La casa
La casa que alquilamos
antes era un local,
algo como un bar
es decir que tiene marcas
porque a la noche se abría
y venían personas
que organizaban
un evento
o sus vidas
es decir alguna vez alguien acá
conversó hasta enamorarse
o todo lo contrario,
mirando un espectáculo una persona
se dio cuenta del hastío que era su vida
y decidió dejar
a su pareja que quizás
siquiera estaba presente.
Acá pasaron cosas
así que no hace falta
que a nosotros nos pasen:
alquilamos una casa que ya vivió
ahora podemos descansar en ella.
Rusia pop
En un local de comidas rápidas de Moscú
una rusa joven, en perfecto español
con acento de españa
me ayuda a entender lo que hay para comer.
El negocio parecía de hamburguesas,
pero solo sirven papas rellenas
y para tomar hay leche.
La rusa, que escucha música inglesa
y que está vestida
como en esas películas norteamericanas
en las que hay nerds y porristas
no se toma enserio
cuando le pido ayuda para conseguir
una bebida diferente a la leche.
La alimentación, parece,
es el único aspecto de su cultura
al que nunca aprendió a resistirse.
Lengua madre
Viajé a Rusia hace tres años
recuerdo algo del idioma
pero es una versión inútil.
Sé bastantes palabras
formar oraciones
y conozco sus tres tiempos verbales
mejor que los 17 del español,
pero mi ruso es deficiente
no sirve para leer o entender una conversación
tampoco puedo pronunciarlo.
Mi nivel de ruso solo sirve para cosas inútiles
como jugar a que hablo
escribir mi nombre
o decir te quiero.
La buena suerte
Mis padres pensaron que de grande
la ironía podía servirme de algo
-ellos no la tenían-
también me dieron religión
estudios
una personalidad trabajadora.
Intentaron de esa manera
remediar el hecho de no poder
heredarme la buena suerte.
Verdadera historia de las
invasiones
Vuelve el frío y con él
las palomas
que intentan recuperar el balcón:
no habíamos ganado la batalla.
Nos creímos inteligentes
tirando sus huevos al vacío,
peroparece que aprendieron del error.
Esta vez trabajan cuando no estoy
y esconden de mi
las pilas de paja y basura
que juntan todos los días.
Me ausento una semana
y sé que cuando vuelva
habrán recuperado el espacio.
No hago nada para evitarlo
es inútil
explicarle a una paloma
que debería abandonar el lugar
que históricamente le pertenece.
Sobre la calle Piedras
Los vecinos de enfrente
recién llegados al edificio
se esfuerzan un sábado tras otro
por meter en su balcón
lo que alguna vez fue un patio.
Cada semana, los intentos
de conservar su vida anterior
se acumulan y desaparecen.
Calor en julio otra vez
También hizo 26 grados ese invierno,
¿te acordás?
recuerdo que hablábamos de eso
recuerdo que hablábamos de eso
y de las plantas
no me acuerdo si después
hubo tormenta o no
(todo parecía una tormenta)
sí me acuerdo que después
todos los inviernos fueron fríos
todavía siento el frío
Incluso hoy.
Algo mejor
Mi cuerpo
encontró una táctica para recuperar
lo único valioso de una historia vieja.
Con un juego de memorial táctil
cada vez que vuelve el frío
vuelve esa sensación estúpida
la esperanza de que podíamos tener
algo mejor.
Tamara Grosso estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad
de Buenos Aires (UBA). Trabaja como redactora y editora. Publicó los libros
Guatepeor (2016) por Modesto Rimba, Márgenes (2016) por Objeto Editorial y
Entre el blanco y el negro (2015), por Ediciones de la grieta, y la plaqueta
Las partes de la ciudad (2017) por Taller de Edición y encuadernación
Perronautas. Estos poemas son parte de un libro inédito