*
.
(Una habitación oscura)
Morirás, dijo ella,
en una habitación oscura
de un departamento en
renta, solo, triste
como perro apaleado,
rabiosamente solo,
con el cuerpo
torturado por el frío y la rutina,
con las manos llenas
de cenizas de cigarro
y de dolor por
caricias nunca concedidas,
tras muchos años de
haber estado viviendo
como un moribundo o
acaso muriendo
como si la vida,
después de todo,
nunca se te hubiese
dado.
*
(Una cama destendida)
En el principio era
la carne / y la carne era un cuerpo de mujer
encarnado a mi cuerpo
/ sobre una cama gradualmente destendida
sobre sábanas
moviéndose arriba y abajo / como un Sísifo de las olas
mientras nos
arrastrábamos a marea alta
y nos hundíamos hasta
hacernos uno
mar derramado en la
nada / ausencia que duraba un suspiro
porque llegaba una
muerte pequeña / partiendo nuestro cuerpo en dos
carne desencarnada y
al olvido / olor a carne quemada
y momento de prender
la luz y el cigarro
y llenarse de aire
soledad vacío
y entonces lo siento
cariño
lo nuestro ha
terminado
en el principio sólo
era la carne / la edad la primavera que arde
el sexo opuesto el
sexo inhiesto / el sexo sex geschlecht
en muchas lenguas
ocasiones posiciones /con distintos cuerpos nombres
Lulú Ana Liliana /
mujeres de agua salada de dulce remanso de curvas de río
con peces en las
bocas en las entrañas / con la piel líquida
Beatriz Penélope
Helena Serena / húmedas como el verano
anunciándose como
lluvia / deslizándose hondamente
en la cama destendida
los cuerpos tendidos las piernas abiertas
consumándonos como
ángeles tentados por el infierno / detrás de cualquier caricia
consumiéndonos el
fuego azotándose / contra la piel la cara la mirada caliente
implacables ojos de
sol quemándome / quemándome
hasta los huesos la
ceniza y el olvido
en el principio era
la carne / y en la carne estaba la muerte
y la muerte era cada
mujer fulminándome
hasta la llegada de
Marcela / el recuerdo de la vida que me dio Marcela
en la habitación en
la cama en silencio / mujer que era una y muchas
carne hecha verbo y
costilla de nadie / mujer llena de gracia
cuando me tocaba con
las manos tibias como declaraciones de amor
cuando me besaba con
su boca evocando besos / que caían a bocajarro
en cada uno de mis
poros respirándola / como respira la lluvia la vida vegetal
hasta dejar mi cuerpo
húmedo en su cuerpo
hasta dejar la cama
la habitación el día en vilo de la eternidad
hasta dejarme entre
el alma y la sangre
hasta dejarme
ahora es la noche
tendida en la cama destendida y sola
donde mi cuerpo como
una sombra de carne y hueso
se hunde en ella como
lo haría en boca o en sexo femenino
se hunde en ella como
lo haría en cualquier
abismo.
*
(Una lámpara apagada)
el
único retrato tuyo que tengo ahora es esta oscuridad
José Carlos Becerra
Mamá
era un conjunto de cuatro letras, una palabra como amor
esbozándose
cada que nos miraba con sus ojitos de luciérnaga
abriendo
de tajo la luz, abrazándonos contra la noche,
abrasándonos
contra el frío con su mirada de donde brotaban
mundos
de ternura, sueños frágiles como mariposas
que
pronto caían y eran aplastadas por nuestros pasos mal encaminados.
Hijos, no tenemos mucho pero
nos tenemos,
nos
decía después de un divorcio, arrancándose el grito con la sonrisa,
queriendo
calmar la furia de los días que la arrastraban sola
porque
nosotros no conocíamos la soledad,
no
sabíamos en qué consistía esto de ir muriendo,
porque
nosotros únicamente le jalábamos las barbas al tiempo
y
nuestro oficio era la infancia, mientras mamá sentía la pobreza como el
infierno
donde
metía las manos para calentarnos con la más pura de las llamas
hasta
que una esperanza apareciera con forma de hombre y padre,
hasta
sentirse desgastada por tanto aire que corría sin sentido
cada
mañana con sus noches encima, cada noche con sus niños encima
pidiéndonos
que dulcemente la besáramos
para
saber si así se podía endulzar un poco su tanta angustia.
