DANIELA CAMACHO

[OH-236]

Escritura de súbito: al cuerpo que está por destruirse lo precede una voluptuosidad.

L’autómata, l’abandonada al esplendor, l’acalorada en una cama blanca, en una ciudad sin agua.

Un corte por debajo de la piel. Anomalía. Piel de color blanco-rosa. De color rojo-amarillo.  De color ya no respires. Escupe sangre, escupe palabras deleitosas por última vez.

Antes de aborrecer el lenguaje, memoriza secuencias extrañas (o sueña un jardín con flores nucleares). Como un vértigo. Como quien se ata al pensamiento una melodía arruinada:

CARCINOMA[1] mucoepidermoide de glándula parótida (2.1 x 1.8 cm.)
predominantemente quístico (89%) con estroma desmoplásico e inflamatorio
con focos de extraluminización de mucina y reacción granulomatosa focal
con células gigantes de tipo cuerpo extraño
con extensión a la dermis
 sin neoplasia en bordes quirúrgicos

Alguien ha venido a explicarle la ejecución. Las líneas del cuerpo. Por ejemplo: esto es un don. No. Un reemplazo.

[Después de tener sexo, abrirán las ventanas. Mi radioactividad no es contagiosa. Por ejemplo. En un país lejano, sacrifican caballos en mi nombre.]

De repente: ser un campo de batalla. La muy desesperada. Rabiosa de sí.

No hay más que una compasión un poco sucia en el hombre que la mira. Ella, insolente. Desnuda como todos los enfermos. 

A esta hora, el paisaje de la fascinación es improbable. Muy cerca de la habitación de los metales han construido una máscara para contener el furor. Asfixia a la medida de su rostro.

¿aún
me
reconoces?

Lo despiadado resplandece. Imposible mirar fijamente su herida y no quedar seducido/a.  El encierro, la promiscuidad, las células oscuras del deseo se están multiplicando

como los accidentes.


El aislamiento de los cuerpos puros


(a)

La enfermedad comienza aquí. Aquí termina el cuerpo, la simetría la belleza de tu rostro. El día casi. El éxtasis el trance que está por comenzar es invisible. De ahora en adelante, si piensas en la muerte, no será por ahogamiento ni electrocución ni por incendio. No habrá espacio entre tu máscara y tu piel para anudar la soga, temerás a los cuchillos y al veneno y las alturas. De ahora en adelante, acopiarás tumores

como una alucinada.


Pequeña caja de cristal donde se exhibe:

bala mágica o sexual
pequeña joya
pequeño monstruo


(Soy un pensamiento vertical. Una caída.
La palidez me separa del mundo.
Mi fábula de moribunda tendrá fin
antes de que el extranjero pronuncie mi nombre.)




(b)

Despídete de la infancia. Tus padres serán atravesados por una ballesta al conocer la noticia. Su pequeña cría desprotegida. Su niña  tenebrosa a la intemperie. Tendrán pesadillas como animales salvajes; al despertar, tu resplandor les parecerá extraordinario. Para calmarlos, ocultarás la fatiga, inventarás una astucia una pasión un estusiasmo.


(Nunca me sentí más viva.
Mi deseo simula un castillo al centro
de una ciudad construida sobre el agua.
La cicatriz sugiere un sueño
una incomprensión algo en peligro.
Por eso procuro no ser vista.
Por eso me protejo de la compasión.
Por eso busco mi lugar entre los elementos.)



[carcinoma]

Que el tumor no era cosa de inocentes

lo supe porque quedé incendiable y helada al mismo tiempo. Antes de dormir miraba imágenes de células escamosas que se multiplicaban dentro de mí. Hablaba sola porque quería decir mi pecado y una vez grité pero nada pareció alterarse. Quedé más turbia porque dicen que los sobrevivientes son así. Me llevaba la punta de los dedos hacia la herida para abrirla de nuevo y quería rezar pero mi voz era oscura y era como si graznara. 


