[OH-236]
Escritura
de súbito: al cuerpo que está por destruirse lo precede una voluptuosidad.
L’autómata,
l’abandonada al esplendor, l’acalorada en una cama blanca, en una ciudad sin
agua.
Un corte
por debajo de la piel. Anomalía. Piel de color blanco-rosa. De color
rojo-amarillo. De color ya no respires.
Escupe sangre, escupe palabras deleitosas por última vez.
Antes de
aborrecer el lenguaje, memoriza secuencias extrañas (o sueña un jardín con
flores nucleares). Como un vértigo. Como quien se ata al pensamiento una
melodía arruinada:
CARCINOMA[1]
mucoepidermoide de glándula parótida (2.1 x 1.8 cm.)
predominantemente quístico (89%) con estroma desmoplásico e
inflamatorio
con focos de extraluminización de mucina y reacción
granulomatosa focal
con células gigantes de tipo cuerpo extraño
con extensión a la dermis
sin neoplasia en
bordes quirúrgicos
Alguien
ha venido a explicarle la ejecución. Las líneas del cuerpo. Por ejemplo: esto
es un don. No. Un reemplazo.
[Después
de tener sexo, abrirán las ventanas. Mi radioactividad no es contagiosa. Por
ejemplo. En un país lejano, sacrifican caballos en mi nombre.]
De
repente: ser un campo de batalla. La muy desesperada. Rabiosa de sí.
No hay más
que una compasión un poco sucia en el hombre que la mira. Ella, insolente.
Desnuda como todos los enfermos.
A esta
hora, el paisaje de la fascinación es improbable. Muy cerca de la habitación de
los metales han construido una máscara para contener el furor. Asfixia a la
medida de su rostro.
¿aún
me
reconoces?
Lo
despiadado resplandece. Imposible mirar fijamente su herida y no quedar
seducido/a. El encierro, la
promiscuidad, las células oscuras del deseo se están multiplicando
como los
accidentes.
El aislamiento de los cuerpos puros
(a)
La
enfermedad comienza aquí. Aquí termina el cuerpo, la simetría la belleza de tu
rostro. El día casi. El éxtasis el trance que está por comenzar es invisible.
De ahora en adelante, si piensas en la muerte, no será por ahogamiento ni
electrocución ni por incendio. No habrá espacio entre tu máscara y tu piel para
anudar la soga, temerás a los cuchillos y al veneno y las alturas. De ahora en
adelante, acopiarás tumores
como una
alucinada.
Pequeña caja de cristal donde se exhibe:
bala
mágica o sexual
pequeña
joya
pequeño
monstruo
(Soy un pensamiento vertical. Una caída.
La palidez me separa del mundo.
Mi fábula de moribunda tendrá fin
antes de que el extranjero pronuncie mi nombre.)
(b)
Despídete
de la infancia. Tus padres serán atravesados por una ballesta al conocer la
noticia. Su pequeña cría desprotegida. Su niña
tenebrosa a la intemperie. Tendrán pesadillas como animales salvajes; al
despertar, tu resplandor les parecerá extraordinario. Para calmarlos, ocultarás
la fatiga, inventarás una astucia una pasión un estusiasmo.
(Nunca me sentí más viva.
Mi deseo simula un castillo al centro
de una ciudad construida sobre el agua.
La cicatriz sugiere un sueño
una incomprensión algo en peligro.
Por eso procuro no ser vista.
Por eso me protejo de la compasión.
Por eso busco mi lugar entre los elementos.)
[carcinoma]
Que el tumor no era cosa de inocentes
lo supe porque quedé incendiable y
helada al mismo tiempo. Antes de dormir miraba imágenes de células escamosas
que se multiplicaban dentro de mí. Hablaba sola porque quería decir mi pecado y
una vez grité pero nada pareció alterarse. Quedé más turbia porque dicen que
los sobrevivientes son así. Me llevaba la punta de los dedos hacia la herida
para abrirla de nuevo y quería rezar pero mi voz era oscura y era como si
graznara.
*
El peligro se vive por dentro.
