[Del libro Jazmín paraguayo. Poesía 2014-2006
(Buenos Aires: Nulú Bonsai, 2014)]
a.
(Herodes)
a Raúl González Tuñón, que escribió “quiero
poner una bomba”.
Casi una década de gente
flota en el agua.
Se ha dicho:
“deja que los muertos
entierren a sus muertos”.
¿Cómo se entierra en agua
lo que ya está en el agua?
Una década de nombres
flotan en el río:
en estos días, 20 centavos no alcanzan para
comparar nada.
Hoy en la tele dan un documental:
los canales que pasan “historia”
todo el día…
Algunas agrupaciones juveniles
de izquierda
hacen festivales latinoamericanos
con comida típica
y alguna que otra reivindicación.
Los poetas toman vino
y comen
en parrillas de flores.
Los muertos entierran a sus muertos,
me consta.
p.
Lo terrible no es la muerte
sino
las pequeñas pérdidas
de las que nadie se apiada.
Una vez
conocí a un carnicero
de nombre paz
que perdió su dedo meñique
y parte del anular
de un cuchillazo.
La art le dio dos semanas
de licencia
y algunos pesos de resarcimiento.
A paz
nadie le mira la
mano.
q.
En mi nuevo idioma
la palabra “amor”
significará también
“desconsuelo”;
significará también
“plano general
de gente en retirada”.
Esta tarde te llamé por teléfono y marqué un
número que se parecía al tuyo, pero era de un desconocido
Ojalá pudiera contarte cómo me siento
hoy
sin sonreír todas las veces porque te
veo
con esa cara de estar esperando algo
que yo no te puedo dar
porque no soy honesto ni tengo pesadillas
sólo sueños donde estamos unidos
inconscientes
rezando en un árbol sin hojas al dios que
habías inventado
cuando te dije que hoy no nos íbamos a
ver
preferible mañana que llueve
y todos nos reímos en voz baja
para no despertarte
ojalá pudiera contarte que no me acuerdo
cuando fue la última vez
que nos besamos tan fuerte
que ninguno de los dos sintió los labios del
otro.
Todas las personas de esta calle
Si pudiera contar
todas las veces en que miré por la ventana
esperando encontrar a alguien
ahora mi cuaderno estaría lleno de pequeñas
líneas
que serían arañazos o
pequeñas decepciones.
Afuera llueve.
Todas las personas de esta calle
usan paraguas baratos con la cara de Madonna.
h.
Un niño,
juega con el picaporte del tren
creando el sonido
de la máquina atropellando las vías.
Su padre
(de una molesta voz femenina)
entretiene a su otro hijo
obligándolo a contar hasta cien
para que no pierda la cabeza
cuando la asome por la ventana abierta
una vez puesto todo en movimiento.
La poesía
dista muchísimo
de la acción.
Jazmín
Cuando pienso en una flor
pienso en lo furioso.
Los jazmines, para mí,
son la naturaleza prendida fuego.
En
San Martín se fuma porro
En San Martín se fuma porro,
se trabaja doce horas
entre paredes grises, fábricas,
talleres mecánicos:
se come de dorapa
en las parrillitas improvisadas de la
esquina;
se deja embarazada a una prima,
se besa con gusto avinagrado
de trasnoche,
se coge sudando
-nada de pajearse
y no hacerse cargo-,
se hiere.
En San Martín, si te cortás
te pones la gotita en la herida
abierta
y a seguir laburando, flaco;
se compra frula
en la casa del transa
que cuelga zapatillas
casi nuevas
en los cables;
En San Martín
los perros lloran
al mediodía,
se compra el Olé,
se fabrican telas,
se baila en Soul Train,
en San Martín se fuma porro.
Le
Charly
Hablando
de la transmigración de las almas
con el Charly
en pleno año nuevo
mientras meábamos
la pared de un vecino
que no conocía
pero que después
resultó ser el hermano
de la chica que me gustó durante todo el
secundario,
hablando, dije,
del alma
y de la mancha de meo
arácnida
sobre el cuñado que no fue,
El Charly,
aliento fuerte,
la mirada aviesa,
Charly,
le digo,
no será que esto
de las almas
es una forma más
de la culpa de clase:
“¿Eh?”,
me dijo el Charly
y
justo ahí me acordé
de un graffiti
que
me había
resultado
simpatico y
ahora
funcionaba
como sentencia perfecta
del caso:
“¿Hay sexo después de la muerte?”.
[Del libro en preparación El desempleo]
4.
Qué decir si tu cumpleaños
o el cumpleaños de este mundo
cayó en un verano como este
como para arruinar los planes
de más de un clasemediero
con esperanzas de posesión inmueble.
Qué decir si mi esperanza
ya no entra en ningún beso
y que no queda nada salvo esperar
a leer algo en algún lado
que me devuelva: ¿qué?
¿una electricidad?
Pasa la mañana de ahora
como pasan todas aquí:
agujereando el cielo
como el taladro andante
que el amigo de mi hermano se compró
para hacer un negocio.
Pasa la mañana
como negocio de pobre.
Así.
5.
Me alcanza
la novia de mi hermano
que lava siempre todos los platos
un plato con uvas de una parra y me pregunta
si alguna vez
las probé.
Una parra de escena perdida
aparece
tapando un sol
que casi es el mismo de hoy
porque
el tiempo
para el sol
puede ser medido
en unidades
que no conocemos
o que todavía están pendientes
en cada uva.
La piel de la uva separada se acumula al
costado
del plato
y me las ingenio
para no notar nada interesante
en el hecho
de que mañana,
muy temprano,
me toca terapia
y a todo esto le van a cercenar un
significado.
7.
En un mundo mejor, esto no podría ser leído.
FERNANDO
BOGADO nació en Buenos Aires en 1984. Es escritor, periodista y docente en la
Universidad de Buenos Aires. Colabora en Página/12, Le Monde Diplomatique y
otros medios gráficos y online. Organiza desde hace cinco años el ciclo “Tercer
jueves” donde se funden la poesía y la música. En 2014, Nulú Bonsaí publicó
Jazmín paraguayo, libro que reúne toda su producción poética (aparecida en
plaquetas o inédita) hasta esa fecha. Está escribiendo su primera novela y
terminando un nuevo libro de poesía, El desempleo. Bien se puede decir de él:
un escritor sudaca.