CRISTINA MEZA






PARA NADIE

Yo escribo sobre Nadie
y Nadie escribe sobre mí
a Nadie le lleno los dientes de flores
de besos
de sueños.
En Nadie vivo
en Nadie bebo.
bebo el sudor perfumado de su cuello
la saliva dulce de su lengua.
nadie besa las grietas de mis labios
y reposa sobre mis párpados cansados.
En nadie rio
en Nadie lloro
con Nadie escalo por las sábanas blancas
para elevarnos
pertenecernos al otro
al mundo
o a ninguno.


HAY UN RINCÓN DEL MUNDO QUE NO HA SIDO NOMBRADO

Por los dioses
O los hombres
Donde el crack nace de mi entrepierna
Y del cosmos, mis ojeras.

Tengo laberintos en las manos
Que no matan
Y no dejan.

El ir y venir del mundo no cesa
Se alimenta
De mi carne
Hasta permanecer
–inmóvil–
donde el horizonte no retorna.

Los astros de Neruda ahogan mi lengua
Los astros que tiritan me consumen
Se prolongan
A lo lejos
Nos derrotan.

Los huesos mutilados
Son la nada
Que eclipsa nuestro caos.

La piel me queda grande,
Los sueños cortos.

El mundo se mueve
Pero no mis ojos.

El final está cerca
Sin morfina en las venas.


¡QUE ALGUIEN MÁS ME LEA LA MANO!

Y mienta sobre mi final
que diga que los pájaros son malos
y no mueren por mí.
Que los perros no muerden
que mi pecho no duele.
¡Que alguien más elija mi muerte!
Para bañarnos en sangre
me quite las palabras
y me lleve sobre su espalda.
¡Que alguien más me enamore!
Para beber el fin de semana
conseguir una casa
Pero nunca habitarla.


ODA A LA ANGUSTIA (DE PERDER LA CORDURA
SOBRE SU BOCA)
Hace frio
Y con el viento me desnudo
En tus grietas.
Cuántas noches se acumulan
En mi lengua
Cuando te beso.
Muero
En lo más profundo del abismo
Sobre tu nuca.
En silencio.

No he sido más que el vagabundo
Que ve perder al mundo
Que implora a todo sueño
No ver sufrir tu boca.
He andado por el desierto de tu cuerpo
En busca del oasis
Donde coexisto
Con tu lengua.

Yo que muero
Entre suspiros
Que me resto y multiplico
Que no aguardo, no respiro.
Angustia es
Romperme hasta los huesos
Cuando lames el tiempo.
¿Qué hay más allá que no haya más acá?
¡Cuánta angustia!
¡Cuánto miedo!
¿Dónde está tu dios que no me salva?
¿Dónde estás tú que no me besas?

Tus manos
Tus labios
Los retengo con las piernas
Los alejo de mi amnesia.
Y no sé nada
Y me desvelo
¡No te miento!
No me visto
No me marcho.

Con el cuerpo
Acaricias mis entrañas.
Y me pierdo
En tu punta
Que llena
Mi pasión
 De angustia
Que sufre
            De angustia
Que mata
            De angustia.
No sé si mis ojos se cierran
O me he quedado ciega
Por angustia a perecer
A falta de tu lengua.
¿cómo explico
Que mi llanto
Viene del cataclismo
de tu ombligo?
Soy el eco de tu ausencia
            Y no me sirvo.
Me robaste la voz
Pero no el agobio
Ese me lo guardo
(En el escote)

Olvidé de dónde vengo
No sé ni a dónde voy
Muero
Derramando cada gota
De mi nula cordura.
Angustia es
Perderme entre tu altura
Escribirte versos
Quemarme de tu risa
Beberte con locura.


EL PRONÓSTICO DEL TIEMPO DIJO QUE NO LLOVERÍA

que habría sol
el suficiente para imaginar
Que estás
y me besas.

Hace tanto frio
que no me alcanzan las manos
para calentar mis hombros.
No hago el mínimo intento por buscar
un pañuelo
un refugio.

Allá, donde te encuentras
no llueve
y es porque pienso en ti
en mi sacrificio de jeringas,
vodka y heroína

Dios me abandonó hace ya mucho tiempo
se alejó contigo
dejó la lluvia,
tu bufanda perfumada
los filtros de cigarros con el carmesí de tus besos.

Estás más lejos que el cielo
y la inutilidad de mis piernas me impide alcanzarte
 vivir otro día que no sea domingo
dejar de soñar con el octubre en que te fuiste.

Llueve
Donde no debe
En una ciudad que no es Nueva York
pero promete serlo.



Cristina Meza. Guadalajara, Jalisco, 1997. Poeta y artista plástica. Ha participado en exposiciones colectivas como Galería XXVI (2015), Campo de Orquídeas 2da. edición (2016) e Irreconocible (2017), así como en la antología de poesía 10 Balas, por Ediciones El Viaje (2017).

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