EDUARDO MILÁN






A  LOS VEINTE AÑOS TU SEXO OLÍA PROFUNDAMENTE...

A los veinte años tu sexo olía profundamente,
antiguo, tibio, una raíz sin frío, precaria
aun viniendo de un pasado tan hondo, mítico
de atreverse a atravesar la selva sin ser visto.
Voz de ánima en pena que busca un continente,
África donde agarrarse, desgarrada. Pero volviendo,
el sexo de la mujer tiene una autonomía rara
como si le perteneciera y como si le fuera ajeno,
ajenjo, independiente, estado ebrio. Vive en la fiebre
su larga memoria que lo habilita al delirio. Sus labios
son verdaderos labios. Una raíz que no es una raíz
pero parece por su resonancia. A partir de un punto
el poema son innumerables ecos, aguas liberadas, felices
de expansivas después de ser tocadas.


EL SOL, SOL DE DOS NIDOS...

El sol, sol de dos nidos,
uno en la luz del día,
otro en la de la noche,
ahora bajo en calorías.
De ahí ese frío en verano,
esa tibieza en invierno,
ni  primavera ni otoño.
No sabemos qué ponernos
ya que estamos habituados
a ponernos algo. El sol
sería bueno que eligiera,
que el sol tomara partido.


HUMILDAD, LA FUENTE INAGOTABLE...

Humildad, la fuente inagotable
de recursos naturales es un río
que no quiebra, un río
que fue lluvia, una elevada
vertiente que cae
como toda la plata, finalmente.
El hombre del rocío en la cabeza
y en los hombros, el famoso rocío
de los prados, hoy canoso,
no es más que la humildad que anda,
el otrora verdura de las eras, cabizbajo.
No está solo: una bandada
anda empapada como voz de Neruda.
Ese río, dios mortal del mar,
renace en meaculpa de la lluvia.


EL ARTE NUNCA ES LA VERDAD…

El arte nunca es la verdad
pero hay momentos, hay momentos tan ausentes
como éste, en que la verdad es una forma de arte,
una mina, un trobar, El Dorado. Uno encuentra,
dos reconocen, tres cantan en trío -el trinar-,
cuatro cantan en coro. Y así, un sí de vez en cuando,
se descubre el momento. Cuando el momento se descubre
es casi un hecho. En este momento un hecho es un milagro
porque la verdad es una forma de arte, es el misterio
presente al que nadie se atreve. Por la melodía
parece que canta pero es un concepto,
el ruiseñor-concepto.


NO FALTEN LOS CABALLOS DEL ENCABALGAMIENTO…

No fallen los caballos del encabalgamiento
que abren los sentidos, los sentidos
que se abrieron en cuatro como a Túpac
Amaru. No digan los sentidos encabalgados
en su locura lo contrario a lo que quiero:
la precisión del sentido, no el desbocamiento
de esta falsa totalidad que presentimos, atentos
a ese amargo amago de completud. Serán como una red
si fallan, serán como otra red.
Lo que no supe decir que no lo digan los caballos.



Eduardo Félix Milán es un poeta, ensayista y crítico literario uruguayo radicado en México.

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