Violación. Revertida
Como si te estuviera violando anestesiada
como el doctor de Toronto que dedeaba
los hoyos del niño, de mami, y de abuelita
― la pericia de un especialista con las mejores
credenciales.
Del otro lado de la cortina azul,
cirujanos abriendo abdómenes,
esparciendo sangre
en las baldosas de cerámica ―
un desflore con las mejores intenciones.
“Saben que también quieren,” les dijo el doctor,
metiendo su pene completamente,
en bocas paralizadas
por drogas e incredulidad.
“Sabes que también quieres,” me repito a mí misma
antes de cada poema en el que
describo nuestro hacer el amor imaginario,
saboreando tu ternura sin que tú lo sepas ―
como un inmerecido rechazo de tu dignidad como hombre
liberado hace cientos de años
pero aún inquietamente fuera de lugar.
Sólo Dios sabe de donde surgen tantos
poemas desvergonzados.
Tu
cuerpo ―
desapareciendo
en la oscuridad,
tus
manos sujetando mis muñecas,
impidiendo
cualquier posibilidad de acariciarte.
Te
precipitas en mí con la prisa de un adolescente ―
obedezco
a pesar
de mi dolor ―
como si
quisieras llenarme
de pies
a cabeza
con una
sacudida de alto voltaje
para
aniquilar cualquier inhibición.
Jadeo ―
un
susurro frágil desvaneciéndose,
inaudito,
anticipando
la muerte
orgásmico.
Hacia la mañana
aun intento describir como hicimos el amor ―
infinitamente estirando demasiado dos o tres detalles
reales
en metáforas eróticas e ironías autoindulgentes,
reinventando tu bondage
sin pensarlo dos veces.
Genealogía. Frente al
espejo
Los ojos ardientes de cazadores,
sus cuerpos pintados en tonos fosforescentes
desafiando el desierto con gritos de batalla y
suspiros de amor.
Los inusuales dedos largos
de un escocés tocando la gaita
en la cubierta de un barco, su barriga llena de esclavos
de todas las edades.
El bigote de un beduino que se escabulló
en tu acervo genético
en el nombre del Corán
aprovechando una fata
morgana.
Mujeres encadenadas
y esclavos esparciendo su semilla al azar
en el nombre de Europa,
hasta que una niña aborigen de dieciséis años en Nueva
Escocia,
su sangre diluida por siglos de colonialismo,
murió dando a luz
al primer hombre libre de tu linaje.
“La gente se reunió y la gente hizo bebés,” dices
con ironía
para dignificar las violaciones y las factura de ventas
que enraízan tu árbol genealógico.
Color. Ciego.
Haces el amor
con el pánico de un hombre que ha intentado por décadas
afirmar la procreación como un arma
contra el racismo,
la amarga ternura de alguien que lleva la traición
grabada en su ADN.
Nos besamos y el mundo pierde sus colores
tu cara se desvanece en la cara de él ―
un niño
imaginario
de dos
años, tres a lo mucho,
que se
escabulle alrededor de los muebles
abarrotados
en mi sala
arrastrando
detrás de sí
(como un
perro con correa)
un globo
amarillo medio desinflado.
Te entierras en mí
como en una cama de flores
donde sigues intentando en vano sembrar
tu semilla.
El niño
ríe, con una sola exhalación apaga
cuatro
velas imaginarias en su imaginario
pastel
de cumpleaños
(chocolate
y vainilla con glaseado azul).
Tiene tu
cabello rizado
y mi
ligeramente puntiaguda nariz,
huesos
delicados
como un
pájaro que Dios olvidó crear,
tus
extrañas orejas y piel
un poco
humosa
como
todos aquellos sentenciados al nacer
a una
siempre confusa mezcla de identidad.
Mudamos de piel, como un par de serpientes perdidas en un
paraíso
infestado de mala hierba y manzanas que ya han iniciado
a pudrirse,
alternando entre vino aromático
y vinagre de manzana que gotea
de los pies de Jesús.
El niño,
ya de seis, está a punto de entrar a primer grado.
Asiente
con diversión,
ignorando
nuestros ruidosos esfuerzos de hacer venir al otro.
Hojea
mis
libros en rumano y tus libros en inglés.
Cuando
cree que no lo vemos, arranca algunas páginas
y hace
barcos de papel, ranas de papel, cruces de papel.
Hacemos el amor hasta que sangre fétida sale despedida de
mí
a raudales
y el hijo que pudimos haber tenido
gorgotea por el desagüe,
llorando sin voz.
“Pero
puedo cuidar de ti,” me quejo.
“La
inmaculada concepción,” te burlas,
escabulléndote
―ambos, padre e hijo
deseando
― cobarde
olfateando
tras
otro útero.
Orgasmo. Lamentándose
Penetras mi cerebro como un gato que mete
su espinoso miembro,
en todas las gatitas del vecindario,
llenando la noche con alaridos desesperados
para el horror de los padres y el desconcierto de los
hijos
enviados a la cama con tareas sin terminar
y estómagos vacíos.
(Cada
ráfaga de viento trae un leve gemido
como un
vago signo de interrogación
perdido
entre los ruidos de la ciudad.)
Observas como me estremezco,
excitada y sin rastro de vergüenza,
y comienzas a reír ―
arrogante como un chamán primigenio
esperando la larga fila de esposas vírgenes
ansiosas por ser desfloradas por el
pene de piedra sagrada
como generaciones de mamás y abuelas
antes que ellas.
(El
llanto se vuelve cada vez más débil
cubierto
por los silbidos de los trenes,
los jets
estallando en los cielos,
y los
gritos melodiosos de los vendedores de agua.)
Tu rostro ― cada vez más y más impenetrable
como la obscuridad enmudecida dentro de una cueva
en el ferrocarril subterráneo
abarrotado con huesos de esclavos
que nunca encontraron el camino de vuelta
a su boca.
(El
llanto desaparece suavemente en los pulmones de
recién
nacidos negros
asados
en un pincho de madera
hasta
que la piel brota en ramos
de
flores sangrantes
y los
ojos explotan como huevos sobrecosidos.)
Tu eyaculas y rompes en llanto
lamentándote.
Diana Manole, poeta. Ha publicado nueve
colecciones de poemas y obras de teatro. Ha ganado catorce premios literarios. Después de
mudarse a Canadá, ha publicado poemas en inglés y traducido en colaboración con
Adam J. Sorkin en revistas en Canadá, Estados Unidos y el Reino Unido. Además,
se imprimieron traducciones de su poesía canadiense en varias revistas rumanas.
B&W, su última colección de
poemas, fue publicada en 2015 por Tracus Arte en una edición bilingüe en inglés
y rumano.
Traducción:
Traducción:
Claudia García, es
estudiante de lenguas modernas, gestión cultural y traducción en la Universidad
Anáhuac. Es ganadora del 10°
Concurso Nacional de Ensayo Filosófico Preuniversitario “Problemas Éticos de la
Sociedad Actual” en el año 2014, organizado por la Universidad Iberoamericana.
Actualmente está escribiendo su primer libro de cuentos.