SOBRE MÉXICO 20: MANUEL IRIS, ALEJANDRO BACA Y MARCO ANTONIO MURILLO

Durante los últimos días se ha hablado bastante sobre la antología México 20, La nouvelle poésie mexicaine, creada para el Marché de la poesía, donde México fue el país invitado de honor.  Revista El Humo se dio a la tarea de preguntarle a algunos poetas su opinión sobre el tema. Ya hemos leído críticas, peleas y diversas publicaciones en defensa y en contra del libro de poesía mexicana, para Revista  El humo, era y es fundamental saber qué está pensando el /la poeta respecto a México 20.
A continuación se presentan  a  3 poetas que decidieron  dar su argumento.


¿Qué opinas sobre lo que significa para la poesía mexicana y para el aparato cultural la polémica que ha despertado la aparición de México 20? José Antonio Íñiguez:


Manuel Iris: Para empezar, debemos separar esas dos cosas que, aunque están íntimamente relacionadas, son distintas: la poesía mexicana y el aparato cultural. La primera es un conjunto de libros y poemas que el lector debe atender en soledad, y que significarán algo solamente así, individualmente. La poesía mexicana es una tradición larga y rica que desemboca, porque no puede ser de otro modo, en el encuentro de un poema con un lector.
Por su parte, el aparato cultural mexicano es un gigante de la hiperinstitucionalización. Es verdad que la noción de poesía nacional ha sido definida por una serie de negociaciones entre distintas facciones intelectuales con igualmente distintos proyectos poéticos, a lo largo del tiempo. No podemos negarlo. El aparato cultural es uno de los campos de batalla más importantes entre los que buscan hacerse de capital simbólico, de prestigio, en el mundo literario. Este supuesto prestigio, dado por ciertas publicaciones, premios, becas, etc., suele ser el motivo de luchas encarnizadas entre los poetas. La dinámica no me parece saludable, pero es natural en un campo literario tan institucional, y en el que se mueven tanto dinero y tantas prebendas, como el mexicano.
No he leído la antología que provocó tu pregunta, pero en ella hay muchos autores excelentes, y algunos que no me parecen nada extraordinario. No creo que la aparición en la antología disminuya la calidad de unos ni eleve la de los otros. Tal vez, incluso, haga patente la distancia entre ellos. Todos juntos, es verdad, han ganado algo de fama, de visibilidad, lo cual es importante pero secundario. Todos los lectores de poesía que de verdad lo son pueden discernir entre la fama de un poeta y su calidad como autor, sin problema.
Tal vez sea necesario recordar que un poema malo, traducido al francés, es un poema malo traducido al francés. No se convierte nunca en poema bueno. Igualmente, el poema o el autor valioso que no se encuentre en esa antología, no dejará de serlo. Solamente se le esconde, lo cual no es poca cosa, pero es distinto. No podemos confundir la calidad con la visibilidad.
Muchas veces hemos escuchado en México que alguien diga: el premio X lo ha ganado el poeta Y, con un libro espantoso. A veces se dice por envidia, pero muchas veces es verdad. Conozco muchos poetas mexicanos llenos de premios y libros (lo cual no es difícil en nuestro país), a los que nadie respeta como autores. Otros, por supuesto, son premiados y respetados. La cosa es sencilla: la fama se gana a base de relaciones públicas, y el prestigio a base de poemas.
En resumen, creo que la polémica que ahora discutimos tiene todo que ver con el aparato cultural mexicano, sus prebendas y privilegios, y muy poco con la poesía.



