Por Gabriela Cano

2. Aún más: cómo hablar de nuestro cuerpo, como si fuese otro, una habitación que se comparte, desde el delirio y la extrañeza de permanecer biológicamente unidos y palpitantes. A veces en una condición que parece parasitaria, pero otras es un desdoble. Un yo que debería ser un reflejo pero que tal como dice un verso dentro del libro: no tiene cara.
3. Hay en la obra un discurso que se busca en lo más pequeño. En lugares que uno no imagina que existen más que en los libros de anatomía. Los conectores de los que dependemos, los impulsos que deben obedecer nuestros órganos, cada una de nuestros sistemas puestos ahí en un dibujo de líneas infinitas. Igual que esos libros de botánica de Margaret Mee quién durante décadas había intentado captar a la misteriosa flor de la luna, Selenicereus wittii, un cactus que sólo florece apenas por unas horas durante una noche. Camila también parece haberlo logrado: semilla de cristal, astilla de palos, espina pétalo, párteme en gajos.
4. Y otra cosa: cómo decirle al cuerpo que jamás estuvo tan vivo. Aunque esté doliente, más que nunca, una vitalidad salvaje. Dice Artaud en Historia de un cuerpo sin órganos: en estado puro porque se toma el trabajo de participar en ese codeo natural entre las fuerzas que componen la realidad y, asumiría personalmente, sus aterrizajes forzosos. Pudimos nunca tomar un vuelo pero si habernos caído y llorar: llorar celestialmente con la fuerza de las turbinas y subir a un avión sin torre de control y sin pista de descenso.
5. ¿Cómo hablar del porvenir cuando es un recuerdo de lo que no ha sido concebido? En la obra hay un árbol genealógico que se va completando de la misma forma en que vemos un álbum viejo y señalamos a los parientes de los que venimos pero nunca constatamos con vida: quién no es tú , antes del que tiempo comenzará sin detenerse, cenizas muertas, relámpagos atados, no eres diferente de las personas muertas que nunca se van.
6. Desear ser el embryos. El que aún ignorara el sentido de la perdida y las cenizas. El que no nacerá, pero será escrito con aullidos. El que no repetirá la historia: sin desgajarse, sin deshijarse.
Dibujos: Italivi Vargas Cabral