —¡Avancemos! ¡Avancemos!
Con mayor velocidad uno empluma vuelo,
o al menos se reta al tiempo.
—Pero qué dosis engañosas.
¡Avancemos! ¡Avancemos!
Ya sus golpes bajos encandilan la discordia más pura—…

Egipto, Sahara, Daliol, Kalahari, Namib:
edificaciones siempre en disturbios.

___________
Sobre la meseta de Tademäit una ciudad se dotaba
como aro de ámbar y al horizonte frotaba
en ópalo de fuego:
sus azoteas se empañaban de matices grisáceos,
sus avenidas calzaban alfombra escarlata
y olas tórridas circundaban sus periferias.

—Pero dime:
por qué sus tramos de niebla seca se erigen gracias al sueño.
Por qué sus caravanas de arena y tormentas se desboronan
en los tornados del recuerdo…

Por qué el desierto esfuma todas estas construcciones
                                             ante un sediento.
—Porque todo lo observado como oasis de guerra
también lo ilusiona el viento.
Porque desierto y viento juegan al  ingeniero.
Porque todo esto lo ves o piensas o sueñas estando muerto.



Sobre el autor:




RITOMAR GUILLÉN (Nicaragua, 1985).  Filólogo, editor e investigador literario. Sus trabajos ensayísticos aparecieron en Carátula.net, Orquídea del Acero, El Hilo Azul. Su poesía ha sido publicada en soullotus.com, circulodepoesía.com, El Nuevo Diario, La Prensa y en varias antologías.
En el 2008, obtuvo el premio a la Excelencia Cultural (Literatura) de la UNAN-Managua.
Obras: Boxeo nicaragüense (1912-1979): historia y estadísticas (dos tomos, 2013-2014), 360 grados (2012) y Cuadernos universitarios (2017). Coantólogo de Vita plena / antología de poesía joven Chile-Nicaragua (2013), que en Chile apareció bajo el título Nuevos poetas de América (Fundación Pablo Neruda, 2013).


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