MÓNICA I. ORTIZ GONZÁLEZ







¿Por qué no hay un inquilino amable?

Hay un hombre con cabeza de conejo frente a mí
lleva un traje azul marino y corbata verde jade
-se hace negro el traje-
y le sonrío

El hombre-conejo baila en mi cabeza
con sus pequeñísimos pies descalzos
y blancos
sus pasos vacilantes me agrietan el cráneo
y de las hendiduras brotan flores como en mi pecho:
Tengo nueve flores en el pecho
Una se marchita y el resto florece

Los ojos del conejo son tan negros
como los tallos de las flores
el hombre-conejo me mira
y lo miro con mis dientes al descubierto

Mi cara se hace blanca como la del conejo
y mis orejas se extienden hacia el cielo:
-Hombre-conejo, ven a mi encuentro-

El hombre-conejo se sienta
su vista está hacia ninguna parte
y yo, escupo mis palabras hacia la nada


Cuántas fotos tengo que tomarme para demostrar que este no es mi rostro

Mi rostro fue escupido en frente de mis padres
nadie dijo nada porque tenían miedo a que llorara
no hay prioridad que duré cien años, pensé
y me di la vuelta dejando un lío sobre mi espalda

En mi cuarto no hay rincón que sirva de escenario para la selfie del día
espero limpiar un espacio para fundirme en la pared blanca
llena de manchas rojas, que pueden ser sangre
llenas de malas palabras, que pueden ser Puta
y que mi lápiz no quiso escribir a voluntad propia
pero sí bajo presión con una pistola calibre que quieras
porque no sé de armas negras y metálicas

Tomando el móvil, las piernas me tiemblan
han llegado a casa y la pantalla se pone negra
el celular se muere de miedo y yo me trabo
de la pantalla
que ha visto la gente desde hace algunos años
en donde he cambiado la imagen principal
dependiendo la situación en la que me encuentre:
una risa forzada -imagen erótica y coqueta-
una cabeza apoyada sobre la mano izquierda -imagen de todo está bien-
acciono cincuenta disparos con mi dedo índice y elimino cincuenta y uno

Activo los filtros:
Amarillo para poner sonrisas sobre mis ojos húmedos
Sepia para que la felicidad no sea absorbida
Blanco para que lo negro no se note

Relación disfuncional

Hoy el espejo dejó de ser yo
ignoró mis ojos
se robó mis lágrimas y se burló a mi espalda

Caminó sus propios pasos llevándose la sombra que ceñida a mis pies estaba:
se marchó

¿Fue el divorcio con mi reflejo, decisión apresurada, equivocada e irrevocable?

Ya no hay aire en este encierro ni luz que dé una ventana
sus ojos de mí se fueron y la risa me fue arrancada



MÓNICA I. ORTIZ GONZÁLEZ (Querétaro, México,1993) Estudia el octavo semestre en la Licenciatura en Estudios Literarios de la Universidad Autónoma de Querétaro. Su trayectoria es pequeña pero gratificante, ya que lo principal para ella es poder expresarse y aislarse de las circunstancias que la rodean, siendo la escritura la mejor manera para purificar su ser. Ha publicado el cuento “La jaula” en la Revista Enchiridión, ha colaborado con una crónica en El periódico de las señoras y participado en la el Coloquio de Estudios Literarios con la lectura del poema “Diminutos”. 

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