QUISIERA
Quisiera entonar los himnos de Novalis.
Con tal consuelo avanza
la vida hacia lo eterno.
Recordar que la espuma es otra piel,
pero la vida avanza
y mi eternidad es suya.
Si me quedo dormida
escuchándote, Rubén,
si me recuerdas todos los días,
estaré.
Pero el olvido va hacia lo eterno
y la noche
sin consuelo,
dejándonos atrás.
DESAMPARADA
La desamparada
vive debajo de la mesa,
su familia está comiendo,
hay velitas para su cumpleaños.
La desamparada
espera el abrazo,
sólo perdona al tiempo
porque es el culpable.
La desamparada se ilusiona
cuando en casa alguien le deja pan
en el horno,
hasta que sabe que no era para ella.
La desamparada
construye su casa
en la caridad
de otros,
esa morada de papel
que puede desplomarse
en los pliegues de sus costillas.
La desamparada
está remendada
por el fino hilo de las sobras
que le pudo pelear a un perro.
La desamparada
nunca está sola,
se acompaña de un dulce
que la anestesie de su enfermedad
y de su dolorosa cura.
La desamparada
ya no sabe de fe,
porque la hiel perfuma su sangre.
La desamparada
le dice adiós a todo esto
que es algo que no existe.
ESPADACHÍN
Yo no sabía que el conejo estaba ahí,
la liebre tampoco,
(esa liebre que es lo salvaje
en el corazón de un conejo)
cuando buscaba a Alicia.
En el cielo había caracoles blanquísimos
y un espadachín tieso
a un costado del paisaje.
Todos corrieron
sin advertirme.
Salvaban sus cabezas y sus patas,
dejando el camino libre
entre la espada y yo.
Salté furtiva con el bullicio
hacia un riachuelo
y desemboqué en otro pequeño bosque
sin miedo,
con mi cabeza,
sola.
QUIERO
Quiero que mis perros me esperen,
detrás de la puerta,
con sus patas delanteras
firmes.
Quiero que duerman antes
y sacudan su lengua,
después de haber bebido el agua
que les dejé.
Quiero llegar y verlos,
en el lugar de siempre
tosiendo fuerte,
soltando a pedazos el pelaje.
Quiero que se vayan acercando a mí,
granizo de perros,
y caigan a mis pies
descoloridos
y nada firmes.
Quiero ver a las bestias soñando
y yo convirtiéndome
en el perro más grueso:
absoluto.
ELLOS
Los que olvidan
mueren de hambre,
pierden las ganas
antes de descender,
antes de servirles
se esconden,
ya no les das
un café tibio,
apenas unas galletas que vencieron ayer,
un jabón con escamas,
botones sueltos
sin hilos
como la memoria
que ELLOS perdieron.
Daniela Jaimes-Borges (Caracas, Venezuela, 1981). Profesora de Artes
Escénicas (UPEL) y magíster en Estudios Literarios por la Universidad Central
de Venezuela. Profesora de Lengua Española y Literatura en la Escuela de
Idiomas Modernos de la misma universidad desde el 2008. Dramaturga, actriz.
Merecedora del Premio de Autores Inéditos Monte Ávila Editores, 2009, mención
Dramaturgia, por su libro Breves. Premio Municipal de Literatura, 2011,
mención Dramaturgia, por el mismo libro. Ganadora de la beca Panorama Sur,
Argentina, 2012. Su obra ha sido traducida al inglés y portugués. Su trabajo ha
sido publicado en antologías nacionales y revistas digitales dentro y fuera de
Venezuela. Desde el 2016 lleva a cabo el proyecto audio-poético Voz
de otra Voz.