CARMEN ROSA OROZCO


 *

 

Han lanzado a Fernando de un piso diez,

la gasolina gotea en los tiquetes dados,

los mal pagados la revenden para poder sobrevivir,

pimpinas escondidas en los carros,

la Policía Nacional con alcabalas móviles

para extorsionar a los desdichados;

el sol revienta con furia en las colas de la gasolina

pareciera cobrar la mayor impiedad contra los desesperados,

rasgando sus vestiduras con el sudor

los poros de la piel hierven

la ropa se convierte en mugre y mal olor;

me siento en la plaza y veo a los Colectivos Rojos

fraguar maldades con la Guardia Nacional,

sus mugrosas botas pisotearon mi dignidad,

diminutas lágrimas se esconden detrás

de mis grandes lentes para el sol;

los niños muertos me traen rosas blancas

y Albán un jugo muy azucarado

tan frío que me hiela las amígdalas,

olvido escribir las palabras 

y acude el corrector de Word para salvarme,

su esposa dice que se hará justicia.

Siria es bombardeada por Turquía

y Mr. Trump declara que no es su problema,

mientras allá las calles amanecen llenas de sangre

y aquí con olor a gasolina revuelta.

Adultero mis pasos en la memoria

a los sitios donde fui feliz,

pero unos litros de gasolina valen más que mi suerte.

Aparezco en las fotos de los enemigos rojos,

una enemiga roja estrecha mis manos

y agradece mi piedad, 

siempre tengo piedad para con todos.

Me asomo desde mi balcón

y veo a Fernando,

su sangre sube en escalada inversa a mi rostro,

salpica mis mejillas,

la costumbre de hablar con los muertos

me asiste desde la infancia,

su agonía quedó consumada en el piso 5,

lo demás reposa en el verbo,

un mártir de una era convulsa y atroz;

se han acabado mis pastillas,

fui librada de la demencia por un ángel

y llena de escarcha

en las noches oscuras y violentas de mi ciudad.

New York fue testigo de tus últimas sonrisas.

Las ventanas están siempre cerradas en el Sebin

pero hoy fueron abiertas

para lanzarte a la muerte desde la muerte,

tu cadáver pesaba toneladas para los esbirros de la muerte,

de esas muertes viles del Régimen

que han manchado de muerte 

los edificios negros de la muerte,

hoy todo el país huele a rancia muerte.

Me duelen mis piernas tras las largas caminatas

sin transporte, gasolina y esperanza,

son bloques de cemento que oxidan flores y plegarias.

Devuélveme mi vida, Dios,

esa que nunca tuve

y ahora quiero tener.

El sol corre por la autopista a la velocidad de mi desgracia,

los botaderos de basura anuncian cosas

quemadas por el tiempo.

Valmore,

el mundo y su justicia nos han olvidado,

nuestra tierra ha sido ofrendada al mal

el cielo cae a pedazos, 

la tierra cae a pedazos,

los hornos de la muerte son encendidos

para quemarnos,

nuestros verdugos ríen 

y escupen las cenizas de sus bocas,

nos han tragado muertos en vida y con estupor.

Todo ha sido destrozado por la indolencia, 

visas para varias fronteras,

heme aquí destruida 

y sin una gota de sol que abra mis ojos

o me recuerde los días memorables

de existencias floridas.

El FMI anuncia una inflación del 500.000 %

y los hilos de la locura 

tejen sus redes desde ya con la muerte.

No soporto el ruido de la podadora en la grama,

me enloquecen al igual 

que el conteo de estos días macabros que no terminan. 

Los rojos desolaron todo, Amor mío.

He cerrado mi casa para siempre

y enterré las llaves en las raíces de un árbol sonriente,

no saldré más 

si tú no despiertas,

dormiré hasta que el sol rojo 

se convierta en destellos de luz reluciente

y no quemen al roce o la intemperie,

seremos libres, entonces.

 

 

*

 

Voy vestida de Novia

con un traje blanco y muy largo,

con el cual me enredo,

mi embarazo no se nota

es una nuez en mi vientre,

los ríos confluyen muy transparentes.

