VÍCTOR SIMEÓN

*
aun se afirme en extraño constitutivo
aun aluda lo que no se sabe
aun cancelando la nominación
de una indeterminada textualidad
no hay tema sino obsesiva reformulación
de la negación sin objeto ni sentido
no hay literatura sino interrogación arrojada
al vaciamiento de todo gesto
en el mismo acto de retiro de cualquier referencia

 *
No se puede nombrar
la carencia, sino apenas designarla.
Es decir, añorar un sentido,
destruir ese sentido.

Porque toda designación
es expresión de la necesidad
de ser, no lo que falta,
sino la misma falta.

La necesidad de asirse
en el rechazo mismo
de lo que falta.

Toda designación es huella
de lo negado, gesto impotente
de la cosa o idea
olvidada en la intimidad
de lo irrevelado.

Pero, lo que designa
en verdad alude a la significación
de lo que falta, aunque
es la misma falta el sentido
último de la insignificación.

La carencia
no se puede nombrar.

 *
Es reflejo detenido
en su pliegue originario,
-hacia atrás
de sí mismo, más allá
de sí mismo-,
en su doble infinito.

Es excavación
de la orfandad, y a la vez
relieve de lo no escrito.

Como añoranza de un término
o de un conjuro, a partir
del cual, y hacia el cual
someter la imposibilidad
a la posibilidad
de lo ficticio. 

 *
                                        … aquello que me desposee
                                         arrojándome de mi poder de comenzar
                                         e incluso de terminar.
                                                                                         Blanchot

ese perseguir la fuga
o celebrar
lo efímero
en la inmovilidad
fragmentada
del dolor

ese apegarse a la pérdida
en la alteridad
en el devenir despojo
o reliquia
fundada
en la contemplación
del propio
desamparo

esa corporización
de la ausencia
a la vez que
mutilación
en la no-
representación

esa dispersión sígnica
más allá
del mismo
desplazamiento
más allá
de cualquier
deseo de trascendencia
o de muerte

esa frustración
desesperada  
de no poder
poseer
la misma
desposeción

este fetiche maldito
de lo que
no tiene nombre
o ha dejado
de tenerlo
antes de ser


 *
esa demanda que fracasa
ese fracaso
que demanda
y por ende no deja
de repetirse
en su imposibilidad

esa repetición que es pérdida
y toda pérdida
que es repetición
de la misma pérdida
en otra pérdida
en otra
repetición

tal el estadio del fragmento
tal la circunvalación
oscura del lenguaje
su ilusión
de goce
o de muerte

*
Entregarse a la atracción
y al rechazo,
al placer y al dolor,
en un mismo
gesto del fracaso.

Rodearse de la propia retirada,
y, a la vez, apelar
a la expresión de lo infinito
en lo finito inacabado,
al objeto del corte
en lo sublime
de la falta.

Hacia el encuentro
de lo incomprendido
y lo inaprehendido;
en la representación
de aquello-más-allá
o reborde
de esto
irrepresentado.


Víctor Semión nació en 1980. Es autor de los siguientes libros de poesía, que mantiene aún inéditos: La orfandad del canto (2008), El deseo de la oscuridad (2009), Signo del signo (2009), Canto imposible (2010), El verbo y la nada (2011), Conjuros de la carencia (2011), La poesía y el fracaso (2012), La rosa impura (2013), La ausencia original (2014), Irrelaciones (2014). Ha publicado y colaborado en varias revistas literarias. Actualmente es coordinador del taller de poesía Intertextos. 

Colaboración: Noelia Palma

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