MILKY WAY
La primera vez fue cuando mi papá
vino de Nueva York con la maleta llena de milky ways
y yo probé uno y me sentí
como en esa escena de Charlie y la fábrica de chocolates
en que el protagonista se esconde para ver si su chocolate está premiado
aunque yo me escondía más bien para que mi mamá
no me quitara los chocolates
y les llevé a Pascual y al Seba quienes se engancharon tanto
al punto que cada vez que me veían acercarme
con los bolsillos llenos de milky way
babeaban como el perro de Pavlov
y después que probé los milky way
los rocky kid llenos de almendra no me sabían a nada
los crachi los más más los chocolates embajador
todos habían perdido su magia
y recuerdo que cuando en la clase de religión
el cura hablaba del éxodo de los judíos por el desierto
y del maná que Dios lanzaba desde el cielo
para que se alimentaran y no se murieran de hambre
antes de llegar a la tierra prometida
yo imaginaba que el maná eran pedacitos de milky way
que caían sobre la arena y sobre las piedras
y la analogía cobró más fuerza
cuando supe que milky way significaba Vía Láctea
así que piensen en esos publicistas buscándole nombre
a ese producto e imaginando que no hay nada más sublime
que comerse una estrella
y bueno ya han pasado dos décadas
tenía años que no probaba un milky way
la verdad hoy en día prefiero los snickers
Pascual y el Seba se fueron al norte
no sé bien en que ciudad vive Pascual
pero sé que el Seba vive en Nueva York
específicamente en el Bronx
la semana pasada nos vimos y paseamos por Manhattan
en un momento Seba entró a un seven eleven
para usar el baño y yo compré un milky way
y le pregunté al Seba
si le apetecía recordar los viejos tiempos
pero el Seba me dijo que ya no comía dulces
que era propenso a la diabetes
así que yo me comí el milky way solo
andando con el Seba por las calles de Manhattan
mirando de vez en cuando hacia arriba
donde había tanta niebla y tantas luces
que no se alcanzaban a ver las estrellas
y mucho menos la vía láctea
vino de Nueva York con la maleta llena de milky ways
y yo probé uno y me sentí
como en esa escena de Charlie y la fábrica de chocolates
en que el protagonista se esconde para ver si su chocolate está premiado
aunque yo me escondía más bien para que mi mamá
no me quitara los chocolates
y les llevé a Pascual y al Seba quienes se engancharon tanto
al punto que cada vez que me veían acercarme
con los bolsillos llenos de milky way
babeaban como el perro de Pavlov
y después que probé los milky way
los rocky kid llenos de almendra no me sabían a nada
los crachi los más más los chocolates embajador
todos habían perdido su magia
y recuerdo que cuando en la clase de religión
el cura hablaba del éxodo de los judíos por el desierto
y del maná que Dios lanzaba desde el cielo
para que se alimentaran y no se murieran de hambre
antes de llegar a la tierra prometida
yo imaginaba que el maná eran pedacitos de milky way
que caían sobre la arena y sobre las piedras
y la analogía cobró más fuerza
cuando supe que milky way significaba Vía Láctea
así que piensen en esos publicistas buscándole nombre
a ese producto e imaginando que no hay nada más sublime
que comerse una estrella
y bueno ya han pasado dos décadas
tenía años que no probaba un milky way
la verdad hoy en día prefiero los snickers
Pascual y el Seba se fueron al norte
no sé bien en que ciudad vive Pascual
pero sé que el Seba vive en Nueva York
específicamente en el Bronx
la semana pasada nos vimos y paseamos por Manhattan
en un momento Seba entró a un seven eleven
para usar el baño y yo compré un milky way
y le pregunté al Seba
si le apetecía recordar los viejos tiempos
pero el Seba me dijo que ya no comía dulces
que era propenso a la diabetes
así que yo me comí el milky way solo
andando con el Seba por las calles de Manhattan
mirando de vez en cuando hacia arriba
donde había tanta niebla y tantas luces
que no se alcanzaban a ver las estrellas
y mucho menos la vía láctea
NUESTRO SANTA
CLAUS
Afuera no para de llover
y nuestro negro y escuálido Santa Claus
empuja un carrito de supermercado
por toda la Independencia.
Deja atrás repuestos,
liquor stores,
bancas de apuestas,
iglesias evangélicas.
Hasta el final de la Independencia
como si no supiera
que ya casi estamos en marzo.
DEVUÉLVANLE LA
MACBOOK A MI HERMANA
Escribo este poema para que su Macbook aparezca.
Se la robó un craquero de diecisiete años
que agarraron hace una semana y que jura que vendió la laptop.
Mi hermana le dio seguimiento al juicio
y la mamá del muchacho -con lágrimas en los ojos-
Escribo este poema para que su Macbook aparezca.
Se la robó un craquero de diecisiete años
que agarraron hace una semana y que jura que vendió la laptop.
Mi hermana le dio seguimiento al juicio
y la mamá del muchacho -con lágrimas en los ojos-
le pidió que lo perdonara.
Espere un momento,
doña.
Primero devuélvanos la Macbook, y luego hablamos.
Lo que me hace acordar de cuando tenía quince o catorce años
que un tipo me dio un empujón y me arrebató
una gorra Lagarto que había comprado.
Lo perseguí pero no logré alcanzarlo
y aunque los días pasaron yo no dejaba
de pensar en mi gorra, hasta que lo vi en un colmado,
me le acerqué y lo golpeé duro
en la cabeza y se la arrebaté,
pero al rato me di cuenta de que no era la mía,
ni que el tipo era el tipo.
Sé que no estamos en Portland
y que la poesía no le va a devolver
la Macbook a mi hermana.
Es más probable que la arqueóloga dominicana
encuentre a Cleopatra en Alejandría
que mi hermana su laptop.
Pero escribo este poema para que su Macbook aparezca.
Escribo y las palabras salen de mis dedos
como los rayos que disparan los súper héroes.
Devuélvanle la Macbook a más tardar mañana.
Sorry hermana, es todo lo que pude hacer.
Primero devuélvanos la Macbook, y luego hablamos.
Lo que me hace acordar de cuando tenía quince o catorce años
que un tipo me dio un empujón y me arrebató
una gorra Lagarto que había comprado.
Lo perseguí pero no logré alcanzarlo
y aunque los días pasaron yo no dejaba
de pensar en mi gorra, hasta que lo vi en un colmado,
me le acerqué y lo golpeé duro
en la cabeza y se la arrebaté,
pero al rato me di cuenta de que no era la mía,
ni que el tipo era el tipo.
Sé que no estamos en Portland
y que la poesía no le va a devolver
la Macbook a mi hermana.
Es más probable que la arqueóloga dominicana
encuentre a Cleopatra en Alejandría
que mi hermana su laptop.
Pero escribo este poema para que su Macbook aparezca.
Escribo y las palabras salen de mis dedos
como los rayos que disparan los súper héroes.
Devuélvanle la Macbook a más tardar mañana.
Sorry hermana, es todo lo que pude hacer.
Frank Báez (Santo Domingo,
1978) es poeta y narrador. Es autor del poemario Postales. Recientemente la editora Jai Alai books publicó una
antología en inglés de su poesía titulada Last
night I dreamt I was a DJ.
Colaboración: Jesús García Mora