GABRIELA VARGAS AGUIRRE

No he vuelto a escribir

No he vuelto a escribir.
De todas formas traigo esta gran bestia
que son oraciones que aparecen a lo que camino y que se guardan
que parece que tuvieran que decirse con urgencia, pero no,
no son dichas, solo soy yo y el silencio
Solo estoy yo y el frio y el silencio
Solo estoy yo con mis recuerdos y el pasado que al crecer se volvieron algo muy malo
Algo para no decirse, algo para ocultarle a mis mayores

Por eso traigo esta noche esta gran bestia
Que camina tranquila, arrastrándome a dormir durante el día
Doblándome la espalda,  hincándome los talones
Y aunque salen de mí las palabras como con la luz la voz de los ríos
Me callo
Me callo porque esto no ha de decirse
Me callo porque de decirse heriría al infante que fui, a la adolescente que fui, a la madre que no fui
A la sangre que olvidé y que hoy me espera
A la sangre que dejé encerrada y que hoy me espera, que me llama constantemente, que me
busca como si fuera su último recuerdo.
Por eso solo soy yo y el frio el silencio y el teléfono apagado
La puerta cerrada. La boca cerrada.
Una larga excusa de cristal para los conocidos
De todas formas traigo esta gran bestia
Que apenas puede sostenerse conmigo por los pasillos de la casa
Que no se atreve a irse, que sostiene en sus manos unos gramos más de tiempo
Que apenas puede ir al baño a mirarse al espejo y arrepentirse.

No he vuelto a escribir desde entonces
Porque traigo está gran bestia que me dice que esperemos hasta mañana:
Y mañana se desdobla.
Y bien podríamos dormir para siempre y bien podríamos morir esperando
La gran bestia y yo en el frio y en el silencio.

10 mg.

Alguna vez el movimiento circular del cielo marcó la medida del tiempo
y sobre cada minuto se alzaron cientos de alas como un gran cruce de cometas redentoras
Quien mejor para circundar el aire que los pájaros de cartón que dejamos cultivar
debajo de nuestras lenguas esas noches de intenso calor de mayo
y ciertamente era mayo y era tarde
y ciertamente los pájaros en llamas se llevaban nuestras partes que aún quedaban
con vida y tejían una luna borrosa sobre el río, que era la única entrada al paraíso
que nos quedaba.

La dormidera avanza como un tropel de aves sin memoria
hacia ese nido estelar de glifos desenfocados que es el sueño
se desinflan los cuerpos como un balbuceo
Con toda la bandada que se deja morir bajo las sábanas
Dejamos los ruidos alejarse para apagar la luna con un leve movimiento de muñeca.

Plana

Los poetas caminan entre la gente y la gente los mira con cierta falla
Los poetas caminan dejando un murmullo detrás nuestro que luego es pájaro y luego un dragón de papel en llamas.
Los poetas caminan con una convicción rabiosa hacia un nido de palabras detrás de todas las constelaciones.
Los poetas caminan de espaldas porque siempre están mirando el pasado.
Los poetas son como dioses envidiosos aun cuando cada uno NECESARIAMENTE ve la poesía de una forma distinta.
Los poetas caminan por encima de todos los cielos y muy por debajo, donde viven.
Los poetas caminan por las paredes por una cuerda floja de caramelo.
Los poetas caminan soñando porque de chicos les cortaron las alas.
Los poetas caminan, se pisan entre ellos, caminan y se pisan caminan y se pisan,
caminan se chocan se pisan.
Los poetas caminan alucinando con que serán inmortalizados.
Si usted va caminando y de pronto se le ocurre una idea que piensa puede ser poética,
cambie de idea, ser poeta hoy está mal visto.

Imágenes: Peter Cakovsky

Gabriela Vargas Aguirre (Guayaquil, 1984). Poeta y Diseñador Gráfico. Mención en el V Premio Nacional de Poesía Joven Ileana Espinel Cedeño 2012. Textos suyos aparecen en Cartoneras de Bolivia, Perú, Ecuador y México. En las memorias del Festival Internacional Desembarco Poético en los años 2012, 2013 y 2014,Bandada: Actualidad de la poesía ecuatoriana (Campaña de Lectura Eugenio Espejo, 2014). Ha participado en la Feria Internacional del Libro de Guayaquil y Quito.


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