*
El peligro se vive por dentro.
Pero si abro la boca:

a)    nunca verás el monstruo la bala invisible de la que ya he muerto antes
b)    verás un dolor
c)    la parte animal del dolor
d)    aullará para que comprendas el lenguaje del miedo
e)    lo verás multiplicarse
f)     ponerme los ojos en blanco
g)    llevarme lejos
h)   al final repetirás su nombre:
i)     c a r c i n o m a
j)      como quien cava un hoyo profundo en la tierra
k)    y deja caer en él algo muy vivo



[adagio de jardín con firmamento]

Has muerto, Ursinia, en este vaso de ginebra que ilumina la habitación de los enfermos. Ciega de metales, te extraviaste en otro bosque: nebral, nebreda, enebral. Tu sol de venas púrpuras, ese fruto, se pudre ahora en una bolsa de desastre por cuya cremallera entra el cielo.

Y lentas, majestuosas portulacas cubren con su seda roja seda blanca tus sueños a caballo y el camino pedregoso donde te dejabas coronar por la violencia de los pájaros.

Tú sabías que dentro de esa casa te esperaban niñas con paraguas negros y nombres de jardín: Tiarella, Astrantia, Betula. Niñas forajidas, manantialas donde flotan alfileres y pequeños cráneos. Tú sabías que la lluvia no traería más perlas sino huesos de palomas y temblabas de un paisaje como ese.

Muy cerca del amanecer te fuiste persiguiendo aquella música de niebla que salía del anfiteatro.



: fukushima

Bajo los cables de alta tensión y las centrales nucleares,
la pobre vida del hombre.

Birgitta Trotzig

genpatsu-shinsai. hablamos la lengua del desastre: temblor de tierra. fusión nuclear. el enemigo permanece invisible.

alondras particularmente oscuras, casi descompuestas, como nacidas del sueño de un hombre ya contaminado, agitan sus temperamentos sobre la fosa común.

fisión de uranio enriquecido, ¿era necesaria la luz?
cesio, plutonio, yodo radioactivo. ¿eres un héroe? ¿un samurái?

alguien dice:

¾al interior de las estrellas, la fusión detiene su colapso gravitatorio. en la corteza terrestre, los hombres moriremos con el cuerpo desorbitado. 

escucha, madre, han empezado a mutar las mariposas. se están deformando sus ojos. heredan malformaciones en antenas y patas. sus instrumentos de vuelo son cada día más frágiles.

las reses se alimentan de pasto envenenado. los perros morirán de soledad o de hambre.

hay alguien oscureciendo este peligro.

cuando creímos que el terror debía ser abolido, nos asaltó la duda. ¿y si el miedo fuera un regalo de la lucidez? ¿un líquido fosforescente para regar las azucenas? ¿flecha o alcohol que amotinara a nuestras bestias?

entonces cavaríamos con manos propias para enterrar nuestras córneas. todo con la gravedad de la última nevada.

entonces irrumpir en la zona prohibida por no saber cómo abandonar una osamenta. hay alguien oscureciendo este peligro. nos llevamos a la boca truchas de montaña, berenjenas, becquereles de cesio radioactivo.

a esta hora, madre, los desplazados están sufriendo problemas mentales. en sus pesadillas:

ningún tren volverá a detenerse en la estación de ōkuma.



El monstruo que hemos despertado


(e)

Yo también tomé el color metálico de la arena. Como ida en el mareo me convertí en Señora de los Animales. Me eché al sol como una loba y me confundió la simetría del espanto, un torrente cristalino que casi me ciega. Entonces volví a comenzarme: Fui, yo también, una sobrenatural. Como él lo había dicho. Mi fracaso en las pruebas de la creación del mundo me llevó a vivir en un charco. Kakaullari.  Desde ahí protegí a mi venado. Era dios y era azul mi venado. Un día vendrían por él y su elemento sagrado, abrirían su corazón con un cuchillo para recoger su sangre y la tierra sería fecunda.



Daniela Camacho (México, 1980). Ha publicado  En la punta de la lengua, Plegarias para insomnes, [imperia] y el libro de palíndromos Aire sería, así como el libro-objeto Pasaporte, en edición trilingüe, junto a Natalia Litvinova y Beatriz Paz. En colaboración con el creador audiovisual Christian Becerra, publicó los libros de artista Carcinoma y Híkuri, que forman parte de la colección Artes de México. Antologó la muestra de poetas hispanas actuales Hijas de Diablo, Hijas de Santo. En los últimos años ha residido en Tokio, Lausana y El Cairo.




[1] cáncer epitelial con tendencia a invadir tejidos que lo circundan. provocador de metástasis distantes. tumor compacto, nodular, bien definido. perla. diamante. amenaza preciosa de morir. 

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