SANDY MEL VALLEJO





METAMORFOSIS 

En el crepúsculo la cicatriz aflora
me sumerjo en su córnea
me anido. 

Deshojo mis costras
d  e  s  o  r  b  i  t  a  d  a s 
en las rodillas.

Vomitan rosas 
en los columpios del parque 
en el que jugaba 
y me besaba de niña.

La infancia 
mausoleo blanco
su metamorfosis me desfiguró
la risa
y heredé su llanto. 

El cementerio que soy
se pierde en su eco. 


PÁJARO NEGRO

Las vigas encarcelan el cielo
un pájaro negro 
fluctúa 
sobre la mano que lo enhebra.

El ave ensombrece 
la neutralidad de las paredes 
con la inocencia del que vuela.

La vista:
busca el presagio de la eternidad 
en sus hoyuelos cerrados. 

La habitación:
escenario presencial 
del retorno al silencio.



PECERA

Evanescente luz 
pintas el verde marino de las algas 
desde el día en que buceaste el arcoíris 
del océano materno. 

Los peces duermen 
y las sirenas hablan en tu oído 
pero su canto se pierde 
en el mármol de las gárgolas 
que protegen tu iridiscencia.

Tu cuerpo dormido 
abierto al infinito 
es la cruz por la que habla la muerte:
morada blanca
                         desierto estelar 
donde un pequeño infante se abalanza del escudo de orión 
al incesante soplo de la nada. 

Recuérdame, 
soy el pequeño que se mecía en tus brazos 
y fue olvidado como maíz desgranado 
de tu pecho al vacío. 

Recuérdame, repito. 

Y el último pececito rosa flota sin vida en la pecera. 



LA SINFONÍA DEL MIEDO 

El miedo es la partitura que compone el vientre silencioso del que no despertamos hasta secarnos.

Yo también tengo miedo. 

Tengo miedo de ver crecer desde el fondo esta oración caníbal que lo devora todo: lo que carece de vértebras y se sostiene de la carne. 

Todo. 

Me hablas del miedo y fluye el espasmo que gangrena la garganta. 

Miedo de ser espejo 
el retrato de unos devotos padres a la máxima potencia. 

Miedo de extenderte en un cuerpo miniatura 
y acariciar el lenguaje de los dioses 
desde su púlpito niño-estelar. 

Miedo de ser oración 
que no salva de la resequedad andina 
de tus manos. 

Me dices que el miedo siempre ha estado 
desde que partiste 
a ser estela. 

Yo también tengo miedo de ser miedo.

Ser astro que se mira vacío 
en una planicie habitada de fantasmas 
que recorren su anatomía por inercia. 

Ser circunferencia que gira del péndulo 
de seres que se abrazan 
como la oscuridad en sentido contrario. 

Te digo que no tardarás en descubrir el calor 
que da forma al barro 
para hundirte en su pantano. 

Yo también tengo miedo de ser miedo y procrear miedo. 

Nunca me concebí de polvo estelar 
aunque me habite lo fugaz. 

Me dices que perpetuarse con la semilla del otro 
es aceptarse pantano árido 
del que no crecerá planta alguna 
que lo salve de su propia humanidad. 

Yo 
escucho todo
mientras fantaseo 
con la espacialidad de un cuerpo lodoso 
que alberga en su pecho 
el loto. 



LA LLAMA
Ruge la llama. 
Rememora la alevosía del tacto.
Se desdobla en una alcoba vacía.
Tu presencia lame la hendidura
que yace 
entre las piernas.

Mi mente 
ansía la avidez de tu lengua
sobre mi piel de espuma.

Gotea la herida 
se convierte en 
mujer.

Vibra la herida 
me descubro
agitada

reinventada. 





Sobre la autora:

Sandy Mel Vallejo. Publicada en revistas digitales y blogs de literatura. Seleccionada de la 1era convocatoria de poesía de Editorial Despertar en el 2017 con la plaqueta Introducción a mis cenizas (Loja, Ecuador). Textos suyos constan en la antología Origen del fuego en nuestras pieles traslúcidas por Mandrágora Cartonera (Piñas, Ecuador). Invitada nacional al Festival Internacional Desembarco Poético 2017 por la convocatoria "Se busca poeta", 4to encuentro Regional Poético Santo Domingo de los Tsáchilas, entre otros eventos literarios. Miembro de Editorial Despertar desde el 2018.














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