LUIS CERNUDA

CEMENTERIO EN LA CIUDAD

Tras de la reja abierta entre los muros,
La tierra negra sin árboles ni hierba,
Con bancos de madera donde allá a la tarde
Se sientan silenciosos unos viejos.
En torno están las casas, cerca hay tiendas,
Calles por las que juegan niños, y los trenes
Pasan aliado de las tumbas. Es un barrio pobre.
Como remiendos de las fachadas grises,
Cuelgan en las ventanas trapos húmedos de lluvia.
Borradas están ya las inscripciones
De las losas con muertos de dos siglos,
Sin amigos que les olviden, muertos
Clandestinos, Mas cuando el sol despierta,
Porque el sol brilla algunos días hacia junio,
En lo hondo algo deben sentir los huesos viejos
Ni una hoja ni un pájaro. La piedra nada más.
La tierra.
¿Es el infierno así? Hay dolor sin olvido,
Con ruido y miseria, frío largo y sin esperanza.
Aquí no existe el sueño silencioso
De la muerte, que todavía la vida
Se agita entre estas tumbas, como una prostituta
Prosigue su negocio bajo la noche inmóvil.
Cuando la sombra cae desde el cielo nublado
y el humo de las fábricas se aquieta
En polvo gris, vienen de la taberna voces,
y luego un tren que pasa
Agita largos ecos como bronce iracundo.
No es el juicio aún, muertos anónimos.
Sosegaos, dormid: dormid si es que podéis.
Acaso Dios también se olvida de vosotros.



DESEO

Por el campo tranquilo de septiembre,
Del álamo amarillo alguna hoja,
Como una estrella rota,
Girando al suelo viene.
Si así el alma inconsciente,
Señor de las estrellas y las hojas,
Fuese, encendida sombra,
De la vida a la muerte.


AMOR OCULTO

Como un tumulto gris del mar levanta
Un alto arco de espuma, maravilla
Multiforme del agua, y ya en la orilla
Roto, otra nueva espuma se adelanta;
Como el campo despierta en primavera
Eternamente, fiel bajo el sombrío
Celaje de las nubes, y al sol frío
Con asfodelos cubre la pradera;
Como el genio en distintos cuerpos nace,
Formas que han de nutrir la antigua gloria
De su fuego, mientras la humana escoria
Sueña ardiendo en la llama y se deshace,
Así siempre, como agua, flor o llama,
Vuelves entre la sombra, fuerza oculta
Del otro amor. El mundo bajo insulta.
Pero la vida es tuya: surge y ama.

PÁJARO MUERTO

Sobre la tierra gris de la colina,
Bajo las hojas nuevas del espino,
Al pie de la cancela donde pasan
Jóvenes estudiantes en toga roja,
Rota estaba tu ala blanca y negra,
Inmóvil en la muerte. Parecías
Una rosa cortada, o una estrella
Desterrada del trono de la noche.
Aquella forma inerte fue un día el vuelo
Extasiado en la luz, el canto ardiente
De amanecer, la paz nocturna
Del nido allá en la cima.
Inútil ya todo parece, tal parece
La pena del amor cuando se ha ido,
El sufrir por lo bello que envejece,
El afán de la luz que anegan sombras.
Si como el mar, que de su muerte nace,
Fueras tú. Una forma espectral de ti vislumbro
Que llora entre los aires los amores
Breves y hermosos de tus días idos.
Ahora, silencio. Duerme. Olvida todo.
Nutre de ti la muerte que en ti anida.
Esa quietud del ala, como un sol poniente,
Acaso es de la vida una forma más alta.




Luis Cernuda, (Sevilla, 1904 - Ciudad de México, 1963) Poeta español, una de las figuras fundamentales de la Generación del 27. Su obra se inscribe dentro de una corriente que muchos han calificado de neorromántica, pues la sensibilidad, melancolía y dolor que destila su poesía se halla siempre dentro de unos límites de serena contención, a la manera de G. A. Bécquer, pero con características matizadas por una aguda actitud de la mente, rasgo esencial de la generación a la que perteneció.

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