JUAN RAMÓN ORTIZ GALEANO

Lo invariable no cambia

“Los niños de luto miraban
las maravillosas imágenes”
Arthur Rimbaud

“Más yo, altanera, con orgullo vano,
cual águila real a vil gusano,
contemplaba a los hombres”
Gertrudis Gómez de Avellaneda


La madre llora cebolla, la madre es una yegua.
Les ha parido, invariablemente,
cuatro hermanos bastardos. Rojos.
Lo hizo a cuatro años del altar despojado de moral.
Delicadeza vuelta sucio lecho.
Esto aconteció hace ya cuatro siglos:
pero lo invariable no cambia
y lo maravilloso yace en la fotografía,
en el cromo que tampoco existe aún.
El padre sonríe a sus hijos,
sonríe desde el ataúd a sus hijos azules;
los otros (los bastardos rojos) también están de luto
pero no aciertan a sentirse despojados.
Ni culpables.

[de “Arrebatos del Epígrafo”]


Cirujano de pezones masculinos


Te quiero lejos como un sol muerto,
desaparecido en la extrañeza de tu oficio,
Cirujano de Pezones Masculinos,
te quiero en el frío cóctel del espacio;
ciego, manco.


[de “Arrebatos del Epígrafo”]


Desviación del primo al pez


El pez agoniza en la ribera del Río Salado,
yo me inclino a contemplarlo directo a los ojos
mientras quito el anzuelo que ambos
clavamos en su boca:
un botón suelto en mi chaleco
cae rozando su cara aún con vida;
pienso en devolverlo al agua.

Mi primo apunta con premura
y dispara contra una lejana lata vacía,
tiro por tiro,
su pistola semi-automática.
El arma caliente humea y descansa
junto a los aparejos de pesca;
él me asegura que está vacía.

La tomo, apunto a la altura de su cara
y disparo el último tiro que dormía en la recámara,
el proyectil zumba rozándole el ojo izquierdo
y lamenta en la lejanía su destino desviado.
“Francotirador”, me nombra para no asustarme,
agradecido tal vez, pero sin inmutarme,
vuelvo a contemplar al pez: ha muerto.

(A mis 12 años casi mato a un primo de un balazo en la cara, mientras pescábamos junto al Río Salado. Por milímetros la bala no lo tocó. El recuerdo del episodio inspiró este poema)

[de “Arrebatos del Epígrafo”]

Irreconciliable o lo contrario


Tu grito anémico,
mi oído mímico ruin,
tu llanto ínfimo,
mis manos
sin
tacto.


[de “Arrebatos del Epígrafo”]



Dioses dietéticos


mi niño muere en la playa partido por un rayo
y yo tengo un Dólar de plata atravesado en las piernas
con todo el ímpetu necesario para callarme;
tijeras, cremas, fragancias,
tabaco ya no son útiles,
nada alcanza porque nada resucita,
ni el encendedor dorado que arrojé contra la biblioteca
torciendo la tapa de su fuego ahora muerto,
caído entre revistas y dioses edulcorantes

enfoco mi vista hacia la costa nuevamente:
un enjambre de ángeles rubios, inverosímiles e imbéciles,
arropa el alma de mi niño con prendas de moda,
llevándolo entre mieles y almíbar
curan a mi niño
arropan a mi niño
abrazan a mi niño
elevan a mi niño montando un rayo

(El 9 de enero de 2014 por la tarde, un rayo cayó en Villa Gesell y produjo la muerte de cuatro jóvenes: Nicolás Ellena (19), de Junín; Agustín Irustía (17), de San Luis; Gabriel Rodríguez (20), de Henderson; Priscila Ochoa (16), de San Luis.
Escuché la terrible noticia de manera incompleta por radio AM, en mi departamento de La Plata. Percibí que un niño pudo morir en el accidente, y escribí este poema en forma inmediata, guiado por un profundo sentimiento de injusticia, bronca e impotencia. Murieron cuatro niños, lo eran de sus padres. Todos lo somos.
Un rayo nos trae, un rayo nos lleva: ¿acorde o contradictoria Divinidad?)

[de “Arrebatos del Epígrafo”]



Poema en el Piso 3

Las pavesas amenazaron el piso
que hervía cual volcán,
se agita la pluma del Epígrafo,
iracundo
huracán que se agita o tornado.

Los pensamientos atacan al Epígrafo,
y piensa:
“Paramoja:
Una crema boliviana
para la piel
en un envase
verde inglés”.

Se agita la mesa negra junto a la ventana,
ventana frente a La Estación
rigurosamente peligrosa,
pues débilmente sujeta el iracundo fijado
de sucesos apaciguadores o/e imPoesibles.

Un poema en el Piso 3
es un cuerpo destruido en la vereda,
es el cuerpo pavesa de la vida
y es crema
sobre la calle hirviendo cual volcán,
sobre la calle frente a La Estación
rigurosamente peligrosa.

[de “Arrebatos del Epígrafo”]

La Sustraída y el Preguntón

¿A quién debería encontrar yo
en el país del vino? (...)
¿el ingeniero que se perdió en el mar
hace cuarenta máquinas?
Juan Gelman

“El que está seguro de todo,
es lo más parecido que hay a un imbécil”
José Manuel Caballero Bonald

En el País del Vino encontrarás
al Poeta Derrotado (sobrio),
quien iluso y confiado permitió -sin avalar-
el secuestro impetuoso de su Luna.

El Ingeniero no se ha perdido en el mar,
simplemente cambió sus coordenadas
y su identidad para no ser hallado;
es más, dejó sus señas para vos, Gelman,
por si preguntabas.

HABLA EL NARRADOR:

Dylan Thomas extendió su mano
alcanzándole al curioso y joven Gelman
una pequeña tarjeta negra,
en cuyos caracteres blancos
-impresos en leche de cabra-: podía leerse:

“Yo solía ser El Ingeniero,
mi nuevo nombre es:
Infame Secuestrador de la Luna del Poeta.”

[de “Arrebatos del Epígrafo”]



Juan Ramón Ortiz Galeano. Poeta y narrador argentino nacido en Buenos Aires (1975). Obtuvo diversas distinciones por su carrera literaria. Ha publicado en numerosas bitácoras literarias digitales e impresas. Textos suyos fueron incluidos en las antologías impresas: “Los Vicios Solitarios” (Narrativa breve. Ed. Junta de Andalucía, SE: 4396-03, Sevilla-España, 2003); “Más que palabras” (Poesía y Narrativa Breve. Ed. Bubok, Barcelona-España, 2009); “Una isla en la isla” (Poesía. Ed. Latin Heritage Foundation, ISBN 10: 0983245002 Washington-Estados Unidos, 2011); “Poemas Inolvidables” (Poesía. Ed. Latin Heritage Foundation, ISBN-10:0983245045 Washington-Estados Unidos, 2011); “Carpe Diem” (Poesía. Ediciones del Centro Poético, ISBN 978-84-937336-8-1, Madrid-España, 2011); “Anuario Baquiana XV” (Poesía y Narrativa Breve. Editorial Baquiana, ISSN: 1940-0268, Miami-Estados Unidos, 2014); “Cincuenta y Pico Palabras” (Narrativa Breve. Editor Alejandro Garaizar, San Sebastián-España, 2014).
www.juanramonortizgaleano.blogspot.com // @OrtizGaleano


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