Tiawanaku
poemas
de la madre coqa
Kollasuyu
Bolivia
Chakaltaya
Porque
en la cima de esta cumbre nadie llora
sólo
ríos entumecidos de tristeza
surcos
serpentean el hielo
y
el rastro de ceniza que derrite este glaciar:
el
fuego aymara galopa su tiempo inquebrantable
cuento
la grieta de esa larga pausa con un quipu colorido
aquí
y ahora la flor sobre su antigua cruz
*
¿Qué
labio famélico se abre en el festejo del octavo mes
para
que esta Tierra lo devore todo?
mi
cuerpo tu sangre
un
dolor que ha caminado a través de incienso
un
humo nacido de esta arcilla impropia y fría
paja
ocre y dorada que alimenta los hornos minerales
pasto
altiandino entre la más pedregosa inanición
barbechos
donde planto las simientes que no germinarán
*
Porque
en la cima de esta cumbre la luz es
diferente
aunque
siempre es una exacta luz atravesando los deshielos
una
misma claridad gammacautiva en esa atmósfera
un
fulgor violeta altisonoro que nos ciega
*
En
esta orilla filosófica
hincada
en el asombroso último de las montañas
tranquilo
es el cenit que contempla esa mujer
sus
mejillas ásperas poseen rubores inauditos
mientras
caen las livianas escarlatas de un embrión auquénido
sobre la estepa
degollados
guanacos y vicuñas en el mapa rojo de esta ofrenda
su
voz chillante invoca la opulencia
*
el
blanco andino y la amargura
(invierno que forja carbón y filigrana)
el
blanco andino y el cristal regado
(flama inextinguible su pureza sacraliza todo estrato)
el
blanco andino y el lago que oscurece en cada atardecer
(la diosa viaja siglos y atraviesa
selvas)
*
el
blanco andino y los autos con sus flores amazónicas prendidas del
retrovisor
(la
aymara se retrata junto a un muñeco de nieve)
el
blanco andino y el sacrificio a esta cruzserpiente
(el aymara riega alcohol y abrasa las
columnas de oscura y rancia carne
un
Cristo repta en el vitral arenoso de la iglesia)
el
blanco andino y aquellas lágrimas rodeando imperceptibles tu silencio
(en los días que fuimos soles
trashumantes)
el
blanco andino transfigura en amarillo luz
*
¿En
qué lengua hablan tus dioses y mis dioses
qué
agua misteriosa los contiene
cuándo
estallará su sinfonía salida del caracol
por
qué montaña transitan las semillas
las
vasijas y sus tiestos donde labrar los nuevos rostros?
¿Ese
peregrinaje es aún el nuestro
las
luciérnagas se apostan en cada espiga
y
así el aire flagela nuestra piel?
*
Porque
la noche y el día están vacíos
camino
la cima con el soplo de quien muere fulminado
por
la veta de una oscura mina
por
la nube que es sombra y plasma tatuada
eternamente
Apago
el resplandor
para
no mirar el gesto de mi carne abierta:
esos
minerales sin ayunos
esos
humos creciendo como filos de metal contra el amor
*
Quiero
libar a las deidades pétreas
con
esa chicha fermento de maíz podrido
con
ese tu brebaje espiritual desbordando desde un keru:
en
los ceremoniales vasos que luego quebraremos
contra las rocas
ch´allar el jugo derramado de las ollas
ofrendar
los tiestos
con
vibrante alcohol entre sus pies y hasta la médula
Quiero
unir sus viejas ropas con las hebras de la zoología
que
avanza lenta por los Andes
que
rumia cualquier yerba altisonora
Quiero
llorar su derrota y su conquista
desde
esta ladera del mundo.
Judith Santopietro (México, 1983).
Escritora e investigadora. Premio Nacional de Poesía Lázara Meldiú 2014. Ha
publicado en el Anuario de Poesía Mexicana 2006, Fondo de Cultura Económica;
Antología del Festival Latinoamericano de Poesía Ciudad de Nueva York, EE UU,
2014; y el libro Palabras de Agua, Conaculta, Ivec y Praxis, México, 2010. Ha
participado en la XXX y XXXI Feria Internacional del Libro del Palacio de
Minería; III y IV Recital Chilango-Andaluz, México y Sevilla, España; Festival
de Poesía Latinoamericana Rodante LATINALE, Berlín, Alemania, 2010 y 2015.
Estudia el doctorado en Iberian and Latin American Literatures and Cultures,
literatura y cultura nahuatl, Universidad de Texas en Austin. Dirige Editorial
Cartonera Iguanazul, un proyecto para revitalizar las lenguas indígenas entre
las comunidades migrantes en la ciudad de Nueva York.