Virginia y Grecia lavan las piedras,

no cuento con una caída en picada,

es denso el consentimiento de mi compañero,

una bruja vestida de negro volando en su escoba

asusta a los invitados a la boda,

se resguardan sobre la casa 

que se desmorona en la cumbre.

Lo que no vi callé, lo que admiré

lo convertí en el oscuro testamento de mis días.

Ahora mis huesos son cal para las aves de los campos.

Regué luego las flores

que adornaron las mesas

y lancé mi bouquet

a una vieja solterona y desprejuiciada

que besó mil bocas suicidas

y sucumbió ante cuerpos

olorosos a almizcle y aguardiente,

mi boda fue una mañana azul

donde el viento no soplaba sino se enardecía

iba como una muerta,

pálida y sin ninguna expresión,

el tiempo rebotó

junto a las ballenas venidas de un mar alterno,

ahogué mis ecos,

saturé mis pesadillas de rosas y dinero,

pasé por el dintel de su puerta

y crecí como levadura hasta el cielo,

miré tu rostro en mi desmemoria

y no supe más de Valmore en mis sueños,

ni de los fantasmas que me aterran 

en las mazmorras viscosas

de los vasos curtidos por el tiempo.

Pero he soñado Dylan Thomas, he soñado

con la sal de las apariciones

y la fecunda caída del tiempo entre mis manos.

Miro al novio y culmina mi boda.

 

*

Insilio 9

 

No miro de espaldas:

Nací en una de las ciudades 

más depauperadas y peligrosas del mundo,

en el gran monstruo de concreto blanco 

que se come los niños 

y los vomita en cielos azules que no existen 

porque el Comunismo los tiñó de sangre y de hedor; 

sus médicos y enfermeras 

tienden sus uniformes amarillo blanquecino al sol, 

sus salarios actuales de cuatro dólares al mes

no me hubiesen permitido nacer; 

no quería venir al mundo, 

no quería nacer, 

me extrajeron con unos fórceps que me obligaron a vivir

en este país que ahora desconozco.

Ciudad donde ahora 

se cocinan los perros callejeros como almuerzo, 

los cuchillos destellan un blanco plateado, 

se cuelgan de ganchos improvisados como reses, 

sus estertores no lastiman 

porque hervirán en las viejas latas de manteca.

Ejercicios narrativos que no conmocionan:

La psiquiatra mira la pared y enumera el inventario: ansiedad, depresión nerviosa profunda, Asperger leve, carbonato de litio que mantiene el puente de sus sombras adherido a las formas, capas abundantes de su mente que las tasajea y las coloca en el abismo de sus manos, ansiolíticos, poca habla, introversión, aislamiento, reclusión monástica, anatomía distorsionada como la de Dulcinea, colección de delfines rosados, elocuencia, inteligencia extrema, libros que nadie lee, amores fallidos, Bullyng, opiniones erradas, fantasmas de un país abandonado, cambios abruptos del ánimo, cielos titilantes, sueños quemados por noches espesas.

La suerte ya no se encuentra en una estrella fugaz:

Pienso en la suerte de esa chica 

de mi pueblo que no volvió, 

contrabandeaba carne por los caminos verdes con su hermano

encima del potro de la muerte, 

los bajaron de esa moto y les cerraron sus ojos, 

les hurtaron sus miradas.

Los sicarios no se confunden

tienen memoria de elefante,

ella tiene 34 años y su hija quince, 

ambas en shorts, 

todos los planes quedaron pegados al suelo

como constelaciones,

las señoras salen de la misa y comentan:

vendían drogas 

y prostituían adolescentes maltratadas por el hambre.

Las motocicletas de la muerte no se equivocan, 

las balas penetran vidas, 

sustraen espíritus, 

sepultan identidades.

Linfoma no Hodgkin:

Concurso de Deletreo,

posición inexacta de los astros,

zapatos rotos,

uniformes descosidos.

La Mabthera no llegará,   

abro sus pensamientos 

y observo que no quiere dialogar con la muerte.

