LAUREN MENDINUETA





LA TORRE DE MARFIL

El mundo es una torre de marfil, en vano
busco una puerta en sus paredes curvas.
Parezco una actriz representando a un borracho,
camino tratando de hacer una línea recta,
nunca eses. No soy una profesional
de la actuación, ni siquiera me lo parezco,
pero caminaré tratando de hacer una línea recta.
A veces me siento frente al ordenador y busco
toda clase de cosas, desde zapatos hasta amor.
Y sí, todo lo encuentro allí, porque el mundo es una torre
y estoy atrapada con todo lo demás,  es inevitable.
Cuando me miro al espejo me sorprende lo común
que parece mi rostro, y me digo:
Es bueno ser tan común, no te asustes.
Vuelvo a sentarme frente al ordenador y encuentro
las mismas cosas, todo, todo, hasta el amor.
Y allí mismo, tecleando,
trato de comprender
por qué me siento libre en la jaula del pájaro.

SOLA


Voy de un teatro a otro,
de una noche pizarrosa a un día ocre.
Busco mi alma que suele esconderse
en la estación clausurada del ferrocarril
y me burla la brevedad.
La muerte como un paisaje
adorna las cortinas de mi casa.
Quizás otro día tenga el valor para espantarla.
Sin tu amor estoy sola en el recuerdo,
un recuerdo, inconcluso que no cesa,
que no puede, que no acaba de morir.



YO MARINA TSVIETÁIEVA

Me acuerdo de libros sagrados
y de otros que no son más que cifras,
lo elevado no incluye lo grande.

Recuerdo días en los que se dijo de mí:
“Eres una bruja”
y otros en los que terminé encerrada por el miedo
en la jaula de la santidad.
el jorobado paga por su joroba,
el ángel paga por sus alas en la tierra.

Lo que siento no tiene cuerpo
Y otros lo miran como si fuera estéril,
-sólo la carne se prende y se pudre-.
odo se le ha dado al inocente y más al que todo lo sabe.

Yo, Marina Tsvietáieva
pienso en mí como en una flor recién segada
de mayor estatura que los hombres.
La jirafa es su cuello.

Mi vientre se ha hinchado numerosas veces,
y tres veces ha escupido su fruto:
las caras de mis hijos amados y de los menos amados
transparentes  y cortantes como el vidrio.
Yo, Marina Tsvietáieva, la testigo de esa historia
cortada en dos por la espada de Yalta,
doy fe de una mitad aún sin voz: la mía.



LOS CIRCOS DE PUEBLO

Para Armando Romero


Un payaso gordo y mutilado,
otros a los que no les faltaba nada, salvo la gracia,
varios enanos, un gigante, el hombre bala,
un mago torpe y una joven fonámbula.
Yo me acercaba a los once años
cuando aquel circo de maravillosa tristeza
llegó a mi pueblo.
La niña que caminaba sobre la cuerda no debía tener más de diez.
Sí, era mujer aquella niña del circo,
su pecho era plano como el de un buitre desnutrido,
pero en su mirada afloraba una ave exuberante.
Era menudita aquella cría de buitre
y casi parecía natural verla caminar sobre la cuerda floja.
Era un circo pobre, para los hijos de los pobres,
y con descaro feliz los payasos pregonaban:
“¡Esta noche a las siete
no se pueden perder el mayor espectáculo del planeta!”
“¡El circo más famoso del mundo,
los invita a una única función!”
Así lo anunciaron noche tras noche,
y los niños noche tras noche creímos que era cierto.
En esto consistía el milagro:
en los payasos que mentían y amaban su mentira descaradamente.
Y en aquella avecilla salvaje disfrazada de bailarina,
la pequeña fonámbula que caminó en nuestro pueblo
sin llegar a pisar tierra,
y sobre todo
en las boletas mágicas de pague uno y entren dos
y en esas funciones únicas
repetidas noche tras noche.
Ha pasado un cuarto de siglo desde aquella visita del circo
y sin embargo pocas cosas han cambiado,
la niñez sigue siendo un sueño enamorado de sus mentiras
y la vida con sus personajes de inexplicable extrañeza
continúa pareciéndose al milagro triste
de los circos de pueblo.



LAUREN MENDINUETA, Barranquilla, Colombia (1977). Poeta y ensayista. Ha publicado ocho libros entre poesía, ensayo y biografía. Recibió en Colombia cuatro premios nacionales de poesía y el Premio Nacional de Ensayo y Crítica de Arte del Ministerio de Cultura (2011). Además ganó en España los premios internacionales: Martín García Ramos por la Vocación Suspendida y el Premio César Simón por Del Tiempo, un Paso. En el 2013 ganó el premio de poesía Barranquilla Capital Americana de la Cultura con el libro Una Visita al Museo de Historia Natural. En portugués es autora de los libros: Vistas sobre o Tejo (2011) e Uma Visita ao Museu de História Natural (2014). En Portugal organizó y prologó varias antologías, entre ellas: Un País que Sueña. Cien años de poesía colombiana (2012) y Los Versos del Navegante. Antología poética de Álvaro Mutis (2013). Ha sido incluida en más de una veintena de antologías europeas y americanas. Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, portugués, italiano y alemán. Vive en Lisboa.

Colaboración: Luisa Isabel Villa Meriño

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