ALDO PELLEGRINI




MARTIRIO DE LAS FORMAS
Siento frío
en el viento que nace de tu cerebro
Las llamaradas eternas sueñan con arquitecturas inextinguibles
Dos pasos atrás
para que el peligro se transforme en una lluvia amedrentada
Los vigilantes conducen a las holandesas borrachas
y las mujeres escotadas apagan una multitud de luces
Profundidades deslumbradas de esplendores superficiales
por efecto de terremotos incalculables
En las oficinas caminaba por un laberinto de celuloide
En la noche se deslizaba, pensativo, por el corredor del insomnio
Caja de cartón perdida en un mal humor metálico
Las miradas rechinaban contra las puertas
Esferas fosforescentes rodeadas de soldados paralíticos y de termómetros
[rotos
y de pájaros amenazantes y de manos sangrientas, lejanas
que hacen alusión a las rutas inhallables
Silencio transparente
nunca alcanzarás el soberbio olvido de ver
aunque abras la puerta de la vida y te desvanezcas con la rapidez de un
[relámpago.

NECESIDAD DE LA MÁQUINA DE CALCULAR
Los búhos de cráneo transparente
todas las mañanas engendran el mismo paisaje en sus ojos
de allí parten las sonámbulas vestidas de frío
para descender las desnudas escalas barométricas
de allí parten galopando las pestañas
para alcanzar la cumbre más alta de la pasión
los búhos de cráneo transparente
confunden el tiempo y la realidad
confunden el hombre y la miseria
confunden la ciencia con el sueño
sólo la máquina de calcular
puede aclarar la inmensa confusión que nos rodea
es necesario calcularlo todo
es necesario estudiar el origen de los precipicios
calcular el número de mujeres de rostro roído por la niebla
calcular la ferocidad de los dientes
calcular los denominadores frenéticos
calcular los ríos que corren por la memoria
calcular las personas que se detienen bruscamente en los puentes
calcular el vértigo de las láminas sumergidas
calcular los escalofríos
los castigos
la buena voluntad que se enfría

LAS GRANDES SEQUÍAS

Oh moscas templadas en las oraciones del terror
tierra caliente, prometido alabastro que no llega
dura es la mirada donde el cielo corre feroz por el pavimento
y las cabelleras inaccesibles vierten sus sedas
hembras infinitas rodando por el declive del tiempo
El sol adusto descubre su tatuaje, insolente se yergue el manantial de
polvo
vacila la primavera que retrocede hasta donde anclan las primeras luces
he ahí las manzanas sorprendidas y un apagado rechinar de dientes
para resistir tu imposible mirada de metal
Antes de desaparecer cruje el hilo de arena, tu letargo se rompe,
telaraña, tu temblor no se atraviesa
el sembrador de angustia pierde altura, el suelo magullado ya no soporta
su carga
los frutos se agotan
cosecha de diciembre
cosecha de olvido donde nadie pide tregua.

HORIZONTAL

Horizontal
frente al pájaro irreparable, la herida lenta
el tiempo acosado por lobos verdes
la columna destrozada, el ojo que habla a la noche
los lobos se apaciguan
sólo es verde el paisaje
sólo es horizontal la mirada
anteojos rotos, materia de fuego
la llamaremos la exquisita sal de los misterios.

PARA QUE LAS MOMIAS SE TORNEN
INCANDESCENTES
Saltarás de la oscuridad a la luz henchido de clemencia
sin solemnidad, con el tacto con que se persuade o fracasa
cuando el mono busca su estrella dentro de los acontecimientos
brillando desatinadamente en la opulenta ventana hacia la calle
Saltarás sobre el punto en que la garganta cede, huella invisible del desertor
y los idiomas parlamentan en la conjunción de la voz ahogada
y encontrarás palabras llenas de natural encanto
como poeta, catequista, político honrado, visión crepuscular
y te espantará el recrudecimiento de la gripe
en las estaciones abiertas a todos los impulsos
abiertas a medianoche con sus sonrisas de días templados
para llegar jadeando casi a la puerta de la izquierda
donde descubrirás a la mujer que huye, oh tu castigo
roedor, murciélago
vendiendo porcelanas hasta la culminación de agosto
hasta que las ratas abandonen tu próximo viaje, el que no se decide
hasta alcanzar la fecha, la fecha frágil de los encuentros
y perder a los naipes y asomarse a la molesta ventanilla del suicidio
y nada más, oh trenes, descendiendo a tiempo de la fiebre
descendiendo del hambre con prudencia rectangular
Con rectangular prudencia
encenderás la mirada inexpresiva de los peces
navegante que recorres el sentido vertical del agua
con cierta elegancia sostén de un declinante prestigio
y con la agonía del último esfuerzo
interpretarás fielmente la locura de los dioses, la confusión de los hombres
Activo, resueltamente sutil, casi al nivel de la aventura
saltarás sobre la teoría de la conversión de los pasos en exquisitos
[instrumentos para torturar la sospecha
saltarás hasta el mismísimo punto de congelación
donde las miradas llenas de resentimiento retardan los amores
y ofrecen su helada mano a la amistad o al desprecio
Desequilibrio
puerto seguro para refugio de una convulsión de milímetros por segundo
y viajeros que multiplican rumores en el gran corazón de tu equipaje
con su prédica descorazonante y su capacidad de viaje ilimitada
bebedor, bebedor de oscuridad y violencia
recorres a grandes saltos la cámara de los errores
persiguiendo sin alcanzarlas
mujeres apasionadas envueltas en su lluvia insinuante
y con la existencia en estado de alerta
recoges el secreto impalpable de las palabras, el encantamiento del
[séptimo día
He ahí la vigilia que espera imperturbable
La hora exacta en que la vida se produzca.

Aldo Pellegrini, poeta, ensayista y crítico de arte argentino. (1903 – 1973)

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