PARA NADIE
Yo
escribo sobre Nadie
y
Nadie escribe sobre mí
a
Nadie le lleno los dientes de flores
de
besos
de
sueños.
En
Nadie vivo
en
Nadie bebo.
bebo
el sudor perfumado de su cuello
la
saliva dulce de su lengua.
nadie
besa las grietas de mis labios
y
reposa sobre mis párpados cansados.
En
nadie rio
en
Nadie lloro
con
Nadie escalo por las sábanas blancas
para
elevarnos
pertenecernos
al otro
al
mundo
o
a ninguno.
HAY UN RINCÓN
DEL MUNDO QUE NO HA SIDO NOMBRADO
Por los dioses
O los hombres
Donde el crack nace de mi entrepierna
Y del cosmos, mis ojeras.
Tengo laberintos en las manos
Que no matan
Y no dejan.
El ir y venir del mundo no cesa
Se alimenta
De mi carne
Hasta permanecer
–inmóvil–
donde el horizonte no retorna.
Los astros de Neruda ahogan mi lengua
Los astros que tiritan me consumen
Se prolongan
A lo lejos
Nos derrotan.
Los huesos mutilados
Son la nada
Que eclipsa nuestro caos.
La piel me queda grande,
Los sueños cortos.
El mundo se mueve
Pero no mis ojos.
El final está cerca
Sin morfina en las venas.
¡QUE ALGUIEN MÁS ME LEA LA MANO!
Y mienta sobre mi final
que diga que los pájaros son malos
y no mueren por mí.
Que los perros no muerden
que mi pecho no duele.
¡Que alguien más elija mi muerte!
Para bañarnos en sangre
me quite las palabras
y me lleve sobre su espalda.
¡Que alguien más me enamore!
Para beber el fin de semana
conseguir una casa
Pero nunca habitarla.
ODA A LA ANGUSTIA (DE PERDER
LA CORDURA
SOBRE SU BOCA)
Hace
frio
Y
con el viento me desnudo
En
tus grietas.
Cuántas
noches se acumulan
En
mi lengua
Cuando
te beso.
Muero
En
lo más profundo del abismo
Sobre
tu nuca.
En
silencio.
No
he sido más que el vagabundo
Que
ve perder al mundo
Que
implora a todo sueño
No
ver sufrir tu boca.
He
andado por el desierto de tu cuerpo
En
busca del oasis
Donde
coexisto
Con
tu lengua.
Yo
que muero
Entre
suspiros
Que
me resto y multiplico
Que
no aguardo, no respiro.
Angustia
es
Romperme
hasta los huesos
Cuando
lames el tiempo.
¿Qué
hay más allá que no haya más acá?
¡Cuánta
angustia!
¡Cuánto
miedo!
¿Dónde
está tu dios que no me salva?
¿Dónde
estás tú que no me besas?
Tus
manos
Tus
labios
Los
retengo con las piernas
Los
alejo de mi amnesia.
Y
no sé nada
Y
me desvelo
¡No
te miento!
No
me visto
No
me marcho.
Con
el cuerpo
Acaricias mis entrañas.
Y
me pierdo
En
tu punta
Que
llena
Mi
pasión
De
angustia
Que
sufre
De angustia
Que
mata
De angustia.
No
sé si mis ojos se cierran
O
me he quedado ciega
Por
angustia a perecer
A
falta de tu lengua.
¿cómo
explico
Que
mi llanto
Viene
del cataclismo
de
tu ombligo?
Soy
el eco de tu ausencia
Y no me sirvo.
Me
robaste la voz
Pero
no el agobio
Ese
me lo guardo
(En el escote)
Olvidé de dónde vengo
No
sé ni a dónde voy
Muero
Derramando
cada gota
De
mi nula cordura.
Angustia
es
Perderme
entre tu altura
Escribirte
versos
Quemarme
de tu risa
Beberte
con locura.
EL
PRONÓSTICO DEL TIEMPO DIJO QUE NO LLOVERÍA
que habría sol
el suficiente para imaginar
Que estás
y me besas.
Hace tanto frio
que no me alcanzan las manos
para calentar mis hombros.
No hago el mínimo intento por buscar
un pañuelo
un refugio.
Allá, donde te encuentras
no llueve
y es porque pienso en ti
en mi sacrificio de jeringas,
vodka y heroína
Dios me abandonó hace ya mucho tiempo
se alejó contigo
dejó la lluvia,
tu bufanda perfumada
los filtros de cigarros con el carmesí de tus
besos.
Estás más lejos que el cielo
y la inutilidad de mis piernas me impide
alcanzarte
vivir
otro día que no sea domingo
dejar de soñar con el octubre en que te fuiste.
Llueve
Donde no debe
En una ciudad que no es Nueva York
pero promete serlo.
Cristina Meza. Guadalajara, Jalisco, 1997.
Poeta y artista plástica. Ha participado en exposiciones colectivas como Galería
XXVI (2015), Campo de Orquídeas
2da. edición (2016) e Irreconocible (2017),
así como en la antología de poesía 10
Balas, por Ediciones El Viaje (2017).