METAMORFOSIS
En el crepúsculo la cicatriz aflora
me sumerjo en su córnea
me anido.
Deshojo mis costras
d e s o r b i t a d a s
en las rodillas.
Vomitan rosas
en los columpios del parque
en el que jugaba
y me besaba de niña.
La infancia
mausoleo blanco
su metamorfosis me desfiguró
la risa
y heredé su llanto.
El cementerio que soy
se pierde en su eco.
PÁJARO NEGRO
Las vigas encarcelan el cielo
un pájaro negro
fluctúa
sobre la mano que lo enhebra.
El ave ensombrece
la neutralidad de las paredes
con la inocencia del que vuela.
La vista:
busca el presagio de la eternidad
en sus hoyuelos cerrados.
La habitación:
escenario presencial
del retorno al silencio.
PECERA
Evanescente luz
pintas el verde marino de las algas
desde el día en que buceaste el arcoíris
del océano materno.
Los peces duermen
y las sirenas hablan en tu oído
pero su canto se pierde
en el mármol de las gárgolas
que protegen tu iridiscencia.
Tu cuerpo dormido
abierto al infinito
es la cruz por la que habla la muerte:
morada blanca
desierto estelar
donde un pequeño infante se abalanza del escudo de orión
al incesante soplo de la nada.
Recuérdame,
soy el pequeño que se mecía en tus brazos
y fue olvidado como maíz desgranado
de tu pecho al vacío.
Recuérdame, repito.
Y el último pececito rosa flota sin vida en la pecera.
LA SINFONÍA DEL MIEDO
El miedo es la partitura que compone el vientre silencioso del que no despertamos hasta secarnos.
Yo también tengo miedo.
Tengo miedo de ver crecer desde el fondo esta oración caníbal que lo devora todo: lo que carece de vértebras y se sostiene de la carne.
Todo.
Me hablas del miedo y fluye el espasmo que gangrena la garganta.
Miedo de ser espejo
el retrato de unos devotos padres a la máxima potencia.
Miedo de extenderte en un cuerpo miniatura
y acariciar el lenguaje de los dioses
desde su púlpito niño-estelar.
Miedo de ser oración
que no salva de la resequedad andina
de tus manos.
Me dices que el miedo siempre ha estado
desde que partiste
a ser estela.
Yo también tengo miedo de ser miedo.
Ser astro que se mira vacío
en una planicie habitada de fantasmas
que recorren su anatomía por inercia.
Ser circunferencia que gira del péndulo
de seres que se abrazan
como la oscuridad en sentido contrario.
Te digo que no tardarás en descubrir el calor
que da forma al barro
para hundirte en su pantano.
Yo también tengo miedo de ser miedo y procrear miedo.
Nunca me concebí de polvo estelar
aunque me habite lo fugaz.
Me dices que perpetuarse con la semilla del otro
es aceptarse pantano árido
del que no crecerá planta alguna
que lo salve de su propia humanidad.
Yo
escucho todo
mientras fantaseo
con la espacialidad de un cuerpo lodoso
que alberga en su pecho
el loto.
LA LLAMA
Ruge la llama.
Rememora la alevosía del tacto.
Se desdobla en una alcoba vacía.
Tu presencia lame la hendidura
que yace
entre las piernas.
Mi mente
ansía la avidez de tu lengua
sobre mi piel de espuma.
Gotea la herida
se convierte en
mujer.
Vibra la herida
me descubro
agitada
reinventada.
Sobre la autora:
Sandy Mel Vallejo. Publicada en revistas digitales y blogs de literatura. Seleccionada de la 1era convocatoria de poesía de Editorial Despertar en el 2017 con la plaqueta Introducción a mis cenizas (Loja, Ecuador). Textos suyos constan en la antología Origen del fuego en nuestras pieles traslúcidas por Mandrágora Cartonera (Piñas, Ecuador). Invitada nacional al Festival Internacional Desembarco Poético 2017 por la convocatoria "Se busca poeta", 4to encuentro Regional Poético Santo Domingo de los Tsáchilas, entre otros eventos literarios. Miembro de Editorial Despertar desde el 2018.