JULIETA MORENO

Sobre las aves nacidas en cautiverio

Nos construyeron jaulas
en placas de lata escribieron nuestros nombres 
con almuerzos junaeb nos etiquetaron a todos
cada uno era un código de barra siguiendo una secuencia binaria

nos ordenaron por sexo, por número, por edad
nadie nos preguntó si pensábamos volar o si nos gustaba la lluvia
o cuánto detestábamos los llantos de nuestros hermanos menores

apenas roto el vientre por el parto
me situé detrás de sus rodillas
una trampa de carne y pecas de forma convexa

había que permanecer callado
llegábamos a distintos espacios pero el escenario se repetía
las alas rotas
el rostro muerto
la caja vacía de mi pecho
cada día una herida me fragmentaba más

nos subimos al auto sin retorno para mirar
cómo se encendían las calles a nuestro paso
mientras nos baleábamos en la villa

quemamos la niñez y la juventud al mismo tiempo en que conocimos el sexo
escondimos nuestras culpas entre las piernas
cortamos los hilos con cuchillas
repetimos la escena:
a algunos les dimos apellido
a algunos los quisimos más a que otros

por ese intento de permanecer
nos llenamos de gestos triviales simulando afecto:
estábamos rotos y las jaulas también  

quemamos el volantín de dragon ball un día en el parque de los reyes
para hacer desaparecer la infancia
y que las pérdidas se fueran volando
como los pájaros
para siempre.


Ave migratoria

El sentimiento de escape afloró por dentro
vomitamos la fe en nuestros centros laborales
comenzó el período de urgente migración

aprendimos los viajes
el comportamiento de las nubes nos marcó el camino
vimos casas color hospital
poblaciones saqueadas

dejar nidos abiertos, pájaros llorando es la cruz
hijos repartidos por los árboles
nunca aprenderán a volar
no conocerán sus raíces

mamá dijo que las lágrimas se acaban
cuando no quedaban llantos nos tomamos de las manos
conmemorando a los que olvidaron la ruta

haber conocido el vuelo implicó abrir una herida ascendente
y con su nombre se inauguraron los naufragios
ya no hay carreteras habilitadas
somos autoexilio
destierro
segregación
somos migración

abrimos el pecho en el momento del traslado
para encontrarnos en la miseria misma
se quebraron las estaciones del año
las paradas de autobuses no tienen fecha de retorno

las crías esperan
mandamos algo de cariño epistolar
pero el dolor gana
el dolor siempre persiste
en un latido constante acompasando maquinaria pesada
en una fábrica cualquiera
en un país que no es el nuestro.


Cardenal

Abriste fuego en dos disparos
me atravesaste el pecho en dirección noreste
rozando músculos y órganos
mientras trazabas mapas de sangre en mi cuerpo

bifurcación que va
desde el centro y me atraviesa continentalmente
hierve al interior como mamífero en celo

el corazón se desgarra en la penumbra
grito sordo que trato de emitir
me doblo, me fragmento, me destruyo

mientras intento agarrar el aire con las manos
caigo desde un puente hacia atrás
pero atrás no hay nada, sólo un vacío desolador
que no es capaz de contenerme
porque ni mi propio peso sirve para demarcar el límite
del dolor y del fuego que abriste dentro mío.


Zorzal

Cuando tengamos un hijo
no sé si le ponga nombre
tal vez lo aborte o lo escupa cuando me acuerde de algunas calles
que transito normalmente

si se hace de noche no sé si le ponga tu nombre
porque va a tener tus ojos y eso me dolerá en los míos
y será como un hijo que no quieres conocer
porque sabes que tendrá mis colores

entonces rayaremos las murallas
lo subiré a mi espalda y caminaremos a paso vacío por calles fragmentadas
no sabrá caminar y yo le enseñaré a levantar los brazos para pedir perdón

o quizá lo deje en algún hospital de niños
para que le tejan chalecos de miel y le hablen sobre los papás
que nunca tuvo pero que vendrán a buscarlo
mirará por la ventana y llorará pensando en la mami del pelo negro
el único recuerdo que le queda
cuando crezca irá al colegio y buscará en cada aula a la profesora que lo abandonó

no se encontrará con su padre hasta muchos años después
cuando se suba a la estación sta. rosa de la línea 4A
y se encuentre con sus ojos en los de hombre de bigote blanco
que mira hacia la ventana,

mirará los grafitis
mirará al señor
y pensará en los fragmentos de las calles recorridas
cuando su madre lo llevaba al hombro

no le hablará a su padre
y tendrá que bajar de la estación para poder llorar.

Cuervo

La única forma de romper el vínculo
es la traición:

abrir el pecho
escindir la piel
penetrar el cuerpo
cortar las arterias
llegar al corazón

a la médula del dolor.




Julieta Moreno, (Buenos Aires, 1990). Ha participado en los talleres literarios impartidos por Balmaceda Arte Joven, sede Santiago de narrativa con Juan Pablo Sutherland, Poesía y performance con Elizabeth Neira, Cuento con José Antonio Rivera y Escritura autobiográfica con Gustavo Barrera.  Ha sido parte de diversos encuentros de poesía en los que destacan, en Balmaceda Arte Joven, en la Biblioteca de Santiago y el encuentro internacional Trasandes (Mendoza 2011). Ha sido premiada con el tercer lugar de cuentos categoría escolar de la Revista Grifo (2007) y  Mención honrosa en la Antología Décimo sexta de cuentos en movimiento (2008). Publicaciones de ella han aparecido en la "Antología 10 años de poesía en Balmaceda" editada por el Centro Cultural Balmaceda 1215. En el 2013 fue becada en la Fundación Pablo Neruda. Forma parte del colectivo poético Niñas con Palillos, proyecto ganador del Concurso Jóvenes Talentos 2014, organizada por fundación Mustakis en conjunto con Balmaceda Arte Joven. Se desempeña como organizadora de Lecturas para Pájaros, poesía, música y performace, en distintos centros de eventos. Actualmente trabaja en su proyecto poético Aviario.
julietamagali.mg@gmail.com 

Colaboración: José Antonio Îñiguez

Entradas populares

Lxs más leidxs