Hoy
sé que de algún modo mamá deseaba que el tiempo
como
un río de pájaros nos llevara al fondo del cielo
porque
no soportaba la gravedad de tenernos en tierra,
porque
sentía por el destino el mismo odio de una mujer mal amada,
pero
su dolor siempre lo escondió bajo la carne
y
mucho fue lo que cavó en su piel
que
toda soledad llenó su cuerpo de vacío
hasta
que por ese abismo abierto se le fue tanto la luz como la vida.
Hoy mamá no es más
que una lámpara apagada
en un rincón cercano
a la noche.
*
(Un cenicero de hueso)
Si
de ausencias hay que hablar
la
de papá tendría menor peso y mayor edad que cualquiera
podría
decir que desde niña se hacía sombra en el niño que fui alguna vez
que
desde mi pecho crecía como crece un árbol desenraizándose
hasta
quedar sujeta a nada
porque
nada era lo que podía esperar de esa ausencia sin imagen
rostro
de papá sin rostro se me hizo en la cara de hijo
dicen
tan idéntico a él que no he sabido quién soy desde entonces
que
no lo he querido saber desangrándome de su sangre
con
shots de aguardiente quemándome la voz que habla desde él
arrancándome
cada día la viva carne suya
para
quedarme con no más que un cenicero de hueso
único
recuerdo que de él puedo conservar
y
del cual hablar no vale la pena
porque
sería como buscar un héroe
en
el lugar donde sólo quedan cenizas.
*
(Un ovillo rojo)
Fue
en una noche muy diferente a ésta
cuando
Marcela en broma lo puso entre mis manos y me dijo
te entrego mi corazón
es un ovillo rojo como el
hilo que nos une
el
hilito de sangre que un día hicimos brotar de nuestros dedos
después
de haber jugado contra la muerte
de
haber jurado una vida juntos tomándonos del meñique ensangrentado
creyendo
que la felicidad existía en un solo cuerpo que fue el nuestro
en
un tiempo donde en las calles escuchábamos de fondo y a cada paso
música
de Django igual que en las películas de Allen
o
donde cuando no caminábamos
volábamos
como personajes de cuadros de Chagall o de versos de Girondo
algo
que en realidad no sucedía así porque no éramos arte ni poesía
aunque
ahora así lo parezca porque Marcela se hizo ausencia en lugar de cuerpo
alma
desnuda que se encarnaba en mí en la cama en la carne
deshaciéndonos
de amor haciéndonos
cuando
se avivaba en la fiebre enamorada cada grado de nuestra piel cada llama
con
las manos quemándonos en caricias
besándonos
hasta sentir gotitas de fuego en las lenguas que ardían
con
palabras consumidas
consumándose
el silencio de quienes se aman en el acto
sin
hablarlo sin pensarlo siquiera sin razonar lo que podría suceder
porque
entre Marcela y el adiós había un dios de rodillas
hilos
invisibles se hilaban de nuestros meñiques
y
no había distancia entre los ovillos anudados en nuestro pecho
parecía
que un destino causalmente nos unía
sin
saber que en realidad formábamos parte de un juego de azar
que
tarde o temprano terminaría como cualquier triste poema escrito al viento
con
el aliento disperso en las estaciones gastadas cada día cada vida
con
dos corazones deshilachados porque uno se fue sin decir que se iba
y
el otro se arrancó de raíz enraizándose en la hora de la herida que se hila
ahora
cuando de tanto extrañar sus besos tengo los
labios partidos de frío
y
la noche se abre entre los muslos de Marcela como una guerra sin tregua
y
la luz es la oscuridad de sus ojos cerrados soñando con qué
un
largo hilo de sangre derramada es al final este ovillo
después
de que Marcela me regalara una muerte
que
aún me permite respirar coger reír como cualquier ser vivo
pero
con los pies hundidos en la tierra.
Alejandro
von-Düben nació en Guadalajara, creció en Chapala y actualmente radica en
Ciudad Guzmán. Es estudiante de la carrera en Letras Hispánicas del Centro
Universitario del Sur. Ha asistido a talleres de escritura creativa impartidos
por escritores como Hugo Gutiérrez Vega, Juan Gelman y Guillermo Samperio. Textos
suyos han sido publicados a nivel estatal y nacional en La Gaceta de la U. de G., el suplemento de cultura de La Jornada, en las revistas Papalotzi, Meretrices, Monolito, entre otras. Ha conseguido
diversas menciones honoríficas a nivel estatal tanto en cuento como en poesía.
Fue ganador de los juegos florales de Zapotlán El Grande en el 2014, los juegos
florales nacionales de Lagos de Moreno en el 2015 y del concurso de cuento
“Alfredo Velasco Cisneros” también en el año 2015.