Alejandro Baca: Primero que nada me gustaría dejar claro que las polémicas, amagues y trompicones que ocurren dentro del llamado “mundo literario” no repercuten directamente en la creación poética. El plano desde el que ejerce se encuentra posicionado en las inmediaciones de este, pero no representa una mejora o daño a la poesía en sí, ni puede ser considerado como un síntoma positivo o negativo de su producción. Sin embargo, me parece que siempre es importante mantener una conversación vigente sobre lo que ocurre ya que este diálogo será de vital importancia para la maduración de la escritura en un futuro. En el caso de la antología México 20. La nouvelle poesie mexicainne, ha dado mucho de qué hablar. Se ha discutido hasta el cansancio desde el carácter de los antologadores, de los antologados, los criterios de selección, las búsquedas estéticas y, por supuesto, las ausencias que se encuentran en dicha antología. Cosa que me parece bien, pese a la pésima elaboración de muchos de los participantes dentro de la polémica. Para ser honesto, desde mi punto de vista esta antología no es muy distinta a tantas otras que se presentan anualmente en México. Las inconformidades, disgustos y argumentos se repiten una y otra vez, lo que me ha llevado a considerar que el problema es más profundo de lo que aparenta.
Desde las míticas antologías francesas en el siglo XIX, la inconformidad con respecto a los autores seleccionados ha signado su naturaleza, lo que aderezado por la “reciente” aparición de la política cultural ha convertido cada selección en un pandemónium. Lamentablemente no es lo mismo una polémica donde se discute desde el punto de vista teórico la aparición de tal o tal poética, a una polémica donde el aparato cultural interviene. En especial un aparato cultural tan enfermo y desquiciado como el que poseemos. La diferencia entre estas polémicas radica en su cercanía con lo literario. La primera goza de total validez frente a la literatura y la segunda no. Pero, en la primera es muy difícil llegar a una conclusión tangible y en la segunda sí. Por lo tanto, me centraré en el problema del aparato cultural.
Desde que Octavio Paz y Alí Chumacero presentaron Poesía en movimiento se ha mantenido una fuerte sospecha con respecto a los criterios de selección, ya que los escritores compilados mantenían una relación cercana con los orquestadores. Esto no puede ser juzgado en principio, es común que se establezca una relación más fructífera entre un poeta que realiza cierta poética con otro que realiza una parecida. En el caso de Poesía en movimiento, la cual es financiada por la editorial Siglo XXI, la selección fue regida por un criterio y gusto personal; lo cual puede ser debatido teóricamente, pero no de otra manera. Sin embargo ¿qué ocurre cuando el aparato cultural es el responsable económico de la antología? Las herramientas de discusión cambian; ya no es el mismo principio teórico o de gusto, pues el aparato cultural es regido por un gobierno y este gobierno, desde hace varias décadas, se presume demócrata. Esto no significa que sea necesario levantar un proceso de elección democratizado por toda la nación para conformar las antologías, simplemente requiere de una mayor transparencia al momento de su ejecución. En el caso de la antología México 20. La nouvelle poesie mexicainne ese ha sido el principal problema. La ejecución y criterio se vio nublado por un aparato tecnócrata que todo lo hace difuso.
Tomando esto en cuenta, no sólo el diálogo que ronda a través de la antología sino la responsabilidad cae sobre un mismo objeto: el gobierno. Es decir, si el gobierno manda a construir un puente y este se derrumba en unos días no tenemos por qué pedir explicaciones al arquitecto que lo diseño ni al constructor ni mucho menos al material con el que fue realizado, sino a quien contrató al arquitecto, quien contrató a los trabajadores y quien compró el material para su elaboración. Me parece que eso es lo que ha ocurrido con México 20. La nouvelle poesie mexicainne. Se ha puesto en tela de juicio a los antologadores, a los poetas seleccionados y a los poemas (los cuales prácticamente nadie conoce) y no se ha pedido una explicación satisfactoria a los verdaderos responsables.
La polémica surgida se puede considerar lamentable, por un lado se encuentran los inconformes, los cuales se han hecho de argumentos usuales y repetitivos como las mafias, el nepotismo y la corrupción (las cuales sí existen). Mientras que por otro lado se encuentran los defensores, quienes han llegado a acusar de “odio” y “envidia” (estos argumentos son aún más patéticos).
Mis conclusiones son muy sencillas. Tomando en cuenta que se trata de una antología de carácter gubernamental ha resultado un fracaso y no hace falta leerla para saberlo. Lo poco que se conoce sobre la selección y elaboración muestra un trabajo poco profesional, con independencia de la calidad de los participantes (la cual, personalmente, me parece decente). También pienso que los escritores involucrados (antologadores y antologados) no tienen por qué demostrar su inocencia ya que éticamente no tienen ninguna responsabilidad; pero tampoco tienen que cubrir los resbalones del aparato cultural (eso tampoco les corresponde). Y creo que todos tenemos, no sólo el derecho, sino, la obligación de exigir cuentas con respecto al trabajo realizado, pues pagamos los impuestos y somos ciudadanos.


 

Marco Antonio Murillo: La antología México 20 es, para sus autores y gran parte de sus compilados, una apuesta por oficializar ante la literatura extranjera, quienes sí de la poesía mexicana reciente. Para desgracia de muchos, los autores franceses, los más interesados en la literatura mexicana, solo podrán acceder a la obra de este pequeño número de poetas mexicanos, perdiendo la posibilidad de expandir sus horizontes o comparar las distintas corrientes que ahora conviven. Por otro lado, dicha antología revela algo que ha venido pasando en la poesía mexicana, de un tiempo a esta parte, el excesivo número de antologías que han salido al mercado, con el mismo fin: legitimar a sus autores, y con el mismo problema: la falta de un estudio crítico que justifique su existencia. En una antología no basta que los autores sean excelentes, es necesario justificar metodológicamente la inclusión de cada uno. México 20 no lo hace, e incurre en errores graves: 1) intentar decir que la nueva literatura mexicana se escribe en Guadalajara y el DF., 2) establecer aquella poesía casi experimental y de lo llamado arriesgado como la nueva poesía mexicana, 3) no incluir en la muestra a poetas que trabajan este tipo de poesía (Manrique, Bencomo, por ejemplo) 4) Incluir poetas que, en realidad, no trabajan este tipo de poesía y si acuden a ella es para imprimir un elemento diferente a su poesía (Peña, Bravo Varela). 5) Hacer lo que todo tipo de antología amateur hace: ser un álbum donde uno se toma la foto con la gente de verdad relevante. También pienso que la antología ha abierto un debate en la poesía mexicana, el cual debió ser zanjado hace tiempo, dicho debate se encuentra en el uso del concepto nueva poesía, como si la poesía, en general, trabaje con el término evolución, tal y como Darwin la entendía. Pareciera que los compiladores tienen preferencia por aquella poesía de la novedad y el arriesgue dejando de lado aquellas que trabajan con otros parámetros, acaso más tangibles y medibles. Hacer aquello es tapar un hueco al bote de la poesía mexicana, el cual para unos se hunde, solo para darse cuenta que se han dejado otros destapados donde brota más agua.


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