VÍCTOR PÉREZ

1.

Me castigó
Dios y me emborraché
y me caí en el embalse y
me hinché
como una vaca
soy yo
lo que te jode los poemas.
Ahora levemente tenso
y gracias a modernas morfinas
escribo poemas sinceros y mierdosos
mientras la novia en las colmenas
abstracta y sanguinaria
silba a los que emigran.
Con frecuencia acabas haciendo el poema de siempre
para luego arrepentirte por no haber arriesgado más.
Suavemente el pequeño anormal
corta los cebos del caballete
y bebe las hormigas de mi pie
en la bodega de los hostiones.
Las mutaciones de las bailarinas
nos animan. Una vida
mirando la cena puede ser otra cosa.
Sólo el poema destructivo vale.


2.
                                                                                       A Pedro César Alcubilla

Soy un puto perro sidoso
y una gorda me ha ametrallado
enculado por mi padre adquirí el escalofrío del imperio.
Sólo me gusta arrancarle verrugas a los mocosos
y plantarlas en el campo
debo hablar con las familias que se resisten.
Creo en el silencio de los retorcidos
y en las nueve mil balas abandonadas prendidas de mis trenzas.
Escupo caballa, sándalo y la sota de bastos a los
fantasmas de los ancestros que capturo en los palomares
a mí me hubiera gustado enterrarlos a más profundidad.
Bendigo los bebedizos y el vértigo inmeditado
porque me vienen al pelo para las sutilezas y las maldiciones.
Me estoy revelando como la geisha fulminante que vuelve.
La madre torcida y el tirador en el molino
redactan el juramento del viaje
acelero a fondo hasta que ella me clava
un tenedor en la mano
me gusta que se ría como una hiena con su vestido de lunares.

3.

No se me ocurrió manera más violenta, ni arma más rastrera
ni evolución más altiva y desesperada.
Aterrizan en las avenidas sobre un tobillo.
Se coordinan con la naturaleza como símbolos de la belleza salvaje del estado.
Amé las tendencias de la sociedad y, a veces, la mera impostura
en los documentos pasionales. Hoy, por fin, me cuelgan.
Soy la bendición de un engendro y la postulación de un salteador.
Dientes y entrañas en las lecturas magnéticas de los semínolas
provocan una puerta temporal tortuosa desde hace siglos
para que no me olvide de mis oraciones y coma mis cereales
tengo los ojos marrones y la tez pálida
voy caminando a la ciudad porque mi fe es conmovedora.
A tomar por culo la bicicleta.
El amigo maricón de la chica se corta el cuello en vacaciones
y yo broto del espantapájaros y me anuncio desde lejos
fumando lentamente una yerba temible.
El FBI encuentra los instrumentos
y a mi tío Vitoriano despedazado por fans rabiosos que querían entrar en la banda,
soy leal como un cerdo, cuando vigilo a las chicas dulces
sólo recuerdo mi monopatín aparcado en la hierba.
Vigilo el aparato mientras desembucho.
Soy un experimento del gobierno que ha acabado muy mal.
Mira cómo mantengo mi centro de gravedad y espero cuidadosamente bajo la sábana desde 1989.
Llevaros mis nudillos para los feriantes.
Oh Derrida mi puerca garganta te pide un hotel.
fumaremos un porro detrás de otro hasta que nos sangre la boca
seremos los que buscan suerte en el ocaso de la genética
como una élite guerrera en una buena noche.
Me va a salir un cáncer como un caballo
nunca di soluciones poemáticas a ningún ayuntamiento
dibuja en tu tierra la luna por debajo de los árboles
donde la audacia y el valor no sirvan de nada
me está saliendo una banda de rumanos en el corazón
yo estoy muy burro porque no sangro
desde el 98.

4.

Bibiana y Lulú mirad esta meada sustanciosa que lanzo
y que está por encima de todos los hombres que vengan
mirad cómo meto los labios en ella, cómo amago la tensión hacia mí
en un ángulo que me enjoya, mirad cómo excito mi hastío hasta
sincronizarme con lo que proyecto atravesando mi salmo de oro
así caigo sobre las multitudes humanistas.
Ahora mirad cómo eructo el té vocalizando vuestros bellos nombres de zorra
y  cómo meto fuego al gallinero con el Cantar de los Cantares
para unificar el espíritu de los pueblos.
Vengo de matar gente en América, ahora voy lentamente
hacia mi cubículo en España buscando a otros con mi monopatín negro
arrasando mi neuroquímica, hablando en latín, amortajado, original a rachas
endiablado y polvoriento como una cordillera joven, con mis pensamientos cristalinos
atravesando las autopistas, tomando carreteras, enganchándome a la parte de atrás
de los camiones. Al leer por las noches parcialmente a Frank OHara me empalmo.
No hay urgencia en mi rumbo al este; mis consideraciones emocionales
pasan por el estado de los rodamientos y la estática elíptica de la tabla
así pasan los días y así continúo mi fantasmagórica marcha hacia
nuevos enemigos de sangre.
Víctor Pérez (España)

Colaboración: Manolo Marcos

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