ANA PATRICIA MOYA

Poemas inéditos

DIA X MES X \ BUCLE INFINITO

Terminar la jornada doméstica digiriendo
una insípida ensalada mientras la televisión
emite sus fantasías a todo volumen,
procurando anestesiar esta desazón cíclica

-mi nombre se repite
en todas las listas de exclusión:
demasiada mala suerte-;

aprovecho la soledad de los fines de semana
para no pensar en lo que [me] destruye

duele no ser como los personajes que saturan
la pantalla, traficantes de falacias con las que comercian
por una atractiva cifra con muchos ceros,
parásitos alérgicos al trabajo mundano,

duele ser fiel a la herencia de mis padres
-esta forma de ser es un pasaporte directo al fracaso-

duele la vida honesta, sin ambiciones.

Se disipa el hambre -qué harta me tiene la dieta-;
me embobo con la programación decadente,

abandono mis neuronas al espectáculo circense
con sus destellos de color y glamour de plástico,

que ya no quiero lamentarme más por la falta de oportunidades,
por la lucha permanente con candidatos  más aptos
o porque no me puedo atiborrar de chocolate o whisky,

ignorar a la filosofía, los principios, la desazón,

sorberme las lágrimas y formar parte de la manada
de borregos adictos a la felicidad artificial




hasta la madrugada que anunciará
el retorno al desayuno frugal, a limpieza intensiva con lejía
de los baños y a estudiar cursos para llenar mil currículos
que no se leerá nadie.


EPISODIO REPETIDO

Llego rota, sin ganas de comer;
otro viernes taciturno
-preludio de un fin de semana gris-;
apareces en ropa interior
me saludas con tu sonrisa
te miro, divertida –te has vuelto a olvidar de que existen los peines-
me quedo atrapada en tus caderas,
en tu ir y venir por la cocina y el comedor;
arrojo la chaqueta vieja y las llaves de mi casa
al sillón; extraigo libros
-ningún poemario:
me decanto más por el poema de tu espalda-
y los dejo amontonados encima de la mesa;
te sigo, como un cachorrillo travieso,
hasta tu habitación, con esa pegadiza banda sonora de fondo
-“Walk on by, walk on by, foolish pride,
is all that have left so let me hide,
the tears and the sadness you gave me,
when you said goodbye…”-

sabemos que esto no es amor

ni siquiera es algo parecido

que soy culpable por demandar afecto tibio
en tus besos alquilados y compartidos

eres bálsamo para el hastío, sí,
que sólo se trata de carne resbalando
-“este corazón está encofrado”,
amenacé, “demasiadas fisuras”-

que madurar es engañarse, sobrevivir al desierto
abrazándose a los espejismos,

[“valórate, sé inconformista”: la sabiduría de mis padres
que se derrama en el precipicio],

que muy pronto te marcharás
(es la ley que rige
el temor a exponernos al otro)

que tú no eres indispensable

nadie lo es

eso he aprendido.

Llego rota, sin ganas de comer;
sólo quiero envolverme en una mentira cálida

asumir mi eterno papel de personaje secundario
en esta serie tragicómica de bajo presupuesto,



lo que siempre ha sido mi existencia.


SIN GARANTIAS


No nos engañemos:
la vida no sería más simple
si todos tuviéramos nuestro propio manual de instrucciones:

el inconstante no estaría dispuesto a leer miles
y miles de páginas que se reescriben una y otra vez

el indeciso no se dignará en anotar
sus impresiones en las hojas en blanco

el conformista no se preocupará en averiguar
el idioma [cifrado] del corazón

los vagos buscarían rápido
la infalible garantía de devolución

y lo más inquietante

los desesperados acudirían nada más abrirlo al índice,
para buscar el apartado de “uso apropiado del cuerpo”.



LA PUTA MANIA DE VALORARSE MÁS CON ESTE INSTINTO DE PERRA ASTUTA QUE HA ARRAIGADO - HASTA LA MÉDULA – EN MÍ “GRACIAS” A VOSOTROS, HOMBRES GRISES Y MUJERES AZULES

“Mi cuerpo es una lista       de heridas
colocadas simétricamente”.
(Adrienne Rich)

“La soltera se afana en quehacer de ceniza,
en labores sin mérito y sin fruto
y a la hora en que los deudos se congregan
alrededor del fuego, del relato,
se escucha el alarido
de una mujer que grita en un páramo inmenso
en el que cada peña, cada tronco
carcomido de incendios, cada rama
retorcida es un juez
o es un testigo sin misericordia”.
(Rosario Castellanos)

Si sabes, más que de sobra, que resguardo toda esta amargura
que me arrasa las mejillas en incontables madrugadas,
¿para qué preguntar si todo está perfecto?

[Soy una farsante. Lo sé].

Conocemos las respuestas. Nos conocemos demasiado:
tú finges conmigo porque no quieres                te asusta cruzar la línea
-habiendo miles de individuos e individuas desamparados,
repartidos estratégicamente por este planeta:
¿por qué yo,             por proximidad,    por pereza,   por aburrimiento?-
 y yo soy una insoportable coleccionista de heridas
[este pasado de hombres y mujeres desleales que profanan mi corazón],
sin remedio
ni tampoco necesito que alguien me rescate               de esta soledad;

porque tú no eres un superhéroe
(por dentro eres el peor de los villanos: y lo sabes)
ni sabes construir poemas                       sin palabras
(porque las palabras son humo en boca de los poetas
y yo detesto a los poetas, con todo mi estómago)
y yo, soy una vulgar princesa con manos expertas en usar estropajo,
doloridas por cargar con las bolsas del supermercado,




sin nada que ofrecerte. 

Ana Patricia Moya (España, 1982). Licenciada en Humanidades por la Universidad de Córdoba. Autora de “Bocaditos de realidad”, “Material de Desecho”, “Píldoras de papel” (poemarios) y “Cuentos de la carne” (relatos). Sus textos han aparecido en diversas publicaciones literarias e impresas, de Europa e Hispanoamérica, así como en antologías. Ha sido traducida parcialmente a seis idiomas. Actual directora de Editorial Groenlandia (proyecto cultural sin ánimo de lucro especializado en publicaciones digitales). 

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