Mi casa es now
y el mundo
gira
bajo el jet.
Me encarno
como quiero:
me hago un tour
defreedom por mis venas.
La vidriera
refleja los placeres
por
conquistar
finossouvenires por abrir
la luz verde
del semáforo... pero
al costado
: lahead sucia
hirsuta
viene a –
quethereisn’t –
que no
existe −
life-insurance contra contra
la muerte.
La face curtida asoma
sobre mi
hombro ‒ absorta
la mirada
más acá de los estuches
vedados al
deseo
¡pobre! –
del pobre homeless.
Umbral de
mármol gastado
por pies ya
fiambres:
mi cadena
perpetua.
Con un
colchón, dos mantas y un carrito
encatro mi
ghetto en las verijas
de Buenos
Aires.
…
La vidriera
refleja
su jeta
complacida: y mi cara
sobre su
hombro
en el cogote
erróneo.
Te odio con
equidad:
como a mí
mismo.
Megalópolis
Llevo
las venas en la piel
abierta
recorrida cuerpo
de
arterias exteriores
soy
para
mí crezco me expando crezco abarco
más
y más territorio: ya / no tendré
límites
miles de hombres salen
a
caminar / rodar / volar
buscan
las fronteras: ya
se
desvanecen dejan
de
existir: afuera
desplazadas
mercurio flexibles
de
barrios-continentes asiáticos
europeos
norte-centro-sur
americanos
oceánicos
africanos polares
marítimos
supra-atmosféricos sub
marinos
coincidiré
con / seré: planeta.
Me
sacudo como un perro
mojado
de día de noche me
pongo
los pongo
en
movimiento sueño
despierta
pesadillas
de
estar dormida
existo
/ me muevo / trago
suburbios
excreto: inburbios: islas
que
ya no expulso: impulso, muevo
sobre
mi piel rugosa hueca resbaladiza plena
de
excrecencias muevo
los
muevo los nómades
ya
están en casa / siempre / viajan
días
y días meses viajan
sin
abandonarme sin salida
desplazados:
emplazados.
No
tengo reposo descanso pululo
incesante
violento anulo
los
lugares creo
espacios:
rostros clonados idénticos
a
la nada: mercurio.
Libre
con los hombres labro
mi
libertad.
Topos
Bolivia es un desierto
el Titicaca un mar-oasis.
Las dunas unieron
sus montes de médanos
de la Huacachina hasta Atacama.
Después se derramaron
sobre medio continente.
El viento sopla el desierto
en las ciudades
se traga los caminos.
Ayer cedieron
las murallas de contención
de San Miguel de Tucumán.
Nos dicen los topos
del Tawantinsuyu.
Con nuestras narinas adaptadas genéticamente
para respirar bajo la arena
fuimos diseñados
como salvavidas. Pero
éramos pocos
llegábamos tarde.
En el alud de Purmamarca –cuentan–
no quedó nadie
solo la arena
amarilla.
Antes había cerros –parece–
de siete colores
aunque ya no vemos
todo el espectro.
Quisieron matarnos violando
la ley
de bioética porque
en épocas de hambrunas –decían– inservibles
comíamos mucho.
De día la arena es tibia y nos protege
del sol, de los drones y los cóndores.
Huyeron
los que pudieron.
Nos reprodujimos
viajamos.
Tumajkuna nos llamamos
en nuestra lengua:
meroderos.
Las ciudades enterradas son nuestras cuevas.
La arena seca y quema los cuerpos
y así tenemos charqui
para mucho tiempo
cada vez que las dunas
reclaman su paisaje.
Viajamos de noche
si hay peligro nos
enterramos.
Somos el color de la arena.
Somos el desierto.
Las capas subterráneas transmiten
los más tenues sonidos
y así sabemos –por
los quejidos–
cuando estamos cerca.
Antes del alba cavaremos
en Tucumán.
La Boca
Invierno.
Por la boca
del Riachuelo entran
marrones de río
las aguas polares.
En los canales se reflejan las ramas
desnudas de los árboles que no fueron
anegados por las aguas.
Un bote fileteado en azul y oro
grita:
“La única Venecia
en Sudamérica;
aquí abajo, bajo el bote,
yace Caminito”.
Un turista me saluda.
De brazos cruzados
apoyado
en la ventana desvaída,
lo veo flotar y después perderse
tragado por la bruma.
El policía antimotines
del puente de enfrente
clava
en el cañón los dedos
y en el gatillo
como una estatua.
Nada se parece al rosa brillante
del lago Retba
donde íbamos por sal
Eugenio López
Arriazu.“Topos”, “La Boca” y
“Megalópolis” fueron publicados en La
revuelta. Buenos Aires, Alto Pogo, 2017. “John” y “Aníbal” son inéditos.
Colaboración:
Luisa Isabel Villa Meriño