DOCE APUNTES SOBRE CUADERNO DE CURARSE DE ROSARIO LOPERENA







Ilustración: Irasema Fernández


Por Gabriela Cano

1.            Hace unos días, encontré la palabra fe, escrita en un trozo de papel, tirada en la calle. Luego empecé el libro de Rosario Loperena: . La pregunta está arrojada.

2.            Rezar, pero a quién o a qué.

A un mazapán:

A un pomelo:  .

En el libro hay una constante repetición, una que alberga la malhecha realidad real.


3.            Rezar a quién o cómo. Ya no me acuerdo de las oraciones que sabía de niña. Me acuerdo cuánto me extrañaba hablar con Dios porque era como un señor y yo no. A las personas adultas siempre tenía que hablarles con una distancia disfrazada de respeto. Cómo se supone debía contarle que me había roto el brazo cuando me salí a jugar sin permiso. Loperena también interpela: .

4.             Dentro del libro, se esconde una charla imaginada o ocurrida con Yoko Ono, su autenticidad es trágica, en el espacio de la escritura viene a cuestionarnos:  .  Y entonces a su lado está la imagen de un teléfono: llamar y qué nada te responda o qué lo haga el Tu tu tú de la máquina contestadora o lo sentimos el número que usted marcó no existe.

5.            Apenas llevo una página del libro.


6.            El libro de Loperena me pide que sea un bosque. Las formas de configuración al yo, sus encarnaciones, se ligan con la ficción, es decir, con ese extraño acontecimiento del lenguaje generador de modos de ser de las palabras y el sujeto: .

7.             Los cuadernos reciben fragmentos de cosas, actos o historias. Responden a un método, es posible, suerte de guión que da sentido a lo anotado, no porque lo tenga. Loperena, cruza ese umbral: .

8.            Hay una ventana en la página 16.
Se puede ver una fotografía y pensar que uno la tomó pero que no lo recuerda. Tampoco sé si Loperena construyó la imagen.

9.             Empiezo a creer que las fotos, de alguna manera, sirven como un esqueleto visible de la escritura. Hay una de un globo de helio, después viene un poema sobre los pliegues de la carne. Ignoraba que el cuerpo podía pensarse así. El libro tiene eso: .

10.         El libro es una suerte de ars poética. Loperena señala las cosas que ocurren en globosritura más allá de las palabras. Por ejemplo, estar frente a uno mismo preguntándose algo como a una expendedora de chicles, sentirse en un loop, buscar como hablar: .

11.         Volví a la portada del libro. Pensé en las situaciones en que he sentido que podía sumergir mi cabeza en un plato de cereal. Ahogar ahí lo negro, lo oscuro, todo. Irasema Fernández lo dibuja: a través de constelaciones, cactus. En el libro los trazos no son simples paratextos. Qué hace la palabra cuando adquiere forma. Me respondo brevemente: mostrar lo que es.

12.         Se habla y, algunas veces, se habita el lenguaje y aún más el ser. En el libro de Loperena para eso sirve la poesía: es un hogar. No de catálogo, ni de serie de televisión. Un hogar con sus horas apiladas, la tristeza que se le contagia al perro y trapear el piso acompañada de mantras: .







GABRIELA CANO (Guanajuato, 1988). Escritora y artista visual. Estudió  la Licenciatura  en Letras  Españolas en la Universidad  de  Guanajuato y  la  Maestría  en  Enseñanza de Estudios Literarios en la Universidad Autónoma de  Querétaro.
Se desempeña  como  profesora. Es  mediadora  de lectura  acreditada  por  CONACULTA. Ha  publicado en revistas  como   OnomatopeyaConspiración  del  SilencioHojas al Aire.   Fue  antologada  en  el proyecto  de   minificción El furor  de   la estrella  negra, Homenaje  a  David Bowie de La tinta del silencio. 
En  la  actualidad  es  columnista  en  las  revistas  independientes  Golfa  y  Saltapatrás.
Es autora del libro He visto caer a mi cabello de Ediciones El Humo (2018) y es Editora Adjunta de Ediciones El Humo.


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