La quimioterapia de mantenimiento no la hay,

el Seguro Social es un fantasma de sí mismo 

y a la cúpula roja no le importa

si la delgada Mariela

aún permanece con sus ganas intactas para vivir.

Conteo escabroso de los días:

Es otro día atroz como tal vez los tuvo Ana

y pienso si ellos

tendrán el mismo fin que Nicolae y Elena. 

No concibo el sueño, 

son las tres de la madrugada. 

Me quería llamar Elena, 

pero es un nombre de muchas desafortunadas. 

Un charco de sangre no limpiado 

que se autogenera en borbotones, 

morimos y volvemos a morir, 

inventamos como no morir, 

nos reinventamos en la muerte.

Los delincuentes se decapitan entre ellos en el Estado Bolívar, 

los niños fueron a los terrenos baldíos a soñar 

y hablaron con la cabeza de Luis Daniel, 

el joven de 19 años

que ya no es niño 

y se extravió de su madre, 

quería emigrar como todos, 

pero un hachazo cortó el hambre de tajo.

Pensé que las cárceles estaban llenas de unicornios:

Son las 2:15 de la tarde 

y hablo con Lorent Saleh preso en la Tumba.

Fui a darle unas rosas amarillas 

por motivo de su cumpleaños número 30, 

no me levantó su mirada, 

no es fácil. 

No quiso dialogar, 

solo emitió un largo suspiro. 

Después de 44 audiencias diferidas: 

solo quiero irme a morir a Sarajevo, 

me escribió en un papel. 

Más abajo le dijo a su madre: 

No sé cuánto dure y hasta dónde llegue, 

pero seguiré resistiendo con amor y sin excusas.

Una escritora judía disecciona el país en anti poemas:

En el Comunismo no hay fragmentos de vida, 

todo se vuelve de repente en un pesado mamotreto, 

desgastado, lacerante. 

La escritora judía que publica en Facebook 

el maltrecho devenir de los que nos quedamos, 

una crónica escrita con tinta de muerte, 

se le hace agónico el emigrar o el quedarse, 

de tanta sensibilidad 

ha sido sepultada por el Régimen en sus letras.

Su alfabeto de bisturí 

abre las heridas de Venezuela, 

las suyas propias 

y las mías.

Las navidades de Amanda:

Son las 6:08 pm. 

Se acaba el día en la tediosa caída de un gotero muy gris.

De solo ver mis uñas, sangran, 

camino por encima de cuerpos de suicidas obstinados, 

se derriten al sol, 

no hay escaparates blancos para sepultarlos.

La navidad me espera en las cajas de los closets.

Todas las noches hay cristales rotos:

Ella es Lesvia, 

la más triste y desposeída,

fue profesora,

sus manos tiemblan como carretas sobre piedras, 

su Parkinson avanza, 

amarra sus manos al techo, 

las muñecas negras se ríen, 

son emisarias de la ruina. 

Sostiene su sonrisa con dos palitos chinos. 

Su madre dice que no puede costear el tratamiento.

 

 


Carmen Rosa Orozco (San Juan de Colón, Venezuela, 1978): Poeta. Pedagogo en Educación Integral. Administradora de Empresas. Comerciante. Ha publicado en poesía los libros: Hileras de Sol, Delebles y Entreluz. Posee 8 poemarios inéditos. Ha sido publicada en: Pasajeras antología del Cautiverio de la Editorial Lector Cómplice, Astorga Redacción (España), el Papel Literario de El Nacional, Revista Nacional de Cultura,  Antología Poética Sujeto Almado, Revista Actual, Antología Los Dragones de Papel, Revista Hipsipila (Universidad de Caldas, Colombia). También ha sido representada en los portales electrónicos: El coloquio de los perros, Revista Hiedra Oxeda, Revista Elipsis, Revista Kametsa, Revista Poémame, Palabra Virtual, mi pequeña Venecia, Letralia, El meollo, entre otros. Obtuvo los siguientes reconocimientos literarios: Premio Único del Concurso de Poesía de la Dirección de Cultura y Bellas Artes del Estado Táchira, Premio de Poesía del IUFRONT, I Bienal de Literatura Juan Beroes.

 

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