FÁTIMA ALCARAZ


Ola Szpunar




De cadáveres

Sentada en la habitación,
la aguja que pincha su dedo
es el silencio de un espejo
que la mira desde adentro.
Desde la estructura férrea
de ese suspiro aletargado,
de ese sueño casi eterno.
La cicatriz de la herida
es el final y el comienzo,
se rasga las vestiduras
pero el espejo sigue quieto,
El miedo cuelga de su garganta,
la calla, la ata, le muerde
las palabras antes de escupirlas
y vuelan heridas, incompletas,
el miedo apunta sobre el reflejo,
la frena y pincha su dedo.
La cicatriz otra vez…
se rasga las vestiduras de nuevo,
el cadáver llegó a la mesa
dejándole estas letras de recuerdo.



Todo vuelve a su sitio 

Lentamente cae una gota por la ventana
la observo hasta llegar al fondo
pero no cae
se queda como suspendida,
inerte, 
de repente todo desaparece,
todo menos mis manos
Mis manos cuelgan desde una esquina
y dibujan sombras...
Se deslizan como serpientes entre el vacío
y siento un roce, un viento helado
Desaparecen mis manos,
a lo lejos veo un cuerpo, mi cuerpo
unido cual siameses a tu entierro,
a tu infierno sin mi cielo.
Y me suelto, las manos vuelven
y por fin la gota cae.



Renacimiento

Su música en mí 
era el pájaro sobre la almohada
carcomiendo mis ideas,
la gloria escrita bajo los pies 
de un gigante que usaba mis manos
y profanaba el frasco de los recuerdos
usándolos en mi contra.
Un jarro de cuerpo sin carne 
y un palillo sosteniendo el mundo de cartón
que hacía de hogar en el invierno.
Su melodía en mí era la suplica 
a los pies de una virgen que no oía.
Me rasgaba las uñas y me desangraba,
me horadaba y me clavaba a la cruz 
de una iglesia sin cimientos.
Debía aplacar tu voz en mi cabeza,
cosí tus labios, aparté mis oídos
y huí... De ti... De mí...
del yo que era junto a tu ego.
Huí... Nací de nuevo, me parí de pie.



63 puentes

Fueron 63 los puentes que construí,
en todas las direcciones de mi sangre,
bajo los efectos de la anestesia
que me inyectaron tus pasos,
embriaguez de aliento matutino
que me recordaba el vacío en la cama,
el costado izquierdo apuñalado y triste
latiendo destartalado por ese que se fue
y nunca ha vuelto, y nunca ha estado
y ya nunca estará conectado a mí.
Fueron 63 puentes...
Ni uno solo has cruzado,
he de prender fuego está ciudad inútil
que cobijan mis entrañas,
he de prender fuego este resquicio 
de paredes blancas y fantasmas,
he de quemarlo todo, todo
he de empezar por mí.




Sobre la autora:

Fátima Alcaraz (San Luis, Argentina, 1990).  Estudiante de la carrera de licenciatura en Kinesiología. La poesía es la forma de arte en que las palabras dejan al descubierto las vivencias de quien las escribe y vuelven a ser leídas y reinterpretadas por quien las lee, dándoles así una nueva mirada. 


Colaboración: Sara Montaño Escobar











Entradas populares

Lxs más leidxs