PEDRO PABLO PEDRAZA MARÍN






La abuela

Yo tenía cuatro mujeres de barro sobre la mesa.
Llegaron sin invitación, una a una ocupando el espacio.

Me detenía a mirarlas minutos a veces por horas;
su vida fue expandiéndose a la cocina, al patio a la sala de estar.

Cuatro mujeres están en la casa.

Me confundían.

Dormía con ellas,
soñaba que desnudas danzaban,
a la orilla de un mar;
una hoguera encendida
a mi lado para hacerlas más fuertes,
pegadas a mi cuerpo para darme calor.

Una tarde,
pasada la lluvia,
las puse bajo el sol,
supe que se hacían mayores,
grité,
en su regazo puse un mechón de mis cabellos.

El tiempo fue creando grietas en sus cuerpos; chispa caliente del calor.

Como si nadie las viera,
se volvieron polvo una madrugada,
dejando herido  mi sueño, mi insomnio, la vigilia.

Y sin quererlo,
junté con mis dos manos su materia,
y caminé y caminé hasta perderme.

Cansada, abrí  mis manos
y entregué al mar,
la muerte,
el polvo,
mis cenizas.



Insomnio

Sigo despierto y no es por el insomnio,
es por la bestia agazapada del mundo,
lo posible, 
el furor vital que no duerme.

Tus ojos me ven
y ahora tu cuerpo es el vértice del éxtasis;
undirme en el tarareo de un canto antiguo.

Fruto del edén.

No dormir es siempre tener un cuerpo,
la gravedad y su fuerza.
Dar pasos,
deseo,
morir.


Cimbra

Que la madera sostenga el cielo de una casa.
Antiguo bosque recibiendo el cielo,
la descarga vital,
el arché de la vivienda humana.

Elemento.

Puente creado entre el hombre y sus dioses.
Vasija en donde le agua tiene un nido,
hábitat de la figura de un ídolo.


Ex Frayle

Si el orden se da en el lenguaje,
el silencio será violentarlo.

Al alba levantarme,
a oscuras signarme una cruz en el sueño,
ceñirme al cuerpo la figura de un santo.

En la niebla decir mis oraciones,
dejando que los muertos
se apropien de mis órganos;
escribir memorias después de bajar al infierno.

Saber que antes de cualquier verdad,
el dogma habla con voz propia.

Inventarme una mentira más,
un poema de sombra,
a la sombra,
a la humedad del ancho claustro.

Quedarse quieto
como estatua santificada,
 la enfermedad como un espejo,
apropiarse del cansancio ajeno y transpirarlo.


Ex Frayle II


Noche.
Fuego.
Desecho.

                  -Solo-

En el claustro rezarle a un padre nuestro;
austeridad de todo sentido.

Yo,
alguna vez creí en las azucenas,
en la oscuridad de la celda,
en el sexo de la noche oscura.



PEDRO PABLO PEDRAZA MARÍN. Originario de Monterrey, Nuevo León. De 30 años, licenciado en Filosofía por la Facultad Francisana de Filosofía, portó los hábitos religiosos por 8 años en Guadalajara, Jalisco. 

Ha publicado los libros De calles, rostros y jornadas (Facultad Franciscana de Filosofía, Zapopan, Jal., 2015) y Piedras blandas (Edición de autor, Zapopan, Jal., 2016).
Figura en las antologías: Francisco, hombre de fe (Facultad Franciscana de Filosofía, Zapopan, Jal., 2013) y Clara, mujer de fe (Facultad Franciscana de Filosofía, Zapopan, Jal., 2014).

Ha colaborado en las revistas  Fecit (Zapopan, Jal. 2014), Le Miau Nior (España, 2017) y Femme Fetal (Rosario, Arg. 2017).

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