Pero si abro la boca:
a)
nunca
verás el monstruo la bala invisible de la que ya he muerto antes
b)
verás
un dolor
c)
la
parte animal del dolor
d)
aullará
para que comprendas el lenguaje del miedo
e)
lo
verás multiplicarse
f)
ponerme
los ojos en blanco
g)
llevarme
lejos
h)
al
final repetirás su nombre:
i)
c
a r c i n o m a
j)
como
quien cava un hoyo profundo en la tierra
k)
y
deja caer en él algo muy vivo
[adagio
de jardín con firmamento]
Has muerto, Ursinia, en este vaso de ginebra que
ilumina la habitación de los enfermos. Ciega de metales, te extraviaste en otro
bosque: nebral, nebreda, enebral. Tu sol de venas púrpuras, ese fruto, se pudre
ahora en una bolsa de desastre por cuya cremallera entra el cielo.
Y lentas, majestuosas portulacas cubren con su seda roja seda
blanca tus sueños a caballo y el camino pedregoso donde te dejabas coronar por
la violencia de los pájaros.
Tú sabías que dentro de
esa casa te esperaban niñas con paraguas negros y nombres de jardín: Tiarella, Astrantia, Betula. Niñas
forajidas, manantialas donde flotan alfileres y pequeños cráneos. Tú sabías que
la lluvia no traería más perlas sino huesos de palomas y temblabas de un
paisaje como ese.
Muy cerca del amanecer te
fuiste persiguiendo aquella música de niebla que salía del anfiteatro.
: fukushima
Bajo
los cables de alta tensión y las centrales nucleares,
la
pobre vida del hombre.
Birgitta Trotzig
genpatsu-shinsai. hablamos la lengua del
desastre: temblor de tierra. fusión nuclear. el enemigo permanece invisible.
alondras particularmente
oscuras, casi descompuestas, como nacidas del sueño de un hombre ya
contaminado, agitan sus temperamentos sobre la fosa común.
fisión de uranio
enriquecido, ¿era necesaria la luz?
cesio, plutonio, yodo
radioactivo. ¿eres un héroe? ¿un samurái?
alguien dice:
¾al
interior de las estrellas, la fusión detiene su colapso gravitatorio. en la
corteza terrestre, los hombres moriremos con el cuerpo desorbitado.
escucha, madre, han
empezado a mutar las mariposas. se están deformando sus ojos. heredan
malformaciones en antenas y patas. sus instrumentos de vuelo son cada día más
frágiles.
las reses se alimentan de
pasto envenenado. los perros morirán de soledad o de hambre.
hay
alguien oscureciendo este peligro.
cuando creímos que el
terror debía ser abolido, nos asaltó la duda. ¿y si el miedo fuera un regalo de
la lucidez? ¿un líquido fosforescente para regar las azucenas? ¿flecha o
alcohol que amotinara a nuestras bestias?
entonces cavaríamos con
manos propias para enterrar nuestras córneas. todo con la gravedad de la última
nevada.
entonces irrumpir en la
zona prohibida por no saber cómo abandonar una osamenta. hay alguien oscureciendo este peligro. nos llevamos a la boca
truchas de montaña, berenjenas, becquereles de cesio radioactivo.
a esta hora, madre, los
desplazados están sufriendo problemas mentales. en sus pesadillas:
ningún tren volverá a
detenerse en la estación de ōkuma.
El
monstruo que hemos despertado
(e)
Yo también tomé el color metálico de la
arena. Como ida en el mareo me convertí en Señora de los Animales. Me eché al
sol como una loba y me confundió la simetría del espanto, un torrente
cristalino que casi me ciega. Entonces volví a comenzarme: Fui, yo también, una
sobrenatural. Como él lo
había dicho. Mi fracaso en las pruebas de la creación del mundo me llevó a
vivir en un charco. Kakaullari. Desde ahí protegí a mi venado. Era dios y
era azul mi venado. Un día vendrían por él y su elemento sagrado, abrirían su
corazón con un cuchillo para recoger su sangre y la tierra sería fecunda.
Daniela
Camacho (México, 1980). Ha publicado En
la punta de la lengua, Plegarias para insomnes, [imperia] y
el libro de palíndromos Aire sería, así como el
libro-objeto Pasaporte, en edición
trilingüe, junto a Natalia Litvinova y Beatriz Paz. En colaboración con el
creador audiovisual Christian Becerra, publicó los libros de artista Carcinoma y Híkuri, que forman parte
de la colección Artes de México. Antologó la muestra de poetas hispanas
actuales Hijas de Diablo, Hijas de Santo. En
los últimos años ha residido en Tokio, Lausana y El Cairo.