Delaying tactics
Creo
que tengo un bloqueo mental, llevo así varios días. Me exigen que entregue el
informe pero no he podido siquiera empezar.
Me
siento frente a la ‘lap’, oprimo el botón de encendido. Espero. Mientras la
máquina inicia, remuevo la mugre de mis uñas izquierdas con las derechas y
viceversa. Luego intento desprender el pedazo de cosa que haya comido, que
invariablemente se atasca en la caverna que tengo entre dos muelas, originada
por dejar incompleto mi tratamiento de ortodoncia.
Enciende.
Abro Word, remuevo mi trasero en la silla para elegir la posición más cómoda y
coloco los dedos sobre el teclado.
ASDF
ÑLKJ. Espero.
¿Qué
chingados voy a escribir? Necesito mi cuaderno de apoyo, ahí está casi todo;
sólo es cuestión de transcribir y ordenar las ideas. Saco la libreta de la
mochila y otra vez acomodo las nalgas.
Busco
la última página donde escribí pero me detengo a revisar notas pasadas, nombres
y números de teléfono desperdigados por las hojas, rayones, manchas de café.
Llego a la página y coloco la libreta muy cerca del teclado; temo que si alejo
mucho el cuaderno me distraiga de la redacción.
Teclas
y libreta perfectamente alineadas.
ASDF ÑLKJ.
Antes
de comenzar decido abrir SoundCloud y escuchar esa canción que no ha dejado de
zumbarme, a pesar de oírla todos los días.
Escribo
unas cuantas palabras, las borro, vuelvo a escribirlas y a borrarlas.
De
nuevo SoundCloud y otra canción. Recuesto mi cabeza sobre el respaldo de la
silla, tarareo.
Cierro
la ‘lap’, me levanto y voy al sofá; enciendo el televisor. Repaso uno a uno los
canales, nada que ver.
Regreso
a la silla y abro una ventana de incógnito, busco pornografía. Me gustan los
videos de cuarentonas buenísimas que hacen tríos con tiernas parejas de
jóvenes. Veo tres, cuatro, cinco, los
que soporte hasta que no pueda más con la hinchazón de mi vulva. Meto la mano
al pantalón, me provoco un breve pero liberador orgasmo.
Regreso
a Word y a mi libreta. Comienzo a escribir: dos líneas, tres, un párrafo.
Termino y hurgo otra vez en el cuaderno, garabateo en la última hoja la letra
de una canción.
Enciendo
un cigarrillo, otra vez SoundCloud. Escribo en Word más palabras sin sentido,
las borro y apago la colilla.
Repaso
de nueva cuenta los apuntes en la libreta, releo lo que ya se esperando
encontrar algo, un dato inesperado. Nada.
Regreso
de incógnito. Ahora busco videos de transexuales. Me excita ver a guapas
mujeres con un pene enorme que se cogen el ano de esos machos. Me masturbo otra
vez. ¡Aaaaggghhh!
Pienso
que tengo un problema, me gusta masturbarme. Lo mejor es cuando lo hago en el
baño del trabajo, por las mañanas cuando pocos han llegado, o por las tardes
cuando ya todos se fueron. A veces me gusta desafiar los horarios y entro al
baño cuando sé que hay algo importante por hacer. ¿Deberé ir al sicólogo? No,
de seguro sólo es ese nefasto residuo de la culpa cristiana por las chaquetas.
Otra
vez Word. ¿Por qué no escribo con la misma voluntad con la que me dedeo? Tal
vez deba hacer eso, tal vez mejor escriba al jefe un reporte de mis
masturbaciones diarias que del avance de la obra; seguro le pondrían más
atención en su aburrida junta.
Creo
que tengo un bloqueo mental.
Iré
a comprar unas cervezas y después forjaré un porro.
Rústico
fervor
¡Oh Príapo!
Dulce enhiesto
¿dónde estás ahora
Que te necesito?
¿Dónde,
en estas noches
tranquilas, sin amantes?
¡Oh Príapo!
Erguido para siempre
Cúbreme bajo la sombra
De tu hermoso miembro
Guárdame de la soledad
Y del fastidio
Líbrame de la cordura
Y la anorgasmia.
¡Oh Príapo!
Dulce enhiesto
Ven a
mi hora
Perfora mis piernas
Mi boca
En cuerpo entera
Con tu hacha
Ábreme en canal
Sácame las vísceras
Húndete hasta donde puedas
Húndete hasta que me mates.
¡Oh Príapo!
Si para eso me gustabas
Puerca greñuda
Puedo
escribir los versos más puercos esta noche.
Escribir,
por ejemplo: “recuerdo tu verga hinchada
y
tiritan cabronas mis ganas de cogernos”.
Puedo
escribir los versos más guarros esta noche.
En
horas como ésta la tuve entre mis labios
la
lamí tantas veces bajo un techo de hotel.
Cómo
no haber besado ese gran ojo fijo.
Qué
importa que mi concha no pudiera encerrarla.
Las
noches eran calientes y nosotros tan fríos.
Puedo
escribir los más versos más inmundos.
Deambular
por la noche inmensa
en
busca de algo grande que se compare contigo.
En
otro, estará en otro, como antes en el coño mío.
Su
grosor, su semen claro, ese ojo tan fino.
Ya
no la tengo, es cierto, pero cómo la tuve.
Es
tan corto el orgasmo y tan largo el olvido.
Porque
en noches como ésta la tuve entre mis pechos
mis
tetas aún se erizan por haberla sentido,
aunque
éste sea el último ardor que ella me cause
y
estos los únicos versos que yo le escriba.
Elegía
Esto apenas empieza y ya vales verga.
De día y de noche vales verga.
Al cepillarte los dientes vales verga.
Cuando cagas o embarras un moco
en la ventanilla del autobús.
Vales verga cuando pagas las cuentas
O compras tu comida orgánica
Que se pudre en las bolsas
Porque vales tanto verga
Que no intentas siquiera
Abrir el congelador
Vales verga por las mañanas
Cuando saludas en el trabajo
Y también por las tardes
Al despedirte.
Vales verga cuando te invitan al cine
Y te excusas pendejamente diciendo:
¿Y si lo dejamos para otro momento?
Es que hoy no puedo, es mi día de valer verga
Vales verga cuando te gradúas
Cuando das el sí y luego nace el primer
hijo
De arriba abajo vales verga
De aquí a allá y hasta acullá.
Vales verga a todas horas,
Semanas, años.
Vas a la iglesia y vales verga
Vales verga en el estadio
O en el concierto de Zoé.
Cuando alguien dice que te ama
Vales verga,
Y vales más verga
cuando todo se te va al carajo
y piensas lo divertido que sería
esconderte en un tren de aterrizaje
Vales verga al final
(o desde el principio)
Porque de la mugre universal
No eres más que polvo
Canción
¿Qué es poesía?
Te digo mientras me clavas
Sobre la sábana azul.
¿Y así me lo preguntas?
Mi verga es un verso
El recital eres tú.
Yadira Moreno (León, Guanajuato, 1982). Editora y periodista.
Parte de su trabajo poético puede encontrarse en Letrina
(letrinaesmiciudad.blogspot.com).